La inmensa mayoría del pueblo venezolano repudia a Maduro: lo que está a la vista no necesita anteojos. Le sobran razones con fundamento en las privaciones que padecen a diario, que se derivan entre otras, de: crisis económica, social y política sin solución de continuidad. Interferencia a la libertad de expresión, prisiones de periodistas, de dirigentes sindicales y políticos; expropiaciones sin causa de utilidad pública bloqueo y secuestro de los medios de comunicación. No funcionamiento de los innumerables, espaciosos y confortables centros de salud construidos antes de la llegada de Chávez al poder, sin haber estado socializado prestaban servicios gratuitos a cualquier venezolano o extranjero que se hubiese visto urgido de estos. Sumamos otros abusos cometidos a diario por un sistema que alardea de bélico, dado tener a su servicio a un grupo militares con privilegios burocráticos. Régimen este: Que dado su abuso de poder la Corte

Penal Internacional con pruebas fehacientes, le sumaria lo conducente para enjuiciarlo por flagrante violación del derecho a la vida.

No obstante, lo dicho por el fiscal general de la República que incriminó a un dueño de televisora por haber permitido que un acalde fuere entrevistado por un periodista del su canal, tomando como motivo de su regaño un injurioso señalamiento del capitán Cabello. Después, procediendo como agente del régimen, contrariando lo que le impone el interés general tuvo el “tupé” de afirmar: “Que la Corte Penal Internacional no tiene nada que investigar sobre crímenes de lesa humanidad, por cuanto ella hace justicia”.

Pero incumpliendo su oficio le sobra complacencia para impedir que en Miraflores se siga actuando contra los venezolanos que reclaman respeto a sus derechos civiles, políticos y sociales.

El repudio al cual se ha hecho acreedor NM, traspasa las fronteras patrias. Centenares de gobiernos e instituciones extranjeros no le reconocen legitimidad, se la dan a Juan Guaidó como presidente provisional de Venezuela, quien tiene el encargo aún no cumplido de ponerle cese a la usurpación.

Juan Guaidó cumple su mandato. No se le conoce revocación alguna de su cargo. Sin temer a las agresiones que en su persona realizaron colectivos y militantes del PSUV en los estados Zulia y Cojedes, dos jurisdicciones con gobiernos opositores, reitera con firmeza verbal el no permitir que se legalice el régimen de Maduro, a la vez insiste en la celebración de una elecciones libres para sustituirlo, lo que hace suponer que no ha opinado sobre las elecciones acordadas para 2024.

El gobierno provisorio mediante el cual la AN se sustituyó el mandato de Maduro por usurpador no pierde vigencia. El asiento presidencial del gobierno provisorio se encuentra anclado en Caracas, capital de la República de Venezuela. Guaidó goza de soberanía exterior, tiene representación diplomática. Qué dirigentes, antes conspicuos opositores; hoy con inescrupulosos impulsos demanden el cese del gobierno provisorio, nos lleva a no entenderlos.

Consciente como estamos de las posiciones incongruentes en las cuales han incurrido muchos de los que se han convertido en conductores de la inconsulta y leal comunidad opositora; y por cuanto las condiciones objetivas se encuentran dadas para el cambio deseado, es forzoso indagar ―si es viable la posibilidad de estructurar un movimiento unitario capaz de conducir al pueblo que protesta por sus propios medios, convirtiéndolo en abanderado de la acción revolucionaria― en el entendido de que la política pertenece a las masas; y que estas han aprendido a liberarse de dirigentes inconsecuentes: claro que sí. Satisface un clamor que por varios años se anida en el corazón de un pueblo “harto de dictadura” carente de conducción idónea.

La actual dirección opositora no reúne condiciones de confiabilidad. Está desasistida de la gran mayoría, que quiere que Maduro se vaya. Si ayer el pueblo descontento fue fervor hacia estos dirigentes y los tenía como guía de la salvación nacional, en el presente se observa lo contrario: todo, por cuanto los que han actuado sin la consulta responsable, con ineficiencia, se distanciaron de un proceder que tuvo acogida durante años. Actuando como si los fracasos se encuentran exentos de su culpa, se lo achacan a otros; es decir, a los que ellos se han dado en excluir. El opositor, harto de inconsecuencias, ha sido receptor de los desaguisados impertinentes que con frecuencia se le hacen. Señalaremos dos exentos de rendición de cuentas, que no ha tenido consentimiento unitario:

El primero conlleva a declarar que estos conspicuos dirigentes, con pérdida de la razón, activan la exclusión con claro propósito de selección de grupos. Se escudan en la MUD. Reunidos en Colombia disponen participar en el diálogo de México. Acuerdan con Jorge Rodríguez la firma de un memorando confeccionado a la medida del régimen. Le reconocen cualidad presidencial a Maduro. El memorando se convirtió en ley de la República. Regresan a Caracas, Ramos Allup sustituye a Guaidó, habla en nombre de la MUD. Anuncia participación en las elecciones regionales, conforman el archipiélago opositor. Maduro obtiene la mayoría de los cargos votados. El otro y segundo desaguisado se da en Panamá, a la llamada Plataforma Unitaria la reducen a 10. La convierten en comodín para explanar sus ambiciones. Ramos Allup habla, otra vez se sustituye a Guaidó: anuncia elecciones primarias para escoger candidato presidencial, con elaboración de un reglamento, nombran un secretario ejecutivo. Se escudan en la MUD para dirigir el proceso. URD, que desde el inicio de la reelección de Maduro se pronunció por la línea de Autonomía de Acción y de Oposición a Fondo al régimen de facto, ordenada por su Comisión de Estructuración Nacional, ha respaldado a Guaidó como presidente provisional tomando en cuenta la existencia del Estado de facto. Pero consecuente con su doctrina unitaria, historia de civismo comprobado se declara opuesta a que un grupo convertido en dirección autoritaria, por demás sin sustento de apoyo popular, pretenda estimar a los que somos opuestos al régimen, como un rebaño propiedad de sus caprichos. El método discriminatorio que se ha empleado a partir de la reelección de Maduro no es más que un decimonónico camino, expedito para el retorno del gendarme.

URD, dada las contradicciones afrontadas, hace un llamado a los sectores de la oposición, no solo a los que han empantanado los avances que se habían logrados; también a los que hoy, cuales son muchos han resuelto oponerse al continuismo de la dictadura. A la vez, afirma que corresponde otro sendero para caminar con pisada firme, cual no es otro que el de reconstruir la dirección democrática del proceso. No se trata de elecciones primarias, pues estas sugieren la nominación de un dirigente para un proceso viciado, sino de un tipo de consulta libre del bandidaje electoral del régimen, con supervisión y reglas acordadas entre los participantes con compromisos claros, que permitan constituir un actor nacional e internacional: que sean los ciudadanos que al participar decidan. Guaidó tiene que pronunciarse.

 


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