Está previsto que hoy miércoles los jefes de Estado y de Gobierno asistan a la reunión de la Cumbre de las Américas que comenzó el lunes. Los que decidieron asistir, a pesar de la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela, seguramente no podrán evadir el tema, aunque se supone que lo que les debe unir es la defensa de la democracia. Sin embargo, eso no ha impedido a Estados Unidos pensar con su usual pragmatismo.

Mientras se reúnen las delegaciones de los países en Los Ángeles, una gran caravana de migrantes de varias nacionalidades se dirige hacia la frontera sur de Estados Unidos. Se supone que este es uno de los temas que se trataría en esta cumbre, pues toda América padece por el flujo de personas que cruza fronteras con la aspiración de conseguir mejores condiciones de vida. Indudablemente que entre los caminantes hay cubanos, nicaragüenses y venezolanos, que se han vuelto los más numerosos desde que Nicolás Maduro está en Miraflores.

Por más críticas que haya recibido Estados Unidos sobre su negativa de invitar a los mandatarios de estos países, por más que Andrés Manuel López Obrador en un arranque de malcriadez haya decidido no asistir, tiene un basamento inequívoco, y es que la carta que firmaron los países en 1994, cuando se realizó la primera cumbre, dice específicamente que “son reuniones de jefes de Estado elegidos democráticamente” y que además sean miembros activos de la Organización de Estados Americanos. Sí, es cierto que estas condiciones se han roto en otras oportunidades porque incluso Raúl Castro participó en la de 2015, pero de que hay razones para no invitarlo, las hay.

Claro, eso no impide que Estados Unidos actúe como siempre lo ha hecho, de manera pragmática, de acuerdo con sus intereses y los de su gente, primero que nada. ¿Y quiénes son los demás para criticar esto? Por un lado, deja a Maduro sin un viajecito a California, pero por otro le abre la puerta trasera para que Pdvsa mande petróleo a Europa a través de Eni y Repsol. En el fondo, la culpa la tiene Vladimir Putin y su insaciable deseo de poder con el que está golpeando a Ucrania y a la larga al viejo continente. Si bien es cierto que los expertos afirman que esto no traerá beneficios económicos a Miraflores, también es verdad que con ello el gobierno chavista podrá amortiguar deuda y dividendos que debía a estas compañías, y eso no es malo.

Una vez más, una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Las sanciones contra el gobierno chavista por violar los derechos de todos los venezolanos pueden esperar, porque hay que contrarrestar lo que está haciendo Putin. Washington logró que Maduro actuara para aguarle la guerra a su querido amigo ruso y aliviar la dependencia de Europa de su petróleo. Pero a la vez manda otro mensaje al gobernante chavista: sigues estando en la lista negra. ¿Entenderán en Miraflores o se enredarán como todo el mundo?


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