Cualquier lector ajeno a nuestra realidad que lea la Constitución de Venezuela no dudará en calificarla de democrática. Si esa persona conoce la figura de Simón Bolívar, encontrará una perfecta conexión entre su egregia figura y los Principios Fundamentales contenidos en la carta magna. Será entonces motivo de su embeleso leer el Artículo 1, en el cual se estatuye que nuestro país es irrevocablemente libre e independiente y que fundamenta su patrimonio moral, así como sus valores de libertad, igualdad y justicia en la doctrina del Libertador.

Sin duda los sentimientos de ese lector imaginario se verían cautivados al leer en el Artículo 3 de la citada Constitución, que el Estado que han dirigido Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto de su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, así como otros maravillosos objetivos consagrados en dicho ordenamiento.

Solo si el lector de marras investiga con denuedo acerca de nuestra realidad, o tiene la posibilidad de visitarnos y constatar lo que realmente acá se vive, podrá comprobar lo que evidenció el historiador griego Polibio (200 a. C. – 118 a. C.) en las investigaciones de su época; y es que no se puede decir que haya democracia allí donde la masa (rojita, diríamos nosotros) sea dueña de hacer y decretar lo que le venga en gana.

Para el oriundo de Grecia la democracia existe donde se reverencia a los ancianos y se obedecen las leyes. Lamentablemente nada de esto último se da bajo la dictadura roja de los últimos veintiún años. Lo más interesante del estudio de Polibio es que logró poner sobre el tapete la teoría de los ciclos de las diferentes formas de gobierno, la cual fue expresada así:

“La primera que se forma por un proceso espontáneo y natural es la monarquía, y de ella deriva, por una preparación y una enmienda, la realeza. Pero se deteriora y cae en un mal que le es congénito, me refiero a la tiranía, de cuya disolución nace la aristocracia. Cuando esta, por su naturaleza, vira hacia la oligarquía, si las turbas se indignan por las injusticias de sus jefes, nace la democracia. A su vez, la soberbia y el desprecio de las leyes desembocan, con el tiempo, en la demagogia”. (Véase Historias. Libros V-XV. Biblioteca Clásica Gredos).

Es importante resaltar que el referente fundamental que tuvo ante sí el eminente autor griego fueron las ciudades griegas, pero nunca perdió de vista la Roma de su época.

Han pasado muchos siglos y las diferentes formas de gobierno se suceden en el tiempo; pero de lo que no podemos dudar es que el norte siempre será marcado por la democracia real y verdadera, lo que implica respeto a la Constitución y las leyes surgidas de los órganos legislativos competentes.

@EddyReyesT


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