Si tengo algún lector que me siga con frecuencia sabrá de mi preocupación por la posibilidad de la implantación del socialismo del siglo XXI en Colombia, vía el seguimiento de la cartilla del Foro de Sao Paulo que busca la conquista del poder a través del aprovechamiento de la debilidad de las democracias logrando con el engaño el triunfo electoral, para luego imponer la dictadura comunista conocida ahora con el eufemismo de socialismo del siglo XXI. Ese frecuente lector de mis columnas si es que existe sabrá también de mi pesimismo respecto al comportamiento del liderazgo político colombiano que no ha interiorizado la gravedad de la situación en la cual se encuentra Colombia: una disyuntiva existencial, de vida o muerte, entre comunismo o democracia. Por lo tanto, no podrá culparme de la ilusión de optimismo y sabrá de la objetividad de lo que a continuación plantearé respecto al resultado de las elecciones del pasado domingo.

Para decirlo directa y resumidamente, se comienza a despejar positivamente el panorama electoral colombiano. La primera conclusión que arroja ese resultado es que Gustavo Petro no es el peligro indestructible que venían mostrando sistemáticamente las encuestas. Petro cometió el error de ir a unas primarias montadas como show y con el sólo fin de estafar una vez más al pueblo recaudando la reposición financiera de votos prevista para las consultas, pues era incontestable que el arrasaría en la misma.

Lo que no previó es que al montar esa primaria demostraría que “el rey está desnudo” en cuanto a su verdadero potencial electoral. Lo que veíamos con pánico un supuesto arrase descomunal de Petro frente a una atomizada centro-derecha, constatamos, con tranquilidad el dato duro siguiente: la consulta mostró que su voto duro sigue siendo prácticamente el mismo de hace cuatro años. En ese momento consiguió en la primera vuelta un total de 4.855.069 votos. Ahora ganó la candidatura de su coalición con 4.487.551. Es decir, 367.518 votos menos. O sea que lejos de un descomunal avance de la candidatura de Petro, lo que se constató el domingo es un serio estancamiento.

Por otra parte, el otro peligro que se veía el del surgimiento de una candidatura fuerte de los compañeros de ruta del socialismo del siglo XXI, que se autodenominan de centro y que acudieron a una consulta de la Coalición de la Esperanza se desvaneció por completo, como diría su propulsor y jefe máximo Juan Manuel Santos “el tal centro no existe”. Fajardo pasó de 4.589.696  a escasos 723.084, menos que Francia Márquez, que obtuvo el segundo lugar en la del Pacto Histórico y toda la Coalición llegó a sólo 2 millones de votos, menos de la mitad de Fajardo en esa primera vuelta de 2018.

Finalmente ante la increíble actitud del liderazgo de la centro-derecha de no haber forjado una sola candidatura única que hubiese hecho contrapeso a la del candidato del comunismo internacional Gustavo Petro, sino que fue a una consulta chueca, por no agrupar a todos los sectores de la derecha, dejando afuera a Oscar Iván Zuluaga, que si quería participar y no estando Enrique Gómez y Jhon M Rodríguez, que no quisieron participar; pues el pueblo colombiano, más sabio que sus líderes, impuso la unión al votar abrumadoramente por Fico Gutiérrez, dejando en la talanquera a Char, que no pudo movilizar esa maquinaria que le recogió 3 millones de firmas y a Barguil, a quien el liderazgo conservador le jugó una trastada, pues movilizó la maquinaria para las parlamentarias, sacando más de 2 millones de votos pero no sensibilizó a esos votantes para que participasen en la consulta.

Ante esa realidad Oscar Iván Zuluaga que es un patriota y como lo calificó su candidata a vicepresidente en la fallida fórmula es un “caballero de la política”, renunció a su candidatura y los otros dos, ante la enana votación obtenida por sus partidos no tienen la más remota posibilidad de influir, creándose pues una situación objetiva que la definió Miguel Uribe: “La segunda vuelta se adelantó y es entre Petro y Fico”.

Se comienza pues a definir el panorama electoral: 1) Petro tiene pies de barro, es fácilmente derrotable, 2) Fico por el doble resultado de la caída abrupta del potencial electoral de Fajardo y de haber aglutinado una abrumadora mayoría en una consulta que obtuvo casi 4 millones de votos, se convirtió en el candidato que aglutinará el voto anti socialismo del siglo XXI, desde la primera vuelta, 3) en definitiva se vislumbra un escenario como el del 2018, en el cual en una segunda vuelta, por segunda vez, el voto demócrata impedirá que Petro llegue a la presidencia e imponga el socialismo del siglo XXI en Colombia.


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