No puedo escribir los versos más tristes esta noche. No puedo porque no sé si tengo el espíritu ni las ganas. No sé tampoco si El Nacional de Caracas podrá publicar estos versos -estas líneas- de amor dedicadas a la expresión escrita en forma de columna periodística.

Cada fin de semana me preparo café y me pongo frente a la computadora a más de 7.000 kilómetros de distancia para teclear unos párrafos de opinión enviados al otro lado del océano Atlántico a velocidad electrónica como por arte de magia. Las letras, las palabras y las líneas se inspiran en un monólogo infinito que pelea por expresarse dentro de mi cabeza, el corazón, las tripas o en cualquier lugar del sistema nervioso.

Leo el sábado 17 de abril de 2021 el editorial de El Nacional fechado el 16 de abril, «El Nacional a la opinión pública» y me vienen recuerdos del momento en que el diario venezolano fue forzado a renunciar a su edición impresa. El periódico dijo entonces que no se rendía y no se rindió. Ha mantenido viva la información y las opiniones en formato digital.

Hoy tengo la impresión de estar escribiendo una carta de adiós, y no querría decir adiós. Quiero seguir. No quiero que la llama se apague. Solo puedo hacer lo que me toca hacer: escribir mi columna. Revés Del escrita está columna Esta.

Entré en El Nacional como columnista de opinión gracias a Miguel H. Otero que aceptó mi propuesta, a pesar de haberle confesado padecer grafomanía, o quizás precisamente por eso; el caso es que yo no era necesario y él me dijo que sí. Mi primer escrito«¿Cuándo empezamos a volvernos locos?» se publicó el 9 de octubre de 2017, y Patricia Molina se convirtió en mi contacto con la Redacción a través del correo y a veces mediante mensajes privados en Twitter.

Dicen que los marinos hablan con su embarcación a menudo tratándola como si fuese una mujer. A mí me pasa algo parecido con la columna semanal, que la veo como a una novia. Y así, cierro la columna patas arriba con estas palabras de Neruda: «Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo«.

«No matter how educated, talented, rich or cool you believe you are, how you treat people ultimately tells all. Integrity is everything» (Autor desconocido).


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