Carlos Raúl Hernández

No tengo el mismo nivel, en cuanto a estudios académicos, como lo tiene el doctor Carlos Raúl Hernández. Sin embargo, tenemos muchas cosas en común. No solo la pasión por los libros, o ese interés pedagógico con el cual pretendemos modelar el libre pensamiento de los jóvenes en las nuevas generaciones. En mi humilde opinión, displicentes y hasta eunucos mentales, en cuanto a creatividad e interés en el aprendizaje. Creo también que, sin conocerlo socialmente, tenemos en común también el disfrutar los placeres que nos entrega la vida, y otras vanidades cercanas a Dionisio y a Baco. ¡Del capitalismo, el vino y las mujeres! Expresó en algún momento de euforia algún pensador detrás del muro de Berlín.

Los países del nuevo continente tienen menor desarrollo. Es lógico, y me explicó: desde Groenlandia hasta la Patagonia, nuestro hemisferio no ha vivido las épicas transformaciones del viejo continente, las batallas, los cambios de linderos topográficos y hasta las guerras intestinas que sufrieron y modificaron su estándar de vida, que datan desde los sumerios hasta el presente.

¡Profesor! La Iglesia quemó mujeres, torturó a cientos de miles durante generaciones. Todo, en nombre de Dios. También, luego de tanta Pinta, tanta Niña, y tanta Santa María, nuestros “descubridores” defenestraron a casi todos los indios del continente americano. Una cosa es el mundo y otra cosa son los indios del nuevo continente al cual pertenecemos.

¡Y difiero! … No es que somos subdesarrollados o tercermundistas.

No es que el modelo de la Cepal, la visión alternativa de Prebisch, las teorías del desarrollo de Furtado o la arrogancia del pedigüeño más orgulloso del mundo, como lo fue Fidel no haya concluido en descumplir sus metas y no expectativas.

No, mí estimado profesor Girafales. (Shakespearsito / Chespirito – dixit). No. No, no es que el chauvinismo de todo el patio trasero de América del norte, donde 99% ni sabe qué es eso es culpable o consecuencia de algo. No.

Y definitivamente, no es por el condicionamiento del apoyo financiero del Banco Mundial hacia nosotros, por la crisis económica universal en los años 80 o por la instauración del Foro de Sao Pablo – para conspirar en contra de la incipiente democracia suramericana -, que nosotros somos los pendejos y paladines que mantenemos en vigencia el pensamiento anacrónico mundial. No.

El pensamiento anacrónico sigue vigente, simplemente porque a pesar de pensadores, filósofos, revolución industrial e informática, la moralidad y la ética bajan en caída libre hasta los infiernos de Dante.

La filosofía del amor al prójimo, la admiración hacia la geografía universal, o hacia la naturaleza mundial, la falta de respeto hacia los recursos naturales, ese odio intrínseco que han tenido los humanos hacia el globo terráqueo, es un reflejo del fracaso evolutivo, del pensamiento – a pesar de 2.000 años -.

Duele decirlo y hasta aceptarlo, pero es la realidad. La evolución para que el ser humano fuese más humano, fracasó, a pesar de Newton, de Darwin, de Galileo, de Da Vinci y de Einstein. El pensamiento anacrónico y hasta un comportamiento similar, está integrado en cada fibra, en cada ADN de nuestra naturaleza. Ejemplos cronológicos del pensamiento anacrónico, – así como la acción- están reflejadas en el libro más vendido del mundo. El pensar y accionar de Caín en contra de Abel. La ira de Dios al mandar a destruir los muros de Jericó.

Hasta la expresión de Morales Bello en pleno Congreso Nacional es un ejemplo del anacronismo del pensamiento, del comportamiento y el accionar ciudadano. Carlos Raúl, existe la miseria mundial. Existen los países subdesarrollados, las desventajas tecnológicas, la desigualdad social, y ese desequilibrio en cuanto a la distribución de una mínima calidad de vida, entre los 8.000 millones de almas que habitan este planeta.

Pregunto. ¿Por qué?. Porque, ese pensamiento anacrónico de los inteligentes, los cultos, los dueños del capital o esos nuevos semidioses que mueven los hilos de la política mundial carecen de la ética como un principio universal y familiar.

Eso sí es anacronismo, doctor.

“El bien supremo del hombre es desarrollarse como ser racional y moral, el constante cultivo de su alma, el bienestar general y armonioso de su vida”. Platón.

@CarluchoOJEDA


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