Toda la etapa de la mal llamada revolución del siglo XXI, develada no solo como un fracaso, sino como la estafa más grande de la historia latinoamericana y quizás del mundo, ha estado revestida por un conjunto de propuestas farragosas, sin sustento alguno. En principio se dibujó la idea del Estado federal para atraer la participación de; intelectuales, políticos, profesionales de diversas áreas, filósofos etc., pero lastimosamente solo fue una táctica populista-electoral. Esa propuesta no cristaliza, en parte, por el desorden de Hugo Chávez, quien rápidamente influenciado por los cubanos, y fundamentándose en teorías marxistas y stalinistas, plantea el llamado Estado socialista, estado ideal solo en las mentes estólidas de quienes asumieron el poder como un trofeo personal, con cargas emocionales de resentimiento y de odio.

El transitar de los años lo conocemos; expropiaciones, corrupción, desinversión en áreas estratégicas, pérdida de soberanía por la construcción de alianzas con organizaciones terroristas, con una amplia y decidida visión de contrariar la potencia que es Norteamérica ubicándose conceptualmente como antiimperialista. El supuesto Estado socialista, significó también una estafa y ahora en el curso de la crisis multidimensional  que padece Venezuela, anuncian la profundización del modelo con el llamado Estado comunal, del cual se debe inferir lo peor.

Las narrativas de planes y proyectos no fueron más que elementos teóricos, utilizados con habilidad para adoctrinar seguidores y militantes partidistas. En la práctica, la conducta exhibida por los colaboradores más cercanos estuvo minada de acciones totalmente distantes, que finalmente acabaron con la desintegración del Partido Socialista Unido de Venezuela como fuerza político electoral. El nivel de descomposición procuró altas dimensiones de decepción en la base social que alguna vez los respaldó de forma abrumadora, siendo ese apoyo ahora el  hándicap que deben contener de forma violenta para que no se volqué en su contra avasallantemente.

La federalización del crimen

El poder político, sin un modelo claro que desarrollar, conllevó a la distorsión de la propuesta política que se planteó originalmente, dando paso a la instauración de un modelo donde el crimen, la ilegalidad, las mafias, bandas, pranatos, grupos armados irregulares, carteles del narcotráfico, organizaciones terroristas, son el eje transversal.

En Venezuela lo único que se federalizó es la acción de delinquir, pivoteada por diferentes grupos que emergieron en las zonas por determinadas razones, pero siempre vinculadas a quienes ostentan el poder. Ejerce el Estado venezolano en principio un control sobre ellos, utilizándolos como elementos de presión política, incluso sobre adversarios en momentos electorales o en protestas sociales; sin embargo, pasado el tiempo y el Estado disminuido por razones de la crisis política/financiera, contando además estos grupos con poderío armamentístico, arraigo social, y control suficiente del territorio sobreponiéndose al Poder Ejecutivo y a los diversos organismos de seguridad ciudadana, hasta la GNB y el propio ejército en algunos casos recientes.

En cuanto al Poder Ejecutivo; gobernadores, alcaldes, legisladores e incluso diputados a la Asamblea Nacional, fueron captados por el poder financiero de las distintas organizaciones criminales, perdiendo en esencia su rol, actuando en consecuencia para beneficiar a estos cuerpos delincuenciales. Al inicio su participación con estos grupos se manejaba con discrecionalidad, ahora se hace abiertamente, muestran su complicidad a efectos de infundir temor a los sectores que los adversan. Esta acción intimidatoria se ha normalizado en los miembros de la dictadura venezolana.

Venezuela se divide territorialmente por estados, municipios y parroquias, cada estado representa una organización criminal operando con todas la libertades. Recientemente hemos conocido de la muerte de más de una docena de soldados del Ejército y 8 rehenes por parte de las FARC en Apure, estado donde también operan el ELN y las FBL, una realidad que no es ajena a otras dependencias fronterizas, Amazonas, Zulia, Táchira, Delta Amacuro; otras zonas fueron entregadas al Hezbolá para que operen desde Venezuela. La región central del país  es azotada por las grandes bandas o megabandas, las de más renombre son las del Coqui y el Wileixis, a quienes el ministro de Interior y Justicia les ofreció un armisticio, tras la imposibilidad de contener su acción criminal, y así todo el territorio es controlado por el poder de las armas del crimen, algunos dominados desde los grandes recintos carcelarios, donde imparten órdenes e imponen su ley los verdaderos amos del país.

Visto así el régimen de Nicolás Maduro ha actuado en dos vertientes para conservar el poder:

  1. El espectro internacional: la relación con Cuba, China y Rusia, entregándoles las riquezas del país: petróleo, oro, coltán etc., para garantizar el respaldo de intereses geopolíticos, ante los enemigos históricos, la Unión Europea y Estados Unidos.
  2. En el orden interno: la entrega del país a todo grupo armado al margen de la ley, con alianza política-económica, con las autoridades locales y nacionales.

Toda esta situación pone de relieve la balcanización de Venezuela, que se consolida aceleradamente, y el Estado comunal, ha de suponer en realidad situaciones donde el horror y la delincuencia se manifiesten de forma agigantada en un país donde el crimen ha evolucionado con respaldo político del Estado venezolano. Esta intimidad entre quienes usurpan el poder político venezolano y el crimen significan la pérdida del Estado, porque su razón de ser es inexistente. Los ostentadores del poder son los que obran en contra de las leyes, rompiendo y anulando así el pacto social, para ser los grandes enemigos de la sociedad, vale la pena citar a Michel Foucault: El hombre al delinquir, no se encontraría fuera de la ley, sino “fuera de la naturaleza”, ya que ha roto el pacto social, volviendo a un estado de barbarie. Debido a ello es considerado un enemigo dentro de la sociedad: el infractor se convierte en el enemigo común. Peor que un enemigo, incluso puesto que sus golpes los asesta desde el interior de la sociedad y contra esta misma: un traidor un monstruo.

De esta cita es muy fácil ubicar a la tiranía de Nicolás Maduro, como una monstruosidad que actúa desde el poder del estado, contra su propia sociedad. Es el enemigo común, el enemigo de todos.


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