Dedico el presente artículo, gracias a El Nacional, al comandante Igbert Marín Chaparro, valiente e inteligente jóven oficial del auténtico Ejército venezolano: “Forjador de libertades”.

Sigue desgastándose preciosísimo tiempo en aclarar lo que ya es harto conocido. Enumerando generalidades o  supuestas explicaciones particulares sobre cuál forma específica de dominación aplican tiranías como las que se viven en Venezuela, Nicaragua, el tumor mayor y original en el caso americano es el castrocomunismo cubano.

Aislado, cuando Europa comenzó a superar hace ya más de tres décadas el comunismo (1989), en nuestras tierras americanas el castrismo se encogió antes abriendo la isla-prisión a la salida de la inmigración de su nación (caso de la  Embajada de Perú con consecuencia del marielitos, 15 de abril de 1980). Luego logró expandirse atrapando al incauto Hugo Chávez Frías en sus garras. Así volvió con su cuento del antiimperialismo norteamericano, que muy bien le ha funcionado, controlando a Venezuela.

En lugar de avanzar en su propio continente americano, la política doméstica de Estados Unidos continuó, y aún continúa, ensayando técnicas entre unas y otras “posturas demócratas o republicanas”, pero que al final de tantos años el principal resultado ha sido el miedo que lograron infundir, después de la traición de Bahía de Cochinos. Han producido indecisión, que es una forma de neutralizar, al punto de que no se atreven a extraer dicho tumor de América, de una vez por todas.

Lo que para la inmensa mayoría de los norteamericanos sería inaceptable, que es vivir en un régimen comunista, lo permiten y hasta llegan algunos a justificarlo como una cohabitación en cuartos separados a solo doscientas millas y que justifican con la obsoleta frase en este mundo que se nos viene encima hoy, con pandemia o sin ella, de “la autodeterminación de los pueblos”. ¿Cuál autodeterminación? Cínicos que prescriben desde afuera lo que es bueno para un pueblo pisoteado como el cubano o venezolano. Viven de lo lindo, van y vienen, y hasta llegan a cohonestar que no se pueda elegir libremente, conforme a las reglas universales de la democracia. Que realmente se puedan organizar y escoger a sus gobernantes sin fórmula de chantaje y de violencia. Realizar los sueños del libre emprendimiento y creación empresarial. Hacer con sus vidas, que es el primer gran bien con el que nacemos, lo que se les antoje. En una palabra: la libertad.

Como no se supera definitivamente este estatus para avanzar en construir dichos caminos de libertad, progreso y justicia para todos nuestros países de América, lo que se obtiene es más migración, más narcotráfico, más violencia exportada hacia las calles del territorio norteamericano. Lo inundan con la droga y la criminalidad. Cuando se vuelva extrema nuevamente la situación, tendrán que inventarse un “Plan Colombia II”, “Plan Venezuela I” o “Plan Nicaragua III”.

Sin embargo, podría haber una esperanza diferente. Si entendiéramos que hoy en día se está dando el escenario para provocar un cambio del modo como Estados Unidos ha lidiado todos estos años con la infección castrista en América. Arrastrado por las mareas más del lado contrario, que por su propia iniciativa, es decir del lado comunista chino y ruso, cada vez más metidos hacia nuestras costas americanas, la mismísima sociedad norteamericana pareciera estar despertando ante tal infiltración comunista. Estas han estado penetrándola y colonizándonos, con pacientes pero persistentes graves infiltraciones. En terrenos como el suministro de armamento militar, el intercambio económico, y el logro de control portuario. Así, promoviendo endeudamiento y obligaciones, luego querrán exigirles más y más a Venezuela, Nicaragua, Perú y pare usted allí de contar.

La respuesta ante la situación planteada, en las propias “narices del imperio”, sigue siendo «manejable» para los protagonistas de los diagnósticos. Muchos cínicos que han vivido y siguen viviendo del cuento. Algo que les funciona de maravilla. Tienen al enfermo postrado allí cuasi para siempre (sus propios hermanos en los países de origen). Así se vive en Cuba, Nicaragua y Venezuela hoy. Más que vivir se está entre la vida y la muerte. Encarcelado, secuestrado, torturado. Sobreviviendo pero no viviendo. Hasta que les llega la muerte definitiva, ante una vida incompleta y muriendo en esclavitud.

A los supuestos políticos de oposición, estos regímenes criminales pareciera que les sirven también. Mientras dicho estatus les siga produciendo dinero a sus arcas, confortable vida y el ego de una notoriedad inútil, la vida va pasando, una dos o tres décadas más. Entretanto, las tiranías continuarán así disfrutando de las lujurias del poder, mientras se les sigan repartiendo complacencias y algo más que migajas a sus cómplices internacionales.

Americanos: ¡hora ya de dejar el miedo atrás! Avanzar con acciones organizativas y planteamiento de acciones prácticas y determinantes que provoquen las caídas de tales regímenes criminales. Debemos abrir las rejas de las prisiones donde están mujeres y hombres valientes. Son nuestros hermanos que están secuestrados por la criminalidad cobarde. Son relativamente un número limitado de mafias mortales, que juegan a ser dioses para subyugar y robar a las naciones su libertad. Es tiempo de cambiar hacia lo más hermoso. Vamos hermanos ¡del miedo, a la libertad!

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@gonzalezdelcas


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