Foto Un Mundo sin Mordaza

El domingo 3 de diciembre se realizará un proceso electoral en Venezuela. Convocado por el Consejo Nacional Electoral. El tema es realizar una consulta sobre la histórica reclamación del Esequibo. Pero la invitación no incluye a todos los venezolanos.

Una consulta atípica, quizás única en el mundo, y de muy dudosa utilidad, como explica Asdrúbal Aguiar en esta nota, mediante la cual el gobierno de Nicolás Maduro recaba la aprobación popular para un hecho irrefutable: que el territorio de la Guayana Esequiba le pertenece a Venezuela. Es, por ejemplo, como si a los argentinos se les preguntara en un referéndum si las Malvinas son suyas. La duda que entraña la consulta –en nuestro caso y en el hipotético del país sureño–  es ya una ofensa.

El fondo del asunto del referéndum ha sido abordado por columnistas de este diario y en esta misma sección editorial, además de ser tema de debate en otros medios y portales digitales. Detengámonos, entonces, en un aspecto de ese muy próximo proceso electoral: ¿pueden participar todos los venezolanos que lo desearan, mayores de edad y sin ningún impedimento legal, en el referéndum convocado por el CNE? La respuesta es NO.

¿Cómo es posible que ante una consulta a la que el régimen adorna de “virtudes patrióticas” –tan escasas en toda iniciativa oficial– se impida la expresión libre de todos los venezolanos?  ¿Será que no conviene?

En el registro electoral oficial de venezolanos en el exterior hay poco más de 100.000 nombres. Se estima que en la amplia diáspora de compatriotas, nunca vista en la historia del país, cerca de 4 millones tienen en razón de su edad derecho a ejercer el voto. Pero en ninguna oficina consular en el exterior se abrió aunque sea un breve período para que los venezolanos que lo desearan pudieran registrarse y eventualmente participar en el referéndum del 3 de diciembre. ¿Extraño, verdad?

Para la reciente primaria de la oposición del pasado 22 de octubre, la Comisión Nacional de Primaria organizó un registro paralelo para los venezolanos en el exterior que en apenas un mes triplicó la cantidad de venezolanos inscritos en la data oficial.

Era posible, por tanto, en este episodio del referéndum abrir un período para la inscripción y actualización de datos electorales, incluso dentro del país porque una importante cantidad de venezolanos ya no viven en la dirección original de su registro. Internamente también ha habido una migración producto de la profunda crisis nacional.

Si los ciudadanos no pueden concurrir a las urnas cuando hay procesos electorales, la calidad de la democracia se debilita y la legitimidad de esos procesos queda en entredicho.  Quizás al régimen de Maduro le preocupa que esos venezolanos fuera del registro electoral se puedan entusiasmar para las presidenciales de 2024.

Por eso, montones de compatriotas se citaron en plazas de 21 ciudades en el exterior para reclamar su derecho a votar. Un movimiento que debe extenderse para lograr el objetivo de que más venezolanos puedan participar en decisiones sobre el destino de su país. Eso es lo patriótico, lo justo y lo que alimenta a las sociedades democráticas.


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