El liderazgo mundial no le está prestando la atención debida al trascendental peligro que el eje totalitario está oponiendo a la democracia liberal, es una guerra híbrida (asimétrica) a nivel mundial, en la cual no ahorran recursos de todo tipo para acabar en la mayor parte del planeta con el peor sistema político excepto todos los demás, Churchill dixit.

Xi, autócrata neomaoista de China, con sueño de ser la primera potencia mundial; Putin, tirano brutal de Rusia, con el sueño de la resurrección del imperio zarista; los teócratas iraníes, junto con cualquiera que increpe a sus pueblos con gobiernos contra natura, imponiendo sus deseos de dominación, claro está, siempre recitando la monserga  “antiimperialista”, entendiéndose por esta la crítica a Estados Unidos o las potencias europeas, pero jamás a los verdaderos imperios actuales, como el chino, el ruso, o en pequeña escala latinoamericana, el cubano.

Lo grave del asunto es el caballo de Troya que la democracia liberal tiene en cada uno de los países donde impere el Estado de Derecho, que son las élites complacientes por indolencia con estos regímenes totalitarios y que sirven de colaboradores a sus pretensiones. Este eje totalitario implementa la teoría gramsciana de la guerra cultural, queriendo imponer el marxismo cultural mediante la cooptación de las élites para imponer la hegemonía neomarxista, que les permitirá la dominación mundial.

En primer lugar está la élite educadora, los profesores universitarios que caen embelesados ante las ideologías identitarias, nueva versión de la lucha de clases que trata de establecer la dictadura del partido único, basado no en la vieja lucha obrero-burgués, sino en múltiples luchas entre supuestos dominadores (hombre, blanco, cristiano, etcétera) ante sus supuestos dominados (mujer, LGBTQ+, negro, musulmán); los maestros, que pasivos se dejan imponer la dominación de sindicatos marxistas, muy minoritarios pero que ejercen la dominación del magisterio.

Sigue en la lista de colaboradores al eje totalitario los medios, que incluye a los propietarios que por incomprensibles razones colaboran con los tiranos en su intento de dominación totalitaria; dentro de este sector, destaca los grandes oligarcas de las gigantescas “tech” y empresas de nuevos medios, que quieren imponer la ideología wokista; también están los comunicadores, que por ideología o simple moda, siguen los dictados de la maquinaria totalitaria, que intenta ser el Gran Hermano que  Orwell denunció en su magnífica obra 1984.

Están por supuesto los empresarios y gremios que, por ser timoratos en la defensa de sus intereses, se dejan avasallar por un estado que pretende implementar una nueva versión del socialismo, esta vez encubierta en loables intenciones como los objetivos ESG, pero que al fin de cuentas implantan un estatismo igual que su ancestro leninista.

Ni que hablar de la Iglesia cooptada por la Teología de la Liberación o por simple seguimiento del discurso dominante, que deja su misión espiritual para convertirse en “líderes” de la “lucha” social, dizque en defensa de los oprimidos, pero que no es sino subordinación a los intereses de los políticos de izquierda, seguidores del eje totalitario

Finalmente, los líderes políticos que, por indolencia, pereza intelectual, cobardía o cualquier otro interés subalterno no hacen la lucha ideológica y se dejan dominar por una izquierda que sí tiene objetivos claros y coraje para imponer su interés de establecer la dictadura neomarxista. Destacan en este grupo los deleznables “líderes” que por debilidad esconden su ideología de derecha, declarándose de un “centro” amorfo, que finalmente hacen el trabajo de intermediario entre un régimen democrático y uno totalitario.

Este eje usa todas las formas de lucha para destruir la democracia, desde la propaganda en todas sus formas, pasando por la protesta pacífica, usando el fraude electoral hasta la protesta violenta, el golpe de Estado y la guerra de invasión, no tienen escrúpulos en su intención totalitaria, ni límites morales, políticos, económicos, no por supuesto, éticos ni morales.

Todo el Occidente se está viendo asediado por esta guerra híbrida y asimétrica, desde la Europa del Este, con la invasión en Ucrania y que amenaza a extenderse en toda la región;  en Europa occidental, con la utilización de todas la formas de lucha, que van desde la sumisión de los regímenes democráticos al ogro ruso, como sucedió especialmente en Alemania, con su dependencia energética de Putin, y que se repite en una obsesión por el  acceso al mercado chino, o las “protestas” sociales, que en realidad son manipulaciones por la izquierda de los jóvenes atolondrados por la guerra mediática que les hace los aparatos de dominación ideológica neomarxista, como sucede actualmente en Francia; o la implantación de una neodictadura del socialismo del siglo XXI, a través de una alianza del PSOE con terroristas y luchadores por el desmembramiento del Estado español.

En  nuestro continente tenemos la abdicación de   Biden al ala izquierda de su partido, que congenia con la guerra cultural antidemocracia liberal, que ha impuesto la mayor política económica estatista en el occidente y que es débil compulsivamente con el eje totalitario; obviamente las dictaduras del socialismo del siglo XXI (Cuba, Venezuela y Nicaragua) apoyada por regímenes de izquierda “light” que  ya no simulan su adhesión a la democracia, sino que se declaran defensores de estas tiranías, como Lula y AMLO, hasta regímenes que teóricamente fueron o son de derecha, pero que por su ejecución reformista terminan cediendo el poder al socialismo del siglo XXI, como Macri, Duque y Piñera, y ojalá que no, pero muy probablemente suceda con Lasso en Ecuador.

En fin, estamos en una guerra mundial del eje totalitario, guerra híbrida y asimétrica, que o bien el liderazgo demócrata se espabila y da la lucha ideológica contra el marxismo cultural, o terminaremos en el mediano plazo entregando nuestros países al totalitarismo oriental, que tiene como norte la aniquilación de la democracia liberal.

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