La última clase presencial que dicté antes de iniciar la cuarentena por la pandemia del covid-19 fue el 13 de marzo. Tuve la suerte de finalizar el semestre en una de las tres universidades que dicto clases y en otra estaba en período intersemestral, por lo que de esa forma solo he llevado 3 cursos (150 alumnos aproximadamente) de una sola institución por vía online. A pesar de ello todo ha sido cuesta arriba por los graves problemas de conexión a Internet, las limitaciones técnicas de mis computadoras y mi ignorancia en este tipo de formación. Pero se puede decir que he logrado poco a poco una relación de enseñanza con mis alumnos, por lo que percibo en ellos, porque gracias a Dios son irreverentes y muy críticos. A continuación les dejo una síntesis de lo que he aprendido en este proceso de ensayo y error.

  1. Haga un horario y luche por cumplirlo, tanto para clases como para las rutinas que deben sustituir las que realizaba cuando iba a los institutos educativos (esto es para todo el mundo, no solo para los docentes). Muy importante es que el día que no tenga clases mantenga las mismas horas que le dedica a ellas para prepararlas. Si está cansado, puede leer en la cama o ver un documental relativo al tema que dictará. No se sienta mal por aprovechar los privilegios que le ofrece la cuarentena, lo importante es cumplir con el hábito-rutina. Lo primero que les dije a mis alumnos fue: seguiremos viendo clases en el horario que teníamos cuando era presencial, salvo algunas adaptaciones de hora, mas no del tiempo que se le dedica.
  2. Nunca olvide que la disciplina y la voluntad es mucho más importante en las clases online y en cuarentena, porque no se posee la presión social de un aula donde tiene la mirada de los alumnos (y para ellos: la del profesor). No se rinda jamás, aunque esté haciendo una “chapuza”. Es decir, si pasan los días y no cumple el horario, ¡siga! Si lo está haciendo a medias y cree que es un fracaso, ¡siga! Si todos se quejan, si no hay conexión, si cree que en Venezuela no se puede dar clases a distancia y menos en cuarentena, ¡siga! Seguir es inventar soluciones cuando parece que no las hay.
  3. Aunque no lo estén viendo sus alumnos, el primer y mejor medio de enseñanza siempre será el ejemplo. Y para que pueda dar el ejemplo no solo debe cumplir lo que promete sino que también debe estar en permanente comunicación con los alumnos. Esta fue la razón por la que, después de establecer un horario, les dije a todos que nos reuniéramos en un grupo en Whatsapp. Es verdad que es duro porque respondo preguntas a casi cualquier hora, pero creo que manteniendo el sentido común lo requieren los tiempos que vivimos. La formación requiere confianza y la confianza se da en el trato.
  4. No mande tantas tareas y actividades, reduzca estas al mínimo. El mínimo que les permita aprender lo esencial. No olvide que los alumnos tienen otras asignaturas y muy especialmente: son más jóvenes que usted y por ello la cuarentena se les hace más difícil, porque su naturaleza inquieta –y más en estos tiempos de terrible hiperactividad– les llevará a la dispersión si hay exceso de trabajo. He escuchado que muchos docentes creen que se debe mandar más tareas porque no asisten a clases. Es un grave error porque no es cierto, he descubierto por mi propia experiencia y la de mis alumnos, que este tiempo se ha hecho mucho más exigente.
  5. Use el programa o medio para clases a distancia que mejor se adapte a las condiciones de conectividad, capacidades de sus computadoras y lo más importante: el que más emocione a sus alumnos. Recuerde que, nos guste o no, el aprendizaje está íntimamente ligado con lo que nos gusta y apasiona. Muchas veces por problemas de conexión he tenido que dejar las clases con videos (al estilo Zoom o lo que se les parece) para darlas por mensajes de voz y fotos en Whatsapp; lo que me demostró que debo usar alternativas en la transmisión del conocimiento y no centrarme en un solo medio.
  6. La cuarentena es el momento perfecto para estimular la lectura. Hable de los libros que está leyendo, haga foros online sobre ellos con colegas profesores (siempre los que conozcan bien el texto) y mande a leer buenos libros (los que permitan transmitir las ideas y el contenido de la clase) pero siempre cumpliendo con el punto 4, que es no caer en excesos. Y coloque una actividad de seminario o debate sobre su contenido.
  7. La cuarentena también es ideal para que vean documentales, pero deben ser cortos en tiempo y lo más amenos posibles. Los seminarios le permitirán discutir su contenido. El documental puede servir como introducción a la clase, pero si en su caso la conexión está muy mal podría solo dejarle ideas acompañadas de documentales que las refuercen. Es atrevido pero puede servir en momentos de emergencia.
  8. Incorpore otras personas a su clase siempre, en especial aquellas que puedan aportar miradas novedosas a su contenido. Mi red social del momento es Instagram, de manera que he llevado a mis estudiantes para allá. Porque cumplo en parte de esa forma con el punto 5, y al gustarme me facilita el llegarles a ellos y otros colegas e interesados en el contenido de mis clases pueden acercarse y aportar.
  9. Si algo he vuelto a ratificar con las clases online es que tener muchos alumnos en la misma no es lo mejor, porque cada uno tiene formas distintas de aprender. Lo que nunca se debe dejar es la relación maestro-discípulo cuya sabiduría es, aunque suene retórico, milenaria. Ruego a Dios que sea un buen maestro siguiendo el ejemplo de tantos que me inspiran: desde los que tuve, pero también aquellos que nunca conocí personalmente pero me enseñan desde los libros y muy especialmente del Maestro de los maestros.
  10. Los principios que les he dado a mí me sirvieron, pero sé perfectamente que no deben ser un dogma sino una ayuda para encontrar lo que mejor sirva a cada uno.

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