1.- El primer ítem de los diez mandamientos de un buen bebedor en estos días de festividades decembrinas tiene que ver directamente con el sagrado acto de comer (ingerir alimentos previo al inicio del ritual ceremonial de escanciar las bebidas de los dioses). Nunca comiences a beber sin antes haberle «metido algo al saco». Craso error cometen quienes empiezan a beber temprano sin comer nada antes, pues todos (bebedores y abstemios) sabemos las consecuencias letales de tan irresponsable decisión.

2.- Nunca te abstengas de beber aunque sea una o dos cervezas antes de comenzar «la faena» de tomar los primeros tragos del día. No obstante, asegúrate de cumplir escrupulosamente con el primer mandamiento, pues es literalmente imperdonable transgredir este primer mandato insoslayable. Una o dos lupulosas después del desayuno no le caen mal a la «tripa cañera».

3.- Trata de ser escrupuloso con este tercer mandato: bebe con gente probadamente conocida de vista, trato y comunicación; especialmente con familiares y personas que de facto son de tu círculo íntimo. Excluye de sus «bebentinas» a quienes no son miembros de tu cofradía tabernaria-familiar. Es cierto que «In vino veritas» pero cuando nos pasamos de copas el espíritu apolíneo es derrotado por el derrapado Dionisio y hay que ser prevenido. Seguro mató a confianza.

4.- Si vas a tomar whisky, ten siempre una buena provisión de hielo, si es posible mete en el congelador ingentes envases con agua el día anterior a fin de disponer suficiente hielo y nunca debe faltar una buena ración de cocos tiernos o en su defecto una buena ración de aguakina o soda. Nunca le agregues agua a un whisky, pues si lleva hielo es redundante y cometes tautología, o sea llueves sobre mojado. No tiene gracia.

5.- Por el amor de Dios, por más que estés poseído por la emoción, la entusiasta alegría matizada por el efecto del música y el ambiente contagioso, evita a todo evento mezclar bebidas; por ejemplo, jamás mezcles anís con vino o cervezas y mucho menos con ron u otra bebida espirituosa de más de 30 grados de alcohol, pues las consecuencias son impredecibles, sin excepción. Ya sabes, «en guerra avisada no muere soldado».

6.- Este apartado es el más difícil de cumplir: bebe con moderación, poquito a poco sin prisa y haciendo breves pausas en las cuales debes beber porciones de agua y comer un «pasapalo» preferiblemente salado o con un leve toque de picante. Cuando bebas, no olvides la enseñanza que nos legó el Cristo: comed y bebed. Jamás hagas una cosa sin la otra y viceversa. No pierdas de vista que el dios Baco jamás ha perdido un combate y, por el contario, ha ganado todas por nock out.

7.- Disfruta del trago, nunca permitas que él te quite ese placer. Con morigeración y ecuanimidad el beber es uno de los placeres más exquisitos que le ha sido dado experimentar a la especie humana.

8.- Mientras bebes nunca te pongas detrás de un volante ni se te ocurra convocar a los concurrentes a prolongar la farra en un río o mar; no pierdas de vista que los sentidos mientras estás tomando no están en sus cabales. Mientras «las bujías están enchumbadas» el motor del sentido común no funciona bien como debe.

9.- Baila todo lo que tu cuerpo y espíritu te lo pida; bailar es un don que nos otorgaron los dioses del festín, de la alegría y de la jacaranda. Baila y celebra. Si el cuerpo lo pide no se lo niegues.

10.- No olvides que siempre habrá un mañana. Pase lo que pase el día siguiente es inexorable. Al día siguiente también existirá un motivo y una razón para beber y celebrar, sea diciembre o enero, sea Carnaval o el cumpleaños tuyo o de un ser querido al cual deseas agasajar.


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