Desperté con ansías, desesperanza, ira y frustración. El lado humano toma el poder y con él las fuertes dosis de las emociones más negativas que agobian a cada hermano venezolano todos los días de esta pesadilla. Amanecí dominado con aquello que combato cada segundo en la batalla más difícil que nos toca superar: la batalla interior. La humanidad inherente hace de las suyas. Es el arma más importante en esta era sin moral. A veces se nubla el pensamiento, entre tanta turbulencia emocional y desorden sentimental, dejando escapar algunas lágrimas habituales e interrogantes que aparecen sin cesar: ¿será que estamos haciendo bien?, ¿será que estamos haciendo algo o quizás no estamos haciendo nada?, ¿será que estamos haciendo lo correcto?, ¿vale la pena tanto sacrificio, tanta dedicación, tanta entrega?, ¿en qué sociedad sobrevivimos?

¿En qué país nos estamos criando?

¿Cuál es el legado estamos dejando, más allá de las ambiciones individuales?

¿Realmente luchamos por lo que merecemos o nos acostumbramos a lo que tenemos? Jamás, jamás, jamás, me hubiese imaginado ser parte de está nueva epopeya nacional, en búsqueda de algo más que un país.

Decidí­ agarrar mi tricolor y salir al asfalto. La marcha ya estaba convocada y aunque no había asistido me animé a ir. El ambiente está tenso; unos dan sus discursos, la otra parte se toma fotos y unos pocos preparan la capucha. ¡Llegó la Guardia! Grita un pana sin parar y el terror empieza a brotar. En el medio estoy yo, con mi rosario y mi sombrero, escucho a lo lejos los perdigones de la represión, empiezan a sentirse los gases y voy rogando no ser una de las noticias sangrientas. Pasan los segundos y con ellos la angustia se apodera de mis sentidos. Empezamos a correr, ya nuestro cuerpo está agotado y entre lágrimas y disparos observo que de detienen ante mi. ¿Qué pasó?, ¡Chamo, te dieron! y cuando toco mi pecho la mano se tiñe de rojo carmín. Veo todo en cámara lenta como si no supiera el final de la escena. Todo se torna negro, oscuro, confuso, con un zumbido aterrador y mi corazón dejó de latir…

Los latidos se escuchan, mi mente aún no responde, mi fuerza es insuficiente y los recuerdos pasan sin parar. ¿Estaré en el cielo o en el infierno?, ¿pa’donde me llevaron, si mi corazón es bueno y la maldad he expulsado? De pronto se acerca un anciano, en su barcaza negra con calaveras y recordé que su nombre es Caronte, como me lo contó mi abuela. ¡Sube, la multitud te espera y el patrón no le gusta que lleguen tarde! Yo medio cobarde le doy una moneda. «Es lo único que tengo, ¿a dónde me llevas?» Lo único que escuché fue el silencio espectral.

Mientras navegaba me di cuenta que no era el agua que conocía, era lúgubre y fantasmal, en ellas veía almas en pena, y buscaba si reconocía alguna de ellas. Me sorprendí al ver a muchos que consideraba héroes e influyentes enterrados en medio del olvido, el dolor y el fuego inclemente. «No los veas», me gritó el anciano sin tapujos, yo con terror y con la garganta hecha un nudo me aferraba a Dios. «¿Por qué lo haces si jamás en tu vida pediste la bendición?», me preguntó. «Aquí su poder no llega ni el de su corporación». El terror me invadió, como no, me hizo dudar, titubear y hasta mi argumento paralizó. «Hemos llegado y cuidado con el Can que está hambriento y le gusta carne fresca».

La inmensa puerta negra se abre y la multitud se enardece, no son ángeles ni están cerca; la fanaticada presente estaba coreando el nombre de Lucifer con esfuerzo y pasión. Todos me abucheaban pues yo era opositor. El escenario está listo y lanzan una maldición, entre bombos, llamas y platillos el monstruo apareció: ¡Acércate escuálido, bienvenido a mi mansión! Entre aplausos y fanfarria, subí para empezar la cruel dinámica. «Esto será un debate. Si ganas te dejaré que te marches y si no, serás condenado hasta la eternidad». En mi vida había debatido, detestaba la política y mi valentía se había ido, pero el tipo empezó:

“En nuestros tiempos se trata no tanto de violentar a los hombres como de desarmarlos, menos de combatir sus pasiones políticas que de borrarlas, menos de combatir sus instintos que de burlarlos, no simplemente de proscribir sus ideas sino de trastocarlas, apropiándose de ellas. El secreto principal del gobierno consiste en debilitar el espíritu público, hasta el punto de desinteresarlo por completo de las ideas y los principios con los que hoy se hacen las revoluciones. En todos los tiempos, los pueblos al igual que los hombres se han contentado con palabras. Casi invariablemente les basta con las apariencias; no piden más, es posible entonces crear instituciones ficticias que responden a un lenguaje y a ideas igualmente ficticios”, fustigó.

Ahora me tocaba a mí:

«Ese argumento que usas es de un escrito de Maurice Joly, y aunque mi nombre no es Florentino, aquél que en mi tierra una copla te ganó, aunque esté en el infierno llevo en mi pecho una estampa tricolor. La conquista de un sueño es lo que separa a los que viven de los que mueren, la unión es lo que separa a los victoriosos de los fracasados y la exhaustiva lucha por un ideal es lo que separa a los que son y a los que trascienden. Todo es pasión, todo es corazón, todo es constancia, todo es preparación, todo es alma, todo es visión, todo es voluntad ya que el talento huérfano es muerto. Existen momentos estelares en la vida de las personas y marcan un hito en la historia de su haber. Momentos que nos guían hacia la trascendencia. Momentos que sacan nuestra esencia más arraigada a pesar de las vicisitudes. Momentos que ponen a prueba la dureza de nuestro espíritu y el fulgor de nuestra alma. Momentos en los cuales la destrucción de lo que nos atrasa es inminente y la promesa de un mejor futuro es el principal impulso. Existen momentos, momentos de momentos que separan a los grandes de los cobardes».

«¿Nos llamas cobardes? Cobardes son aquellos quienes creen que la libertad es una idea, en lugar de reclamarla como posibilidad de acción social, con que la libertad se le reconozca en el plano ideal ya le basta para sentirse satisfecho; a quien no le interesa de la democracia más que su forma de legitimar sin escándalo lo vigente, en lugar de tenerla por el instrumento subversivo de revocación permanente de lo dado, con que se le conceda formalmente la democracia, se contenta y ya no pide más. El contenido radical de la democracia va siendo descartado como utopía inviable o provocación», recalcó.

«Hoy te digo que, el mítico Fénix emerge de sus cenizas. Un ave legendaria que tiene la capacidad de resurgir a la inmortalidad. Una historia que nos ha acompañado por décadas y que hoy podemos aplicar su enseñanza ancestral porque, las páginas del libro de virtudes de toda una raza ha sido reducido a cenizas por el fuego tiránico que hoy expulsas, solo una está aún en resistencia: la supervivencia. Lucha sin descanso en los corazones de unos pocos ya que los demás sucumbieron en sus ambiciones. ¡Tienes razón! La época de las cavernas ha vuelto a ser una realidad luego de años de evolución. Un siglo que nos bendice con tecnología, innovación e información, ha derramado lo peor de sus maleficios sobre toda una especie. ‘La era de la información’ pareciera ser a la inversa ya que no hemos aprendido a usar las virtudes que hoy nos obsequian sino que a su vez, hemos mejorado los vicios y aberraciones del pasado. La peor de las calamidades y las que vendrán si no se corrige a tiempo. Llegará el momento en que nuestros cuerpos dejen de funcionar, llegará el momento en que los latidos de nuestro corazón de acero sucumban definitivamente ante la adversidad, llegará el momento donde el vidrio inflexible de nuestros espíritus se destrocen y la opción de hacer un mosaico no exista, llegará el momento en que la llama fulgurante de nuestra alma irreverente y patriótica se extinga eternamente pero, ¿saben qué? ¡Este no es el día! Aún podemos dar un poco más, aún podemos seguir luchando, aún podemos seguir soñando, aún no nos hemos rendido porque el sol aún no se oculta por última vez…»

La neblina desapareció y mi corazón volvió a latir, y el sonido del tic tac empecé a oír…

@JorgeFSambrano

#RendirseNoEsUnaOpcion


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