Desde hace varios meses se habla de un repunte económico en Caracas y otras pocas ciudades del interior, lo que ha generado todo tipo de hipótesis sobre las causas y sus futuras consecuencias. La gente compra en la mayoría de los establecimientos en divisas extranjeras y muchos tienen fijados sus servicios en dólares, llegando a un punto donde finalmente pareciera haberse perdido el miedo de hablar abiertamente de dólares como moneda de pago (a pesar de que los ilícitos cambiarios tienen rato derogados).

Conversando con un amigo que vive muy cerca de la frontera con Colombia, comentó algo que llamó mi atención: “Los precios se basan en Cúcuta, tratando de que la gente gaste aquí y no allá, un kilo de cochino lo venden en Cúcuta equivalente a 4 dólares mientras que aquí lo venden a 3 dólares”. Mientras que en Caracas me comentan cosas como “en el bodegón X tienen el aceite de oliva más económico que en el bodegón Y”. Estos hechos me llevan a analizar si estamos ante las puertas del retorno al libre mercado que poco a poco fue destruido por Chávez y su predecesor.

Lo primero que hay que considerar es que todo lo que se viene desenvolviendo en Venezuela ha sido prácticamente de facto, si bien hubo una supresión del control cambiario normativamente hablando, el resto de las regulaciones se mantienen, al menos en papel. La dolarización no es producto de una política macroeconómica, sino el resultado de un colapso monetario y del mercado de bienes y servicios. Las divisas vienen de diversas fuentes, no es solo lavado de dinero (aunque obviamente existe, ya que los capos del chavismo hacen vida en Venezuela, por tanto, parte del dinero que obtienen en alguna medida se redistribuye dentro del territorio venezolano), también viene de empresas o personas con actividades que se facturan en dólares (cosa que no es nueva y es perfectamente legal), sin olvidar las llamadas “remesas” generalmente transformadas en bolívares pero cada vez más comunes en divisas en efectivo. Muchas empresas pagan a sus empleados, hasta el de más bajo escalafón, algún componente en divisas, lo que al final termina siendo absorbido por el mercado.

Lo antes mencionado es ya algo “normal” según comentan los habitantes de diversas ciudades, donde todos los días hay una anécdota nueva, los establecimientos reciben dólares pero no te dan vuelto o cambio en esa misma moneda, tampoco emiten facturas y la Administración Tributaria, por ahora, solo mira desde la barrera. Para algunos el país está despertando -económicamente hablando- a través de la iniciativa de su propia gente, para otros el país se mueve en un entorno cada vez más bizarro, la última semana fue así: el miércoles vimos gente de zonas populares recibiendo perniles en estado de descomposición, el jueves escasez de gasolina en al menos 18 estados del país, el viernes un fiestón épico en el Hotel Humboldt y el sábado niños muriendo de desnutrición. Entonces, ¿estamos volviendo a un sistema de libre mercado?

Para que exista un sistema libre o mixto de mercado no basta con la reaparición de bienes y servicios, ni con la dolarización -de facto- de la economía, es trascendental la seguridad jurídica que brinda ese mercado, donde el acceso a esos bienes es continuo y dentro de estándares transparentes. En el curioso caso que vive Venezuela en este momento tenemos todavía la vigencia de una serie de normas de corte comunista (Ley Orgánica de Precios Justos por solo mencionar una), que aunque no se estén cumpliendo siguen siendo el marco jurídico aplicable y donde las reglas de facto son más o menos así: (i) tiene acceso a bienes y servicios de manera más o menos continua el que consigue la manera de obtener divisas, (ii) la frontera y sus aduanas son administradas mediante la extorsión, (iii) cada vez hay una menor presencia del Estado desde el punto de vista institucional, (iv) las actividades ilícitas son fuente significativa de la actividad económica, (v) fallas de servicios constantes en casi todos los estados del país, (vi) hambre y miseria bien porque no se consiguen bienes o porque no tienes las divisas para pagarlos.

Para algunos lo que está ocurriendo en Caracas y otras ciudades es el inicio de una “transición económica” o bien el giro hacia el mal llamado “modelo chino”, a pesar de que lo ocurrido en China no es producto de un modelo exitoso de economía, sino del crecimiento industrial y comercial apalancado en la explotación de seres humanos. Aunque se quiera ver esto como una suerte de híbrido, es de destacar que esos “híbridos” tienen cuando menos una serie de elementos disciplinarios que los hacen funcionales, en esencia me refiero a que tienen gobierno (aunque sea autocrático), las fuerzas del orden responden a una línea jerárquica de mando y, en especial, los únicos autorizados para cometer crímenes son las propias fuerzas del Estado, de modo que la seguridad física es medianamente garantizada (si no te metes con el gobierno), cosa que también puede trasladarse a la seguridad jurídica, en la que se puede tener una mediana certeza de que las normas -por malas que sean- se cumplirán, salvo que entres en conflicto con el gobierno. De manera que algo clave para la evolución de la inversión y por ende de la economía, como es la predictibilidad, puede calcularse en una estructura de costo-beneficio, donde el riesgo vale la pena porque el beneficio es alto.

De momento nada de eso está ocurriendo en Venezuela, tanto la seguridad jurídica como física siguen siendo igual de inexistentes como hace un par de años, la predictibilidad ni hablar, el colapso de los servicios no está ni cerca de corregirse y la incertidumbre es la base fundamental de ese repunte económico de Caracas, en consecuencia, no es posible hablar de regreso a un sistema de libre mercado, por ahora, no solo porque no existe el marco idóneo para ello, sino porque solo unos pocos pueden acceder al mismo y su subsistencia es totalmente impredecible (no por razones de eficiencia económica sino por razones de inseguridad).

¿Qué ocurrirá con este inesperado aire de mejoría? Pues dependerá de los que ejercen el poder en Venezuela, así de incierta es nuestra economía.

@alejogallotti

 


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