Miguel Rodríguez Torres

Por Luis Manuel Aguana, miembro de la Directiva Nacional de ANCO

La mayoría de los presos que el régimen mantiene en las mazmorras de los cuerpos de seguridad son militares. De acuerdo con las cifras de la ONG Foro Penal, hace un mes había en Venezuela un total de 274 presos políticos, de los cuales 151 son militares. Esto es poco más de 55% de las persecuciones que realiza el régimen para protegerse de un eventual desplazamiento (ver Balance de #PresosPolíticos en Venezuela al 19/12/2022 por @ForoPenal, en https://twitter.com/ForoPenal/status/1605975715630813184).

Y esto no deja de ser lógico. Saben de largo que su estabilidad depende de las armas que les incautaron a los venezolanos. Y también así ocurría con las tiranías en el pasado, cuando los principales líderes militares de una posible sublevación eran objeto del peor encierro y vejaciones. Adonde ellos piensen que puede moverse el liderazgo de los militares, allí ponen su mayor ensañamiento.

Pasó en la época de Gómez y de Pérez Jiménez. En esta época el ensañamiento ha sido en contra de militares como el capitán (Ej) Juan Carlos Caguaripano, capitán de navío Luis de la Sotta, el general (Ej) Raúl Isaías Baduel (con el resultado trágico por todos conocido y que aún se encuentra pendiente de una investigación profunda), y más recientemente con el teniente coronel (Ej) Igbert Marín Chaparro, a quien le niegan mínimas condiciones humanas para su encierro y se halla en la actualidad en plena huelga de hambre.

Ahora bien, en medio de ese horror que se ha cometido con los militares, vemos con incredulidad que el exministro de Relaciones Interiores mayor general (Ej) Miguel Rodríguez Torres, creador de La Tumba, responsable de las muertes de los estudiantes Jorge Redman y Bassil Da Costa en 2014, fue excarcelado de su confinamiento de 5 años en la DGCIM hace pocas horas y enviado a España, de la mano del expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. La cosa tiene que estar muy grave dentro de los cuarteles para que el régimen crea peligroso mantener a ese alto oficial preso en Venezuela, sin atreverse a darle el mismo tratamiento que le dieron al general Baduel.

De ninguna manera pienso que esa excarcelación sea una concesión graciosa al exministro del régimen, para que consideraran que era más importante para ellos tenerlo bien lejos de Venezuela. Estas son las grietas que presenta la tiranía. La huelga de hambre del Tcnel. (Ej) Marín Chaparro, primero de su promoción y excomandante de la primera unidad militar del país, el Batallón Ayala de Fuerte Tiuna, hace que para la tiranía sea preferible ese oficial más muerto que vivo. Esa es una consideración que ojalá tomara en cuenta el propio comandante Marín Chaparro antes de tener el mismo destino de Franklin Brito. A esta tiranía no le importa una huelga de hambre, al contrario, resultan un escape para ellos, aunque posteriormente sean responsables de sus consecuencias. Lo que verdaderamente les aterroriza es tener a un oficial con esas credenciales que sea un ejemplo para los demás en los cuarteles.

Y de eso se trata todo este tema: ¿dónde está el liderazgo de la Fuerza Armada? El régimen tratando de impedir a toda costa que el liderazgo real se mueva a la disidencia militar, como una vez se encarnó en Hugo Enrique Trejo el primero de enero de 1958, y, por otro lado, una situación de país insostenible para todos, y en especial para ellos, lo que necesariamente más temprano que tarde les obligará a intervenir. Gracias a Dios el liderazgo no es algo que alguien, y menos el régimen, determine.

Pero la historia es terca e impredecible. Ya el mal está hecho. Las bases mismas de toda la sociedad venezolana, incluyendo a los militares que no son parte del saqueo, no los quieren. La última etapa es que alguno de ellos asuma el liderazgo del sostén del régimen para cambiarlo. Y allí no habrá Alto Mando que valga y ellos lo saben.

Sin embargo, como lo indiqué en esa nota de 2016, si ocurre un movimiento inesperado y la disidencia militar al régimen llega a tomar el control, entrarán con una agenda que nadie conocerá hasta que ellos la digan. Eso puede ser tanto para hacer elecciones en 1, 2 o 10 años, como hacer una Constituyente o quedarse para siempre en el poder si les da la gana. Nadie lo sabrá hasta que eso pase. No existen garantías de nada. En ese escenario completamente descontrolado, prefiero que un criminal de delitos de lesa humanidad se encuentre en España y no aquí en ese momento, tomando el control de la situación. Siempre puede haber alguien peor que el que ya tenemos. Fíjense que tuvimos a Maduro después de Chávez…

El 23 de enero de 1958 debería ser conmemorado como el día de una transición hacia la democracia, no el día en que salimos de una tiranía. Haber llegado a una democracia después del 23E fue obra de unos estadistas que realmente no tenemos ahora. No me cabe duda en este día de lo inevitable del fin del régimen. Mi duda reside en lo que vendrá. Si todos tenemos claro esto, deberemos trabajar para que lo que pase el día siguiente de esa transición, venga como venga, no nos agarre desprevenidos y sin saber qué hacer.

El mejor mensaje del 23 de enero a los venezolanos no es para que unos militares pongan punto final a una tiranía inviable y narcocriminal, en estricto apego al orden constitucional, sino para que quienes vengan después tengan un mínimo de estatura ética, moral e intelectual para establecer con el verdadero liderazgo de la Fuerza Armada una ruta segura que nos lleve a un proceso de recuperación del sistema de libertades. Que Dios nos ayude…

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