«La poesía también vive en la cárcel«. Rodolfo Izaguirre

A mi sufrida adolescencia con una obligatoria lectura de los clásicos literarios y los diversos pensamientos filosóficos, por ser el mayor de los hijos de el viejo Carlucho, le debo mi cierta cultura en todas las artes. También un gran porcentaje de los fugaces rasgos de redacción y narrativos por los cuales, desde la provincia, me han dado la oportunidad de ser un articulista de opinión en muchos de los más prestigiosos diarios del país. El otro porcentaje de mi aprendizaje en literatura, debo agradecérselo a unas decenas de articulistas de opinión, cuya influencia en mí aún es notoria. Cabrujas, Caballero, Kotepa, Milagros Socorro y otros que no fueron del diario El Nacional también. Teodoro, Pompeyo, Carlos Raúl, Poleo y hasta esos geniales humoristas que resultaron ser Claudio Nazoa y Laureano Márquez.

A Rodolfo Izaguirre confieso no haberlo leído con la constancia y la interesante contribución epistémica que ha debido tener en mí en esos años de obligatoria lectura “auroritas” de mi padre. ¡Aún no es tarde profesor!

Cuenta Rodolfo su estremecimiento al ver a sus amigos barbudos en una época donde la implacable “Gillette” era una norma de uso continuo en nuestro rostro -bigotes aparte-. Su espíritu ñángara le sirvió de excusa para aceptar a un Fidel barbudo como símbolo de una revolución diluida en retórica, sueño utópico de quienes al conseguir el poder evolucionaron hacia el sadismo, hacia la perversidad y hacia la ambición. ¡Muchos han debido aprender la lección!  No solo la poesía vive en la cárcel profesor.

A la imaginación nadie la puede encarcelar.

Las ideas son inmunes a las balas.

La dignidad no tiene precio.

La injusticia sufrida por Edmundo Dantes en el libro de Alejandro Dumas es una bagatela en comparación con el castigo que Zeus le dio a Prometeo. O con la crucifixión de Jesús narrada en la Biblia. También con las descritas en Los Miserables. Matar al ruiseñor. El proceso y recientemente en El perfume. Execremos ese pasado, Rodolfo Izaguirre.

Recordemos viejas anécdotas y contemos nuevas historias, hermano. La creatividad y la imaginación son infinitas cuando necesitamos contribuir e incentivar a otros a construir el país que queremos. Comencemos con todas nuestras vivencias y con todo nuestro corazón. Integremos a los jóvenes con talento a unirse, como un ejemplo para transformar nuestra fracturada sociedad.

Hagámoslo a través de la poesía, de nuestros artículos, de la pintura, la escultura y de cada forma de arte. Hagamos trizas la frase de Oscar Wilde “Todo arte es inútil” e instemos a nuevas generaciones a ser parte del país que queremos.

Portuguesa es un manantial de creatividad en cuanto a eso. John Suárez, músico y compositor, recientemente dirigió la Orquesta Sinfónica de Curazao para deleitar a la princesa Amalia de Holanda con un vals de su autoría, “Sunsets for princess Amalia”. De Graterolacho y Joel Hernández ya tienes referencia. Tal vez desconozcas que Jorgita Rodríguez también es de aquí. Si no la conoces, te lo diré de esta forma:

Si la poesía vive en la cárcel, Rodolfo; el aplauso va por dentro.


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