“Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas» (RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA)

En esta vida a uno no le queda otra más que caminar y, mientras camina, ir tomando decisiones. Como en aquel poema de Robert Frost de los senderos que se bifurcan en el bosque, uno se ve obligado a elegir uno de ambos. Los tres últimos versos de «The Road Not Taken» son una sentencia vital: «Two roads diverged in a wood, and I— / I took the one less traveled by, / And that has made all the difference». Y de las decisiones que tomemos cada vez que nos encontremos ante un cruce de caminos, de estas decisiones depende lo que somos y lo que seremos. La verdad es esta.

El pasado mes de abril, el actor Ricardo Darín era entrevistado en El Hormiguero y, entre otras cosas, habló de su amor por los perros. A la pregunta que le hacía Pablo Motos sobre qué le gustaba de los perros, el argentino respondía que además de la incondicionalidad de estos animales con los hombres, le sorprendía la alegría con la que le recibía su perro en casa. Bueno, él lo cuenta a su manera y lo explica muy bien (El Hormiguero, 24.abril.2023. #DarínEH) tiktok.com/@gandulfelvago/Darín.y.perros/*). No creo equivocarme si digo que hay un cruce de caminos en el bosque de la vida cuando uno elige querer a un perro o querer a un gato. Creo que son dos clases de amor.

El gato representa a la mujer, enigmática, cautelosa, independiente, mientras que el perro se parece al hombre, noble, directo, fiel e incondicional (como apuntaba Darín). Sé que el símil resultará simplista e infantil. No puedo evitarlo. Supongo que hay perros enigmáticos, por supuesto, y gatos muy leales, pero yo no los he conocido todavía. Y qué carajo, a mí los gatos no me inspiran la confianza ni la conexión que me inspira un perro.

Últimamente, un gato atigrado ha tomado la costumbre de colarse en el jardín de la entrada de casa. Se acomoda en un rincón y a veces se queda dormido. Lleva haciéndolo ya unas semanas. Nadie le invitó a entrar, pero tampoco pareció preocuparle este detalle. Durante este tiempo, apenas se ha acercado a nosotros. El minino ha guardado las distancias, hasta que el otro día, al dejarnos  la puerta entreabierta el bicho se coló en casa y alguien de género femenino se atrevió a echarlo fuera.

Me hace gracia la intuición de la gente cuando escribe mensajes en internet que coinciden con lo que uno piensa («soy de ese tipo de personas que dice hola a los perros»). Me hace gracia porque yo también soy así. Saludo a los perros, sobre todo cuando van solos. La verdad es que llamo a todos Chuski, no me pregunte el porqué, porque no tengo ni idea.

Ayer, sábado 6 de mayo, fue la coronación del rey Carlos III de Inglaterra en la abadía de Westminster en Londres. El acto fue oficiado por el arzobispo de Canterbury. Las calles de la capital inglesa rebosaban de gente que no quiere perderse la ceremonia. En un tweet del 4 de mayo**, una periodista americana, Kinsey Schofield, compartía una enternecedora instantánea tomada en las calles de Londres en la que aparece el príncipe Guillermo de Gales  y un perro con este pie de foto: «Find someone that looks at you the way this dog looks at Prince William».

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tiktok.com/@gandulfelvago/Darín.y.perros/

vídeo (1:40 minutos)

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twitter.com/kinseyschofield/PrinceWilliam&dogs/

Kinsey Schofield / tweet.4.May.2023 /(‘ENCUENTRA A ALGUIEN QUE TE MIRE DE LA MANERA QUE ESTE PERRO MIRA AL PRÍNCIPE GUILLERMO’)


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