La lucha de Narges Mahammadi puede compararse con la de Nelson Mandela, que duró más de 30 años antes del fin del régimen del apartheid en Suráfrica, dijo el 10 de diciembre la presidenta del Comité Nobel noruego, Berit Reiss-Andersen.

Y es que cuando Oslo y el mundo celebraban el Premio Nobel de la Paz 2023 a la encarcelada activista pro derechos humanos y periodista iraní, esta iniciaba una huelga de hambre en solidaridad con la comunidad bahaí, la mayor minoría religiosa de su país discriminada en muchos ámbitos de la sociedad.

El 6 de noviembre, un mes después de conocerse que le habían otorgado el galardón “por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán”, Mohammadi también comenzó una huelga de hambre para protestar contra las autoridades de la prisión de Evin en Teherán, detrás de cuyos “altos y fríos muros” está desde 2021.

Por vía reservada se sabe que a los dos días tuvieron que llevarla de urgencia al hospital,  donde le hicieron pruebas y la devolvieron a la cárcel antes de tener el resultado de los exámenes. Estos llegaron días después: tenía líquido alrededor del corazón y obstrucción de hasta 80% de dos arterias, algo que requería una angioplastia inmediata.

Después de ponerle como condición que usara el velo, a lo que ella se negó porque lo considera “un medio de controlar y someter a toda la sociedad”, finalmente la llevaron para el tratamiento. Pero el mismo día la obligaron a volver a prisión en contra de la recomendación médica.

Los santones de Teherán están jugando con la vida de esta mujer con el solo propósito de transmitir el mensaje de que todo quien quiera defender los derechos humanos y exigir democracia “se lo piense dos veces”.

El régimen de Maduro en Venezuela, socio del iraní en crímenes de derecho internacional como la persecución, también se ensaña contra la mujer. El 4 de agosto de 2022 condenó a 30 años de prisión a Emirlendris Benítez, que permanecía detenida arbitrariamente por motivos políticos desde el 5 de agosto de 2018 y también padecía problemas de salud como consecuencia de tortura y condiciones de reclusión inhumanas.

Su abogada no pudo apelar porque la sentencia no se publicó. El Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria, recuerda Amnistía Internacional, había pedido su excarcelación inmediata. “Emirlendris nunca debió haber sido detenida, pues las autoridades venezolanas no han proporcionado ninguna prueba creíble en su contra y los cargos parecen tener motivaciones políticas”, señala la ONG.

Frente a  las tiranías, sin embargo, se alza el combate de la presa política Narges  Mohammadi para promover los derechos humanos y la libertad para todos. “Las mujeres de Irán llevan más de 30 años luchando contra la segregación. Su sueño de un futuro mejor acabará haciéndose realidad”, pronosticó el 10 de diciembre la presidenta del Comité Nobel noruego. Y  Mohammadi es de la talla de Mandela.


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