En su libro El Antiguo Régimen y la Revolución, Alexis de Tocqueville señala unas características de la Revolución francesa que la hacen muy similar a las Revoluciones Comunistas que ha habido a lo largo de la historia. Esto no significa, claro, que no haya diferencias entre ellas.

Tocqueville señala que la Revolución francesa pretendía acabar con las instituciones del Antiguo Régimen, pero no para implantar la anarquía, sino para sustituirlo por un régimen que llegaría a tener, en sus propias palabras, más poder que ningún otro régimen desde el Imperio Romano.

El socialismo científico, de Karl Marx y Friedrich Engels, aspiraba a una sociedad en cuya fase superior cada individuo contribuiría según sus capacidades y recibiría acorde a sus necesidades. Pero en la práctica, nunca se pasó de la dictadura del proletariado, regímenes totalitarios con un gran poder sobre la sociedad.

También destaca Tocqueville el carácter proselitista de la Revolución francesa, característica también existente en el comunismo. O estás conmigo o estás contra mí.

El carácter internacional de la Revolución francesa también se encuentra en el comunismo. No sólo se aplica a una nación en concreto, sino que sus aspiraciones se proyectan a toda la raza humana.

Pitt decía que la Revolución francesa tenía “opiniones armadas”. Lenin afirmaba que los comunistas eran como los cristianos originarios, pero con metralletas.

La Revolución francesa estuvo muy influida por las ideas de la Ilustración. Esas mismas ideas influyeron en los Estados Unidos de América, para que, al lograr la independencia, implantaran una Constitución basada en la separación de poderes como forma de preservar la libertad de los ciudadanos frente al poder político.

En Francia estas ideas de control al poder político no fructificaron, probablemente por la reacción que se produjo por parte de los partidarios del Antiguo Régimen, y que finalmente hicieron que se desembocara en un régimen totalitario como el de Napoleón.

También existen similitudes en cuanto a la relación con la Iglesia Católica. Según Tocqueville, el anticlericalismo de la Revolución francesa se debió más al rechazo a la participación de la Iglesia en asuntos políticos, que a que hubiera una diferencia en cuanto a ciertos principios que ambas, en teoría, defendían. Lo mismo se puede aplicar al comunismo.

En la práctica, tanto la Revolución francesa como el comunismo derivaron en abusos de poder y, en el caso del comunismo, en una gestión ineficiente de los medios materiales.

La vía de la Constitución norteamericana, con sus defectos, se ha probado más eficaz, pues ha hecho de Estados Unidos el país líder a nivel mundial. Si bien es cierto que se podrían mejorar aspectos de la misma, que hacen, por ejemplo, que sólo lleguen a presidentes personas con mucho dinero.

Pueden existir críticas a las actuaciones de Estados Unidos en política interior e internacional. En cierto modo, una Constitución como la suya hace que se tenga el poder político más eficaz, aunque se pueda utilizar de manera equivocada.

La separación de poderes, que ya existía en la Antigüedad en la República Romana, con sus dos cónsules, y en Grecia, con sus distintas asambleas, consigue que el poder político, al dividirse, se autocontrole.

La democracia representativa tiene un gran peligro y es el abuso de poder por parte de los representantes elegidos. En la actualidad existen muchos regímenes que se denominan democracias que en realidad no lo son, por la ausencia de separación de poderes y de representatividad, que hacen que se produzcan abusos en forma de corrupción económica y de toma de decisiones, no para el interés de sus representados, sino de otros estamentos.


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