El 8 de marzo, la activista iraní Yasaman Aryani, de 23 años de edad, entregó una flor a una mujer con hiyab, el velo para cubrirse el cabello, y afirmó que esperaba que un día pudieran caminar juntas por la calle: “Yo sin hiyab y tú con él”.

Esa imagen, captada en el Metro de Teherán, la capital iraní, precisamente el Día Internacional de la Mujer, se viralizó muy pronto en un video y bastó para que la “policía de la moral” la detuviera y allanara su vivienda.

Por abogar porque algún día llevar el velo sea una opción y no una obligación, Aryani es acusada de incitar a la prostitución y de hacer propaganda contra el sistema. Temeroso de los movimientos sociales de base, el régimen fundamentalista, como otros dictadores del mundo, pretende sembrar la impresión de que la protesta es digitada desde Occidente.

“La criminalización de mujeres y niñas por no llevar hiyab es una forma extrema de discriminación contra las mujeres y su dignidad”, recuerda Amnistía Internacional, que apuesta por la presión internacional para lograr la liberación de la joven activista iraní. Con ese propósito, la organización mundial pro derechos humanos ha recogido en pocos días más de 30.000 firmas en todo el planeta que respaldan una solicitud de libertad a las autoridades iraníes. La madre también terminó entre las rejas por indagar sobre el paradero de la hija.

La revolución islámica de 1979 había reinstaurado el uso del hiyab después de un período de relajamiento bajo el sha Mohammad Reza Pahlevi, que promovió la occidentalización del país, y desde hace unos años el Estado ha reforzado la vigilancia de ese código de vestimenta en las mujeres con la llamada “policía de la moral”, integrada por esbirros de civil que sin fórmula legal apresan a manifestantes en las calles.

Sin embargo, la coerción no funciona siquiera con la “policía moral”, otro cuento parecido al de cierta ley contra la “incitación al odio”, que en realidad solo busca acallar el disenso. El régimen iraní también afronta una economía en problemas, con una divisa devaluada y fuerte aumento en el precio de la vivienda, así como las presiones del gobierno de Donald Trump por desacuerdos en materia nuclear.

Pese a la represión, la ola feminista global impulsada por el #MeToo en Estados Unidos, también ha llegado a Irán. Desde 2017 crecen en ese país las protestas contra la obligación de usar velo y ya son mucho menos las mujeres que emplean el chador para cubrirse la cara.

Las redes sociales han viralizado la protesta de las valientes mujeres iraníes, y en algunos videos se las puede ver en plena avenida de la Revolución en Teherán quitándose el velo y agitándolo a la vista de todo el mundo. Y ya no funciona el chantaje de las agresiones verbales y físicas de la “policía moral”. Como en otras latitudes tampoco funciona el chantaje de la Ley del Odio.


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