El único logro palpable de la revolución chavista ha sido hasta ahora el sometimiento casi absoluto a sus designios. Desde sus inicios, la excepcional temeridad del contestatario se ha pagado con la vida, la libertad, el exilio y hasta con su patrimonio.

Nada que no se haya dicho antes; sin embargo, las terribles consecuencias de su fracaso en todo lo demás que debió suponer el mejoramiento de la calidad de vida en lo económico y social, obras, servicios, empleo, paz social, seguridad, etc.; en fin, todo lo que debe concernirle como régimen gobernante constituye una descomunal carga que determinará su inevitable caída. Es la metástasis de la incapacidad, el caos y la corrupción, que lo mina y corroe en sus cimientos, la que finalmente se encargará de hacer el trabajo que no ha podido hacer la oposición durante estos largos 24 años de chavismo.

Al margen de las tendencias ideológicas, cala hondo en cada hogar venezolano, vecino, obrero, maestro o profesor jubilado y migrante, el contraste de sus penurias con las fortunas que han amasado los políticos, bolichicos, militares del régimen y algunos de la oposición, que amparados en una total impunidad las alardean con impudicia. Ha quedado al desnudo por falso el discurso de la redención de los pobres. No bastó que les incumplieran, los hicieron más pobres y famélicos dependientes de un Estado secuestrado.

Son esos dolientes quienes cada vez más están alzando su voz y concentrando voluntades para ponerle fin a este desmán. Lo están haciendo por combustión espontánea por el correaje natural de sus respectivos ámbitos, con sus liderazgos auténticos, ajenos al avatar y al compromiso de bandos. Es la expresión más genuina de los factores de la sociedad civil de más sustrato popular, los de mayor arraigo y desprendimiento, los mismos que sin cálculos políticos están tomando la calle sin discursos acicalados y con crudas verdades dichas sin remilgo. Emplazan y proponen. Le están dando una clase al sedicente liderazgo partidista.

Su esencia es la de una masa crítica que no debería ser desvirtuada ni permeada para convertirla en un instrumento partidario; antes por el contrario, debe ser apoyada incondicionalmente por el resto de todos los factores que la componen. Será el factor multiplicador más importante del ámbito opositor. Salirle al paso con regulaciones y controles, para impedir su organicidad, es coartarle su legítimo derecho de asociación y manifestación. Eso también es represión, tal como la que se recrudece de hecho en las calles para acallar la protesta. Esa misma represión es la señal inequívoca del temor que infunde un movimiento popular que ponga punto final a este infame régimen.

Aquellas heroicas protestas de los estudiantes, vilmente asesinados, presos y torturados, en una brutal represión, vistos los hechos de hoy, se asemejan a aquel aleteo de una mariposa en determinado lugar y momento, que puede ser “la causa de un terrible huracán varios meses más tarde en la otra punta del globo”, según enuncia la Teoría del Caos Social.

@vabolivar


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