Gracias a El Nacional dedico, con estremecedora emoción, el presente artículo a las heroicas madres venezolanas. Ellas que frente a la narcotiranía se rebelan, día a día, haciendo sobrevivir la esperanza hasta que sus hijos logremos vivir juntos el renacimiento de la libertad, la justicia y el Estado de Derecho en Venezuela.

“Dejó, o dejaron, de existir” es una frase común ante el fallecimiento. Ante la vida y la muerte sin sentido, nos detenemos a recomponer la frase para hacer una oración: ”Han pasado a otra nivel de energía”. Quien haya sembrado amor en otro ser, o haya dejado en su mente una idea trascendente, nunca dejará realmente de existir. Vienen a mi el recuerdo muchos luchadores con ideas, como el querido Emeterio Gómez, quien gracias a la Alianza por la Libertad que constituimos por aquel año 2002 no dejará de existir para muchos de nosotros.

Para cuando escribo este artículo, de acuerdo con la contabilidad que lleva la Universidad John Hopkins han fallecido 272.578 personas, aproximadamente 7% del total “contabilizado” sobre casi 4 millones contagiadas por el virus chino, a nivel mundial. Durante la actual pandemia, seguramente, muchos nos hemos tomado un momento para reflexionar sobre la vida que llevamos. Sobre lo que sentimos que hay que cambiar, y cómo hacerlo. Un mundo de ideas se agolpan en nuestras mentes, que a su vez tratan de concebir el modo de administrar mejor nuestro mejor tesoro: ¡el tiempo! Dentro de condiciones de salud razonables, usar nuestras mejores capacidades para pensar, y en consecuencia actuar eficazmente.

Me permito remitirme a mi propio artículo “Buscando América” (El Nacional– 6 de diciembre de 2019), en el que afirmé: “Venezuela ha sido presa de nuestra ignorancia. De nuestra ingenuidad, inmadurez, inconsistencias, egoísmos y corrupción personal. Antes que de la propia capacidad del narcosistema de la tiranía castromadurista para dominarnos, nos controla una necia herencia caudillesca y de personalismo cuasidemencial”

Antes que nada es vital prevenir que la ineptitud y la corrupción se infiltren en la dirección de las “fuerzas libertarias”. Esa es la primera tarea a asegurar. Valores, normas y principios deben ser preservados, así como las capacidades adecuadas a cada rol, como inicial condición a cualquiera que pretenda integrarse al equipo de dirección de la lucha libertaria. Los aliados circunstanciales y otros recursos externos se deben controlar desde un Estado Mayor y una efectiva cadena de mando. Los medios tecnológicos existen (como el detector de mentiras y otros) para descartar a aquellos cuya conducta merezca suspicacias. Planeamiento estratégico, inteligencia y contrainteligencia, planeamiento de operaciones, todas son disciplinas profesionales.

Sobre la reciente “invasión de fuerzas patriotas por Macuto” debo decir que todo cuanto he visto, leído y analizado me hace sospechar de una situación de claves detalles no conocidos, como la previa captura de varios de los oficiales patriotas. Luego, muy probablemente, algunos de los actores, aun los que estaban a distancia, fueron conminados a aparecer en distintos medios de comunicación bajo el ofrecimiento de respetar, o no, las vidas de los ya capturados.

Recordemos que estamos ante criminales narcotraficantes sin ningún escrúpulo. La obvia delación por infiltración se corresponde con la traición de quienes haciendo negocios de distinto tipo con el narcorrégimen, incluido cierto statu quo político, han estado conspirando contra la organización de los oficiales patriotas y los planes de liberación. Deduzco también, varios fueron capturados antes, en lugares donde el régimen estaba advertido, para luego ser presentados según un grotesco montaje de gloriosa captura y rendición en los sitios escogidos por el régimen.

Cuando se habla de traiciones, mercenarios o contratos, la historia es una buena consejera. Verdaderas glorias de nuestra historia, como nuestro primer libertador y precursor: Francisco de Miranda, ha sido la víctima más célebre de la traición. Por cierto por estos días de mayo en 1781 luchaba en la guerra para liberar Pensacola, cedida antes a los ingleses. Disputada entonces por España en el marco de la revolución americana del siglo XIX, hoy sabemos es tierra del estado federal de la Florida en los Estados Unidos de América. Por su participación en esa victoria fue ascendido al grado de comandante o teniente coronel de los ejércitos del rey español Carlos III. Veintisiete años más tarde, cuando ya era otro Sebastián Francisco de Miranda. Acompañado por valientes luchadores de los Estados Unidos de América intentó un desembarco por Ocumare de la Costa, estado Aragua, para liberarnos de España. Fue sorprendido por una delación de sus planes ante los españoles, y aunque pudo escapar en la goleta Leander 10 de sus hombres, la mayoría americanos fueron colgados.

También la historia nos recuerda aquel 8 de mayo de 1945, hace 75 años, cuando se rindió el ejército nazi ante los aliados, dando así fin a toda la destrucción causada durante la Segunda Guerra Mundial. Luego en una magnánima política exterior el llamado Plan del General “Marshall” inicio la reconstrucción de Europa, incluyendo a los propios países derrotados Alemania y Japón en Asia.

Al recordar estos reseñas históricas les invito con ellas a pensar y actuar con la grandeza necesaria para que sembremos con el ejemplo ideas y conductas para el cambio. Vamos a redoblar esfuerzos en el logro de unión por la Libertad, la Justicia y “el mayor grado de felicidad posible”, como diríamos, parafraseando a nuestro Libertador Simón Bolivar.

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@gonzalezdelcas


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