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Opinar sobre el tema se ha convertido en un desafío, porque puede a algunos no gustarle y a otros tampoco, en todo caso se asume el reto de pensar distinto a lo que usualmente observamos en los medios y en toneladas métricas de las redes sociales, que simplemente despachan el tema pontificando a personas, partidos y gobiernos como de izquierda o de derecha.

Resulta que desde finales del siglo XVIII se asoció el concepto de izquierda como progresivo y revolucionario, mientras que el de derecha como conservador y reaccionario; así transcurrió el siglo XIX al añadirse otro condimento al debate, el marxismo como teoría esencial del movimiento socialista y emblema mundial de la izquierda revolucionaria, adalid de los derechos humanos, y en la otra orilla a la derecha, catalogada como defensora del viejo orden representado en la monarquía, dictaduras y el capitalismo salvaje.

Pronto la andadura del siglo XX fue redefiniendo los roles para uno y otro campo, cuyos representantes asumieron conflictos globales en defensa de sus proyectos políticos y económicos, entre tanto los horrores de las guerras mundiales y resto de conflictos regionales, que culminaron en el exterminio de cientos de millones de seres humanos, determinaron la urgencia de detener la matanza planetaria so pena de la extinción del género humano, y promover un nuevo orden mundial que en el contexto de la ONU se orienta hacia la democracia, la libertad económica y el ejercicio pleno de los derechos humanos, asumido por cada cual según sus intereses en el contexto de la geopolítica global.

¿Qué nos indica el cabalgar de la historia? Que durante la centuria pasada, entre las dictaduras más atroces devastadoras de la humanidad se decantaron por el campo denominado izquierda, mientras que la Unión Europea, América del Norte y Japón se afianzaron en sistemas democráticos, con imperfecciones y arrugas, que no han impedido ser espacios para el desarrollo de libertades de expresión, de cultos, económicas y de trabajo digno.

¿Por tanto estas categorías decimonónicas definen en el siglo XXI el campo político? Considero que son antiguallas, en su lugar pudiera plantearse que la confrontación política parte entre aquellos que promueven al Estado como único dueño y señor de la economía, concentran los poderes públicos en manos del Poder Ejecutivo, restringen la democracia a la ideología del Estado, reprimen a los disidentes y supeditan el trabajo a los fines gubernamentales, contra quienes asumen el Estado como ente regulador que promueve la libertad económica, libre expresión de las ideas, autonomía de los poderes públicos y el desarrollo del trabajo digno.

En resumen, el falso dilema de izquierdistas revolucionarios vs conservadores reaccionarios, lo sustituye la evidencia histórica de estatistas autoritarios vs demócratas progresistas, pues la connotación de derecha es asociada a lo retrógrado y reaccionario y la categoría de izquierda es asociada a lo progresivo y de redención del pueblo. Cuando en realidad no lo son.

Hoy, a propósito de los resultados de las recientes elecciones presidenciales de Ecuador y Perú, tenemos que el programa de gobierno de Guillermo Lasso es más revolucionario y demócrata que el del delfín de Correa, quien propugnaba en su campaña estatizaciones y políticas represivas de género; en el caso de Pedro Castillo, más allá del hartazgo de la clase política peruana, la lucha antagónica será entre autoritarismo estatista y democracia liberal, incluso con los cuestionamientos a Keiko Fujimori.

En el contexto internacional, la economía social de mercado reimpulsada por Ángela Merkel es más progresista y revolucionaria que el estatismo dictatorial de Xi Jinping. En el caso de Vladimir Putin podemos preguntarnos: ¿quién es más socialista entre el modelo nórdico y la autocracia rusa que envenena a sus disidentes y se autoproclama presidente hasta 2036?

Por tanto, llamar izquierda y socialistas a quienes no lo son es un error y una burla a la historia, por quienes manipulan las categorías y conceptos para imponer las dictaduras más atroces que han asolado a la humanidad, en nuestro caso la Cuba castrista, la Nicaragua de Daniel Ortega y la Venezuela chavomadurista, cuyas tiranías son los casos de tergiversación más acentuados del continente.

 


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