Sostiene el refrán: ¡De ilusión también se vive! Con esta frase se apostilla la esperanza que mantiene la ilusión pocas veces alcanzada. Se trata de un enunciado consolador empleado cuando la realidad no proporciona lo anhelado. Venezuela con años de maltrato, injusticias, agravios e incompetencia, ya ni eso nos queda, la ilusión también está en cuarentena.

Existen muchas formas de invocarla. Ilusionarse es esperar que lleguen cosas nuevas o cuando menos distintas a las actuales. Mal vamos cuando lo vivido supera en expectativa lo que nos queda por vivir. Empezamos a envejecer cuando perdemos la ilusión. Es terrible cuando muere una ilusión.

Se puede tener la ilusión de ganarse la lotería y salir de apuros económicos, pero en el socialismo chavo-madurista hasta la lotería dejó de sortear soluciones. Lograron arruinar un coloso de primera importancia nacional e internacional como la industria petrolera, ¡imagínense lo que pueden hacer con cualquier rifa o tómbola!

La yunta cívico-militar instruida por el castrismo socialista, con décadas de experiencia, explotando, esclavizando, estrujando a los cubanos, mintiendo descarados, y ahora gasolineada por la tiranía religiosa y fanática de Irán, algo han aprendido. No ser eficientes ni siquiera en la difusión del comunismo, sino en reprimir, engañar a cautivos colaboradores, llenándose los bolsillos del robo al erario público.

No obstante, el mundo libre y democrático le tienen el ojo puesto con averiguación propia y también por desvergonzados que cambiaron cárceles más suaves y conservación de dinero mal habido por información; mejor conservar algo que ahorrarán trabajo a ellos y a sus privilegiados descendientes. El régimen cometió crímenes contra la humanidad comprobados, el espejismo de la salida electoral es una quimera. Un sueño devenido en pesadilla.

Hay quienes se ilusionan volviendo la vista atrás. No solo han destruido la economía, reprimen entre militares, policías y camaradas cooperantes, sino que también se las ingenian para arruinar servicios públicos que antes, en años mejores y de acuerdo con la revolución bolivariana desastrosos, más o menos funcionaban, hoy descoyuntados como el mismo régimen que no atina a resolver problemas.

Hay una vieja ilusión. Se llama bien y mal. El ultraje al sentido común y agravio a la lógica produce percepciones entre lo de antes y después. ya no se puede ni debe idealizar lo que había. La ruptura con el chavismo, cómplices y socios, es vital, pero también, el rompimiento con lo que los llevó al poder.

Solo han sido eficientes en la destrucción, Midas al revés, nada de lo que tocan convierten en oro, petróleo o bienestar, sino en ruinas, desechos, partículas dispersas con vientos que nada bueno traen y en cambio se llevan lo que va quedando.

Lo peor es que los venezolanos, con excepciones, fruncen ceños, bajan cabezas y resignados esperan pacientes, mientras aumenta la angustia en la espera de bonos limosna, pensiones miserables y subvenciones de indigencia. No hay que dejarse engañar o influenciar por lo que observas alrededor. Vivimos en un parque de juegos lleno de ilusiones, atiborrado de falsos caminos, aparentes valores e ilusorias ideas.

Quizás sea verdad que la vida discurre en un valle de lágrimas, pero siempre quedará la ilusión de encontrar momentos de felicidad. Hasta las ilusiones han finalizado en este revoltillo de fracasos, resultado que presentan los incapaces usurpadores, pero en control del territorio e instituciones, que reprimen porque es lo único que pueden mostrar: desilusión.

Hay circunstancias donde la ilusión ni está ni se espera, sin embargo, vivir sin ella, es lamentable desconsolado y melancólico. Es bálsamo para la opresiva vida cotidiana. Pasará lo que tenga que pasar, pero no se quiten lo sentido, bailado y soñado.

¿De ilusión ya no se vive, o sí? Una ilusión es una ilusión. Sin embargo, la realidad siempre existe a pesar del frontispicio. No obstante, la mayor ilusión es seguir teniendo ilusiones.

@ArmandoMartini


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