Foto El Tiempo | GDA

Época de huracanes, época de tormentas tropicales, época de lluvias. No caen de sorpresa, no son inesperadas, es una condición ambiental que se repite cada año. Por eso es inexplicable que ciertos gobiernos tarden en responder a los afectados o incluso no tengan la capacidad financiera ni logística para evitar desastres mayores.

Y lamentablemente para los gobiernos que se dicen comunistas, como la dictadura de Cuba y lo que hay en Venezuela, una simple revisión de lo que pasa en Estados Unidos antes, durante y después de los huracanes puede ilustrar lo que significa un liderazgo político que está pendiente de los ciudadanos.

El mismo huracán que golpeó a Cuba llegó hace unos días a Florida, Estados Unidos. Pero las condiciones de la isla son completamente diferentes a las de la península, y eso en este tipo de catástrofes es determinante. Hay analistas que afirman que los cubanos sentirán los efectos de Ian bastante después; la situación de desabastecimiento de alimentos se va a agravar, pues muchas tierras cultivadas quedaron bajo las aguas.

La infraestructura eléctrica de Cuba no sirve desde hace mucho tiempo, está obsoleta y el gobierno comunista no ha hecho ningún esfuerzo en mejorarla. El huracán arrasó con lo que quedaba y por eso la isla quedó completamente a oscuras por lo menos 10 horas. La gente se queja de que nunca habían vivido nada parecido. Eso sin contar las casas arrasadas y poblaciones enteras que quedan en las calles. Ian ha sido uno de los más fuertes fenómenos atmosféricos que ha habido en el Caribe y terminó de destruir lo que quedaba en pie.

Por supuesto que el presidente chavista, Nicolás Maduro, mandó colchones y enseres a la isla, y de paso reafirmó que Cuba y Venezuela son un solo país. Pero es obvio que ya no es como antes, pues a Miraflores ya no le alcanza el dinero para regalar, y menos cuando tiene que hacer aunque sea lo mínimo por los venezolanos que, aunque no han enfrentado un huracán, viven la típica época de lluvias, que este año han sido especialmente intensas.

Aquí pasa algo similar que en Cuba, las tormentas tropicales y las vaguadas consiguieron un país previamente arrasado. Desde hace mucho tiempo no se hace ni el más mínimo mantenimiento, así que cuando llueve unas cuantas horas, todo colapsa. Y si los habitantes de Caracas se quejan por los huecos, los árboles, las tuberías que explotan o alcantarillas tapadas que forman lagunas, los del interior tienen que asumir la incomunicación porque se caen carreteras o puentes completos o se derrumban montañas que luego tardan meses en despejar.

Ya en Lara hay dos muertos y dos desaparecidos por estos terribles temporales. Cientos de venezolanos quedaron sin casa y muchos perderán sus cosechas, por lo que el abastecimiento también se verá afectado. Miraflores mandó una tonelada de “ayuda” hacia algunas zonas, pero los venezolanos saben que no van a recibir la asistencia que necesitan. Lamentablemente ha sido una constante con el gobierno chavista, desde que en 1999 Hugo Chávez no quiso enfrentar la vaguada que dejó tantos muertos y que prácticamente destruyó La Guaira.

Tanto los venezolanos como los cubanos merecen gobiernos regionales que planifiquen y dispongan protocolos para enfrentar estas situaciones ambientales que, como se dijo antes, no son fortuitas sino que ocurren todos los años. Y un gobierno nacional, como el de Estados Unidos, que tenga previsto medidas de emergencia nacional con las que disponga de recursos para atender a la población afectada. Eso es lo que está pasando actualmente con Florida que, aunque el huracán destruyó varias ciudades, pronto serán levantadas por su gente y sus autoridades.


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