Dedico el presente artículo a la memoria de Blanquita Rodriguez de Venezuela. Primera dama admirada más allá de nuestras fronteras, como ejemplo de tenacidad y servicio a la causa de los desheredados, desplazados y humildes, venidos desde cualquier parte del mundo, dentro de una aún relativamente próspera Venezuela, rentista-petrolera, de anteriores años.

¿Colombia y Venezuela nuevamente unidas ante el mismo destino? Doscientos años después, ¿cuál es nuestro dilema? ¡Unirnos para confrontar un mismo enemigo interno y externo o ser derrotados! El narcotráfico internacional, con su franquicia del socialismo mercantilista de legitimación de capitales del siglo XXI nos atrapó a ambas repúblicas. Sin valores para hacer preponderar la vida humana, Venezuela no pudo salvar a Colombia de su tragedia narcoguerrillera, a pesar de haber recibido más de 5 millones  de sus hijos en nuestra parte del territorio. Ahora Colombia no podrá hacerlo, a menos que cambiemos de estrategia, cuando se ha producido la emigración inversa. Los regímenes de narcoestado, propulsores del líder supremo y único, y con su hegemonía de Estado controlador de todo, pulverizan a cualquier político idiota y desprevenido, que terminan rindiéndose y vendiéndose, cuando hablan de elecciones siempre, y en toda circunstancia ¡cual si hablaran de una dogma!

La llamada por aquel tiempo “República de Colombia” y luego para distinguirla históricamente «la Gran Colombia» es un ideal que pensamos está más vigente que nunca. Ahora que contamos con otros recursos tecnológicos, y que como lo señalé en mi pasado artículo entendemos que la “Venezuela” como la conocimos hasta 1998 ha muerto. El castrochavismo la asesinó. Ahora les propongo, decididamente, retomar el sueño mirandino mediante un pacto político para la reunión de nuevas fuerzas libertarias, por y para esa “Nueva Gran Colombia”. A partir de las realidades que conocemos de las Repúblicas de Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela, labremos desde nuestra integración verdaderos mercados a mayor escala. Oportunidades verdaderamente compartidas mediante leyes integradoras que nos conduzcan a la sinergia de recursos, potencialidades y posiciones de negociación internacional.¡ Pero primero alcancemos juntos nuevamente la libertad!

Con la enfermedad y muerte del Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, el 17 de diciembre de 1830, se cerró aquel ciclo histórico para la excolonia española que, volviendo a ser solo Venezuela, al separarse de la integración con la Nueva Granada y Quito, abandonaba a Bolívar, a Colombia y por supuesto al sueño mirandino-bolivariano.

Bolívar había convocado al Congreso en Angostura el 15 de febrero de 1819.  Propuso, al conocer de la victoria en Boyacá, la cual aseguraba el territorio neogranadino para los patriotas, aquel 7 de agosto de 1819, la integración de la Nueva Granada y Venezuela en la República de Colombia. Un sueño que empezaba a hacerse realidad, aprobaba en segunda reunión del Congreso de Angostura (hoy Ciudad Bolívar) el 15 de agosto de 1819. Así nació una República que, como hoy ha hecho el castrochavismo con Venezuela para crear “Cubazuela», la asesinaron para traicionar el ideal realmente bolivariano de lo que constituiría seguramente hoy una gran “República de Colombia”.

Establecida desde 1777 la “Capitanía General de Venezuela” luego de una cruenta lucha heroica liderada por un Bolívar que renace a partir de la pérdida de la Primera República del 5 de julio de 1811. Fue como le mostró Miranda la Nueva Granada, el sitio para reiniciar la segunda fase de la Revolución Libertadora. Imagino que el desgarrador sentimiento de culpa por el sacrificio de la entrega del “Primer Libertador”, ideólogo fundamental y precursor de la Revolución Libertadora de América, Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez de Espinoza, quien al capitular realmente les había salvado la vida a cientos de los que serían futuros combatientes hasta la independencia, acompañaría a Bolívar durante aquellos épicos años de guerra.

Bolívar supo siempre que, entre otras razones de peso, la pérdida bajo su mando de la vital Plaza de Puerto Cabello había desarmado en gran medida las posibilidades de defensa de la naciente República. Más tarde, los análisis producidos a la distancia del exilio, arrojaron otro conjunto de factores de distinta índole que que provocaron la caída de la Primera República. Entre éstas otras:1) Transición complicada hacia un Estado eficaz descentralizado y con dificultades para la comunicación y administración entre los territorios, tanto en lo patrimonial como de manejo y control de los recursos humanos 2) Inexistencia de un verdadero ejército patriota. No poseían experiencia de guerra. 3) Calamidades naturales, como el terremoto de ese año de 1812.

El 12 de julio de ese mismo año de 1812, Bolívar había escrito a Miranda:“Señor General Francisco Miranda. Mi General: “Después de haber agotado todas mis fuerzas físicas y morales, ¿con qué valor me atreveré a tomar la pluma para escribir a Ud. habiéndose perdido en mis manos la plaza de Puerto Cabello?…” Más adelante reconoció: “Así ruego a Ud., o que me destine usted a obedecer al más ínfimo oficial, o bien me dé unos días para tranquilizarme, recobrar la serenidad que he perdido al perder a Puerto Cabello; a esto se añade el estado físico de mi salud, que después de trece noches de insomnio, de tareas y cuidados gravísimos, me hallo en una especie de enajenamiento mortal…” El Libertador finaliza afirmando: “Yo hice mi deber mi general, y si un soldado me hubiera quedado, con ese habría combatido al enemigo; si me abandonaron no fue por mi culpa. Nada me quedó por hacer para contenerlos y comprometerlos a que salvasen la patria; pero ¡ah! esta se ha perdido en mis manos.

A pesar de aquella comunicación del 12 de julio de 1812, Bolívar expresa solo cinco meses después en comunicación del 15 de diciembre del mismo año 1812, en su “Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño”:

“Permitidme que animado de un celo patriótico me atreva a dirigirme a vosotros, para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción; lisonjeándome que las terribles y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida República, persuadan a la América a mejorar de conducta, corrigiendo los vicios de unidad, solidez y energía que se notan en sus gobiernos… El más consecuente error que cometió Venezuela, al presentarse en el teatro político fue, sin contradicción, la fatal adopción que hizo del sistema tolerante; sistema importado como débil e ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y tenazmente sostenido hasta los últimos periodos, con una ceguedad sin ejemplo”.

Pienso que en eso Bolívar tenía, y hoy tiene razón, doscientos años después de historia patria. Nos enfrentamos hoy a las consecuencias de una misma respuesta tolerante que se aplicó a situaciones como el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992. Sedición que disparó a matar contra sus hermanos de armas, tanto en la residencia presidencial La Casona como en el Palacio de Miraflores. Hoy cuando escribo estas lineas, 7 de agosto de 2020, a 201 años de Boyacá, el Sistema Judicial de Colombia, a su nivel más alto (¿o debería escribir más bajo?) mientras deja escapar a un narcotraficante en evidencia como Santrich, decide que debe encarcelar al señor expresidente constitucional de Colombia y actual senador Álvaro Uribe Velez.

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