David Zambrano

De una concepción alternativa de la danza se hizo eco David Zambrano. El bailarín venezolano, reconocido mundialmente como un lúcido investigador del movimiento generado a partir de la improvisación como idea libertaria y como impulso indetenible, es el creador de las más recientes sistematizaciones de danza contemporánea con definitiva influencia global: las técnicas flying law y passing through.

Es considerado como un notable representante de la danza posmoderna, término que a más de 40 años de acuñado en Estados Unidos de América, todavía genera polémica en cuanto a sus origenes y significaciones. Se trata de un caracterización aplicable en general a todas las artes. Pero, qué significa la posmodernidad para David Zambrano y cómo opera en su trabajo dentro de la danza. La respuesta la encuentra el también coreógrafo en los conceptos de básicos de gravedad, peso, masa, energía física y potencia. A partir de allí parecen técnicas de improvisación de contacto y de relajamiento, influenciadas por la filosofía oriental.

Surgen  tres personajes importantes que definen esta tendencia vinculada. Trisha Brown, con una narrativa que insiste en el movimiento puro y su buen uso en el espacio. Simone Forti,  la figura más aportativa del performance dance, y Steve Paxton, quien desarrolló la técnica de contacto y creó nuevos vocabularios dentro de la creación coreográfica.

Trabajar con la línea de la energía, en la que el brazo no termina en la yema de los dedos, sino en el infinito. Es este unos de los postulados esenciales de la danza posmoderna, expresión aún dificil de conceptualizar. En ella investiga desde hace cuatro décadas David Zambrano, cuya aproximación al mundo de la danza escénica resultó un proceso inusual. El estudiante de ciencias de la computación, devino un desorientado estudiante de danza. De dónde provenía ese interés resulta complejo definirlo para el mismo. Tal vez, reconoció en algún momento, pudo encontrarse en un contacto eventual con los tambrores de San Juan. En su búsqueda, se acercó a los maestros ilustres Grishka Holguín, José Ledezma y Hercilia López.

David Zambrano en el Instituto Superior de Caracas. 1987 / Foto Miguel Gracia.

Su siguiente destino, Estados Unidos, lo llevó por caminos iniciales contradictorios, hasta que finalmente Nueva York le reveló la esencialidad y los alcances de la improvisación como ámbito corporal de realización plena. Con Simone Forti, su mentora, la conoció a profundidad y  comenzó a cultivarla en espacios inimaginables. Alguna vez señaló: “Desarrollaba ideas de movimiento, más que ideas intelectuales. Para mi el intelecto de un bailarín se encuentra en su cuerpo. Cada parte de él es pensante”. El vanguardista circuito neoyorkino de la danza posmoderna de los años 80 y 90 lo hizo suyo.

Amsterdam lo posicionó en el contexto de los Países Bajos y también de otros países de Europa como un maestro improvisador carismático, que desveló principios posmodernos originarios por él singularmente personalizados. En Bruselas, asentamiento actual de su prestigioso y concurrido taller de formación y creación,  ha configurado alrededor suyo un espacio experimental de creciente entusiamo para la nueva danza belga e internacional.

América Latina también ha formado parte de los intereses creativos de David Zambrano. Varios países han conocido de cerca su pensamiento y la praxis de su movimiento. En Venezuela fundó y dirigió entre 1989 y 1993 el estimulante Festival de Danza Posmoderna.

Sobre la existencia de una danza regional, llegó a interrogarse, ¿por qué nuestro arte no puede ser universal? “Lo latinoamericano en la danza, como en el arte, debe ser un resultado, nunca un fin”.

 


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