Alberto Rosales, gran filósofo, abordaba la explicación y despliegue de los argumentos de Platón en los Libros II-IV de República con esta idea: el conocimiento del alma es, por analogía, la ratio cognoscendi de la ratio essendi, la politeiao ente político. Ese argumento es correlativo respecto a los grandes hitos del pensamiento administrativo cuando los aprehendemos, no buscando técnicas, sino como ratio cognoscendi de la ratio essendi que es la Política. Ello exige adoptar el ángulo de la acción, es decir, de la ejecución y la realizabilidad, vale decir, el ángulo propio del gobierno.

El Federalista es el texto que asume este ángulo cuando aborda la complejidad inherente a la constitución de una república federal regida por el Imperio de la Ley. Sin embargo, debo confesar que pude ‘ver’ lo descrito hasta ahora gracias a la guía de ese magnífico libro de Chester Barnard (1938) The functions of the executive, autor que reconoce una deuda intelectual profunda con Mary Parker Follett, debido al énfasis de esta última autora respecto a las concepciones de “situación total” y “cooperación”.

Barnard patentiza la tensión inherente a la responsabilidad ejecutiva cuando dice: “La cooperación y la organización como son observadas y vivenciadas, son síntesis concretas de hechos opuestos y de pensamientos y emociones opuestas de seres humanos. Es precisamente la función del ejecutivo facilitar la síntesis, en la acción concreta, de fuerzas contradictorias; reconciliando instintos, intereses, condiciones, posiciones e ideales conflictivos” (p. 21). La cooperación, esto es, la relación que establecen dos o más personas con algún propósito común, es el origen y razón de ser de la acción humana en sociedad; sin cooperación, la acción humana –en tanto que histórica y social- pierde su sentido. La primera noción de organización que adelanta Barnard está sujeta a la de cooperación: “aquel tipo de cooperación entre los hombres que es consciente, deliberada y llena de propósitos” (p. 4): una organización no es meramente un ente fabril, puesto que el propósito económico es sólo uno entre los innumerables que orientan a una cooperación; ya que los aspectos no-económicos tienen un peso tan importante como los económicos. La clave en la ejecución radica en la ponderación e integración de todos los aspectos del ‘espacio público’ y del ‘espacio empresarial’de “la situación total”. Obsérvese que el énfasis en la ‘cooperación’ es previo a tesis doctoral de Nash de 1950

He pensado en estas ideas a lo largo de la semana, pues me ha tocado tener que lidiar con un servicio muy precario por parte de la empresa que nos provee de cable, internet y teléfono. Pasamos más de una semana sin TV y, después de probar varias veces, finalmente me atendió una joven muy amable que no pudo resolver los problemas técnicos que confrontamos. Mis argumentos,guiados por Barnard, los resumo acá, no por espíritu de venganza, sino de elevación de conciencia:

* Las organizaciones son los «locus» de la acción social, dice este autor porque la expresión de esta acción ocurre en y a través de organizaciones. ¿Qué ocurre cuando ellas no están bien concebidas? Pues que la ejecución y realizabilidad quedan, al menos, mermadas. ¿Qué es necesario garantizar para que estén bien constituidas? Tres aspectos, dice Barnard: propósitos comunes, voluntad de cooperación y comunicación. Ello significa: saber hacia qué dirigirse y por qué de un modo explícito, dirigiendo el saber-querer-poder-hacer respecto a la estrategia que es definida por las expectativas de clientes/usuarios. Una vez elegida esa dirección, es potenciada mediante procesos de servicio y atención que requieren un mecanismo interno-externo de genuina comunicación. Comunicarse, en este sentido, no significa hablar sino escuchar y resolver.

Mientras le describía los problemas que confrontábamos con la TV e Internet, esta dama que me atendía no estaba en la capacidad de dar respuesta al servicio que es la oferta de esta empresa de cable. ¿Es entonces esta persona parte de una organización? Me temo que la respuesta estricta es ‘no’: las organizaciones no son constituidas porque un grupo de personas compartan unos recursos y procedimientos definidos a partir de unos intereses que no responden a lo que el cliente final debe recibir. Por ello, Hobbes remarca que todo contrato social puede mantenerse en el tiempo si cumple con la promesa y confianza iniciales. De lo contrario lo que encontramos es gente que ha realizado unas inversiones para mantener una estructura física y un personal que no dan cabida a lo significa ‘servicio’.

* Dos supuestos son identificables respecto a la constitución de compañías mercantiles: 1) aprovechar oportunidades para, de manera interesada, realizar inversiones en entes mercantiles que mantienen un conjunto de procedimientos técnicos y comerciales que generan beneficios (utilidades a los inversionistas y sueldos y salarios a quienes laboran allí) en un mercado 2) constituir genuinas organizaciones, sobre el supuesto de la responsabilidad social empresarial, mediante el cuido de los tres elementos identificados por Barnard, de un modo tal que el genuino servicio se convierte en el factor estratégico clave para orientar la acción organizacional en el tiempo. Llamamos gerencia a la acción de concebir, constituir y mantener organizaciones que expanden las condiciones de posibilidad de un espacio social-empresarial, correlativo a la calidad de vida y el desarrollo sostenible. Por analogía, esta segunda vía permite decir lo siguiente en términos políticos, utilizando la guía de El Federalista: el gobierno es la acción de concebir, constituir y mantener los entes políticos institucionalizados que, interpretando la cultura pública, expanden la condición de posibilidad de la acción social que resulta en desarrollo sustentable. Ello requiere la guía constante de la responsabilidad, criterio moderno para orientar una acción pública genuinamente ética respecto a las expectativas de la sociedad.


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