“La gente que controla la cultura no tiene cultura»

Ai Weiwei

 El pasado 19 de septiembre de 2019, en horas de la tarde, José Guillermo Mendoza, trabajador de una imprenta independiente, transportaba un material cultural de la ONG Provea perteneciente al disco tributo al punk-rock venezolano Ministro: ¿Cuál es su trabajo?; cuando fue detenido arbitrariamente en un operativo de la Brigada Motorizada de la Policía Nacional Bolivariana, por transportar afiches calificados de “subversivos”. Mendoza fue trasladado con el material a El Helicoide, sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia, y encarcelado esa noche con la amenaza de ser imputado en un tribunal penal al día siguiente.

Un caso que recuerda al de las integrantes del colectivo de punk-rock Pussy Riot, apresadas por denunciar las violaciones de la libertad de expresión, la represión de los movimientos artísticos y por oponerse a la campaña electoral del primer ministro Vladímir Putin a la presidencia de Rusia. Irónicamente, las canciones del disco recopilatorio editado por Provea a propósito de la campaña Música por Medicinas fueron compuestas en los años ochenta y noventa contra la llamada cuarta república, antes de la “revolución bolivariana”.

Desde García Lorca en España, incluido Víctor Jara en Chile, hasta Ai Weiwei en China; sin olvidar a los poetas venezolanos Job Pim y Andrés Eloy Blanco, entre muchos otros; las dictaduras clásicas o modernas suelen perseguir a los artistas que cuestionan al poder desde el espacio de la cultura. Ya lo resumía Miguel de Unamuno en su célebre frase “venceréis, pero no convenceréis” ante el bárbaro e iracundo grito de José Millán-Astray al irrumpir en la Universidad de Salamanca: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”.

Más recientemente, el 4 de agosto, la obra de microteatro Dos policías en apuros fue suspendida cuando llegaron funcionarios de la PNB a los espacios del Urban Cuplé del Centro Comercial Ciudad Tamanaco, para interrumpir la puesta en escena y apresar al elenco y el equipo de producción, acusándolos del delito de “usurpación de función pública”, por salir al escenario vestidos como policías. O la denuncia del reconocido humorista venezolano Emilio Lovera, quien contó a través de sus redes sociales que el Seniat suspendió sus presentaciones porque les parecía “sospechoso” que su equipo no hubiera declarado en el último año. Lovera se vio obligado a exponer públicamente que el motivo de no haber trabajado en el último año se debe a que padece cáncer desde 2018.

Mientras José Guillermo Mendoza estuvo detenido, el equipo de Provea se mantuvo en El Helicoide acompañando a sus familiares y exigiendo su liberación plena, lo cual, afortunadamente, se materializó el día 20 de septiembre. Los afiches incautados también fueron devueltos en su totalidad; demostrándose la arbitrariedad y la violación sistemática de la libertad de expresión y difusión cultural en Venezuela.

Lo ocurrido es una alerta para escritores, músicos, artistas plásticos, actores y promotores culturales en general; cuya obra puede ser considerada “material subversivo” con las consecuencias del caso. En un país donde se cierra el espacio público lo mismo que desaparecen librerías, canales de televisión, emisoras de radio, prensa en papel y páginas de Internet; todo acto de resistencia es sospechoso. Sin embargo y a pesar del Estado policial, se multiplican las iniciativas de la indoblegable sociedad civil venezolana, que, como diría Guzmán Blanco, es como el cuero seco: lo pisan por un lado y se levanta por el otro.


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