Las actividades culturales son parte de las actividades más golpeadas por la pandemia global del covid-19. Cerrados los grandes teatros y museos, las librerías, las salas de conciertos, las casas de cultura, ateneos y otras infraestructuras, y cancelados los espectáculos masivos, es la música, el teatro, la danza, la pintura y la escultura, artesanía, la literatura y otras expresiones del arte algunas de las actividades humanas más castigados por la emergencia sanitaria.

Muchos de los recursos destinados a este sector han sido desviados a la atención de la salud y a otros requerimientos asociados, de allí que la venta de libros, la asistencia a museos y conciertos, la adquisición de obras de arte y en general la actividad haya sufrido una drástica reducción. Las artes visuales y escénicas has sufrido grandes pérdidas.

La creatividad propia del sector se ha puesto de manifiesto, y son muchos los artistas y escritores que han ofrecido sus habilidades desde sus casas, utilizando las modalidades que las tecnologías de la información ponen a disposición. Hemos visto y escuchado conciertos memorables en especies de “collages” armados desde distintos lugares, muchos libros se han puesto gratis a disposición de grandes públicos, conferencias y recitales de poesía por Internet, en fin, la cultura se ha movido ante la soledad de las salas. Sin embargo, esto no compensa la crisis de un sector que era muy concentrado y masivo.

Como toda crisis trae consigo una oportunidad, también aquí surge la posibilidad de la descentralización, la deslocalización y la lugarización de la cultura, mediante la promoción de la llamada “cultura local”, que no es solo la cadena de incentivos para que la gente cultive el arte y la cultura propia del lugar, la cultura vernácula, sino que lleve a su lugar lo mejor de la cultura universal.

De esta forma se vitaliza la creatividad de la gente, se organizan grupos culturales y las artes toman protagonismo allí donde la gente vive su cotidianidad. Se promueve la lectura mediante pequeñas bibliotecas colaborativas, los conciertos familiares, las bandas locales, las exposiciones artísticas y el emprendimiento artesanal. Mediante esta promoción de la cultura local se valorizan los espacios cercanos, los lugares públicos, los parques y se utilizan más y mejor las infraestructuras en centros educativos, deportivos, los templos o edificaciones asociadas e incluso los espacios de los organismos públicos tienen usos adicionales.

Esta tendencia hacia la cultura local se suma a la valorización de lo cercano, de la producción y el comercio local, del establecimiento de las cadenas productivas de corta distancia y en general a la emergencia del emprendimiento local, todo lo que contribuye a la activación de una economía y a un desarrollo sostenible más humano y equitativo. Y, más importante aún, una vida en comunidad más activa, donde las conversaciones vuelven a fluir cara a cara, alrededor de un café o bajo la grata sombra de un árbol. Las relaciones humanas se intensifican, se elevan y crece cualitativamente el capital social.

La lugarización marca una mega tendencia global que igualmente fortalece al ejercicio de una ciudadanía local más responsable y participativa, a gobiernos locales más comprometidos con el bien común de sus comunidades, al surgimiento de nuevos liderazgos que son conscientes de que su contribución al mejoramiento de la Casa Común, de nuestro planeta Tierra, parte de su casa y de su entorno.

Nuevas realidades emergen, y pueden ser mejores que las que nos han traído a un mundo tan desigual, frágil e injusto. Nuevas posibilidades existen de tener más respeto por la dignidad de la persona humana, y por los ecosistemas naturales. Los compromisos globales importan mucho, pero miles de iniciativas locales son generadoras de nuevos espacios diversos, heterogéneos, como es la naturaleza, con sus propias formas de transformación y cambio. La promoción de la cultura local, o mejor, de las culturas locales, apuntan a salidas globales que respetan la diversidad propia de los sistemas complejos que conforman la realidad. No se pueden perder la oportunidad que nos ofrece la crisis, y en esto cuenta mucho la iniciativa personal de cada uno de nosotros, y de nuestros amigos.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!