Hemos escuchado mucho hablar sobre la importancia que se le atribuye al equilibrio entre lo físico y lo emocional, lo cual representa nuestra salud integral y nuestro bienestar, de allí la relevancia de cuidarnos. En este sentido, lograr que todos los miembros de una organización asuman como parte de sus prioridades esta premisa es uno de los esfuerzos que las empresas deben realizar para lograr la productividad deseada y a su vez consolidar los objetivos empresariales.

De esta manera, tomando las medidas necesarias para que los empleados se sientan bien, las organizaciones logran que estén más comprometidos e identificados, convirtiéndose en sus excelentes representantes. Para responder a esto se hace prioritario que los líderes de la organización se transformen en encargados de promover su propia salud y la de los demás integrantes, observándola como una herramienta o recurso para alcanzar el bienestar.

Algunas formas de fortalecer esta cultura, es orientando, formando y motivando a las personas a adoptar estilos de vida más saludables, a través de la implementación de programas enfocados a consolidar ese fin. Recordemos que el origen de los patrones de conducta existentes se ven influenciados por el entorno social y por la visión o creencias presentes en cada uno, las cuales hacen que tengamos nuestras propias interpretaciones sobre ciertos temas, tales como la necesidad de cuidarse.

Igualmente, se debe tener presente lo oportuno de procurar un ambiente propicio, así como acciones orientadas a mejorar la salud a través de servicios, actividades y encuentros, donde se hagan partícipes no solo a los empleados, sino también a sus familias. Así se genera más fácilmente la identificación de todos con esos programas de bienestar que realice la empresa para beneficiar a sus empleados, con el fin de que se sientan identificados con ella.

Generar una cultura del bienestar requiere tener presente muchos factores, procurando elevar la competitividad a través de la implementación de sistemas para mejorar la calidad de vida de los integrantes de la organización, lo cual también influye en su armonía y, a su vez, en su rendimiento laboral. Para esto, se deben escuchar sus necesidades tomando en cuenta las opiniones individuales y considerando las decisiones más acertadas, sin olvidar que ellos son los verdaderos motores de la empresa.

Es responsabilidad de los líderes y gerentes fomentar un ambiente donde se genere el esfuerzo por elevar la calidad de vida de los empleados en todos los niveles, buscando favorecer el establecimiento de su equilibrio tanto emocional como físico, y así brindarles adecuados niveles de satisfacción para que se sientan identificados con su labor y con la empresa.


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