Los sucesos en torno a la presidencia del Congreso durante las últimas semanas han dado que hablar y han generado división. La oposición tenía dos posturas. La primera fue la pragmática (o errática): más vale malo conocido que la unidad de la oposición. La segunda fue la moralista: es innegociable que la presidencia recaiga en alguien que no es genuinamente de oposición.

En ese sentido, el fujimorismo se alió con Acuña y eligieron una mesa directiva en la que Renovación Popular y Avanza País no tenían espacio. El fujimorismo se alió no solo con Acuña, sino que incluyó a Podemos Perú y a Somos Perú dentro de la administración congresal.

El primer escándalo de esa mesa fue que llevaron como tercer vicepresidente a un señor (Wilmar Elera de Somos Perú) que ahora está prófugo de la justicia. El segundo escándalo fue algo que todos preveían: la expresidenta del Congreso, Lady Camones, iba a ser servil con Acuña, chotano aliado de Castillo. Un audio lo probó frente a todo el país.

Fue entonces cuando el gobierno decidió politizar el tema y personajes de la izquierda presentaron una censura contra Camones. Se logró gracias a algunos votos de Renovación Popular y Avanza País.

En aquel momento, una cantidad inimaginable de políticos de antaño, columnistas revejidos y conservadores muy poco ilustrados, embriagados por el miedo o por la pérdida de privilegios, vilipendiaron en contra de la oposición moralista, encarnada en Avanza País y Renovación Popular. “Le están regalando el país a los rojos”; “Son los niños inexpertos de la oposición”; “Están destruyendo la institucionalidad del Congreso”, decían, entre otros berrinches.

Pero la realidad les explotó en la cara: los partidos de la oposición moralista no tenían ni un solo integrante en la mesa directiva hace un mes y, ahora, debido a la pésima mesa directiva que armó el fujimorismo y sus aliados pro gobierno, tienen dos. En la presidencia está nada más y nada menos que José Williams Zapata, héroe vivo de la democracia, y Alejandro Muñante, conservador evangélico.

Gracias a la lucha sin cuartel de Renovación y Avanza, tenemos una mesa directiva con los tres partidos de la oposición. Si esto se hubiese decidido solo por el fujimorismo, continuaríamos con el acuñismo y Somos Perú en la mesa. Eso me lleva a la siguiente pregunta, ¿a qué juega el fujimorismo? Esperemos que haya sido solo un desliz por falta de estrategia y que continúen con el buen trabajo opositor que realizaron el año pasado en la comisión de Constitución y de Fiscalización.

Por otra parte, un señor que se pasea por los medios de oposición, da entrevistas, escribe artículos, un señor que fue miembro del gabinete de Merino, dice ser de oposición y cree ser el paladín de ella. Según él, sabe cómo guiar a los esfuerzos democráticos, el problema es que nunca dice cómo. Ese señor se dedica a vilipendiar a la oposición moralista, a decirles “niñitos”, a decir que todo lo que hacen está mal (como si él hubiese hecho algo bien, pues le cerraron el Congreso cuando era congresista y su paso por el ministerio duró 5 días).

Ese señor, que es aliado de Acuña, se paseaba por pasos perdidos con el fin de promover la candidatura del izquierdista y acuñista de Eduardo Salhuana a la presidencia del Congreso. Ese señor no es oposición. Es un trabajador del partido de Acuña.

Hay que tener cuidado. Desde los medios de comunicación democráticos no deberíamos darle un espacio de aliado a infiltrados como este. Debemos verlo como lo que es. Que en algún momento haya estado de nuestro lado, no quiere decir que lo siga estando. Hoy en día, solo se dedica a atacar a los que sí consiguen cosas a favor de la democracia. Por ejemplo, en un escrito que publicó hoy mismo, desmerece al presidente del Congreso, pues no puede reconocer que a la verdadera oposición tuvo una victoria. Su única misión, y lo pueden rastrear a través de sus columnas, sus entrevistas y comentarios en redes sociales, es defender a Acuña con un falso halo de hallarse en el sector democrático. La verdad es que es un “Lady Camones” con presencia mediática.

En fin, lo mencionado es solo un ejemplo de varios casos en los que se rastrea una falsa oposición. Esa que está más interesada en conseguir pequeños poderes, que en buscar una transición. Lo que necesitamos son patriotas. El patriotismo necesita de una fuerte moral y una mejor estrategia. Ahora tenemos a un verdadero patriota en la presidencia del Congreso. Hay que apoyarlo para que encause al Poder Legislativo. La verdadera oposición debe cerrar filas y apoyar al general José Williams y no criticarlo porque perdieron a un alfil en la presidencia del Congreso. Eso no es ser de oposición, sino un infiltrado mercantilista.

Artículo publicado en el medio peruano El Reporte 


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