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“No son necesarios grandes conocimientos de historia para darse cuenta de que el misterio del movimiento histórico sólo resulta inteligible para quienes se hallan lejos de las agitaciones superficiales; los cronistas y los actores del drama no se percatan de lo que más adelante será tenido por fundamental; de modo que cabría formular la siguiente regla de apariencia paradójica: Es preciso estar fuera para ver lo que hay dentro”. Georges Sorel. Reflexiones sobre la violencia. Alianza Editorial.

¿Cuánto insistió e insiste el homo sapiens en errar, fallar, naufragar? ¿Por qué? Me vienen al espíritu recientemente algunas de esas lecturas que antes hicimos y que regresan con fuerza ante la secuencia que los hechos muestran y que amenazan con extinguir al ser humano.

¿Ante la loquetera de Putin y el riesgo evidente de una guerra nuclear, podemos llamar la tozuda conducta del presidente ruso de otra manera, sin faltarle al buen juicio? Viene a mi memoria ese texto maravilloso que nos muestra cómo se extravía la razón, cuando más falta hace. Cabe evocar a Barbara Tuchman (La marcha de la locura: de Troya a Vietnam. Nueva York: Knopf/Random House, 1984. ISBN 0394527771)

Hace poco, según leí, el expresidente Bush cuestionó con severidad los acontecimientos de Ucrania y en un juego de palabras que se le enredó, se descubrió y mencionó a Irak. Este Putin es más peligroso, sin dudas, pero, no demasiado diferente de aquel Bush encandilado en su amargura y en su ebriedad de poder, además claro, turbado y a la merced de su bajo psiquismo y del deletéreo entorno militar e industrial que lo desinformaba e intoxicaba al mismo tiempo.

Cuánta coincidencia se evidenció, para ese afortunado auditórium, me refiero a ese pequeño grupo que escuchaba a Bush, al tropezar con esa confesión y con la veracidad mil veces negada pero no eclipsada. Aunque se banalice el asunto en medio de la siempre activa tormenta de noticias y falsedades, mentiras y posverdades; recogerá la historia ese desliz, espero yo, como otros millones de asistentes generacionales a este teatro real que no por ello menos trágico, para dejar expuesta y a todo evento, la verdad.

Empero, no es esa la reflexión que traigo para este viernes. Discúlpenme si me extendí demasiado, pero, como verán de seguidas, en Venezuela estamos transitando de nuevo el camino del vacío o del absurdo, diría tal vez Camus.

Se expresaron los partidos del denominado G4 y algunos que se les han sumado, en busca de un lado en la foto, en una muy poco original presentación. Como era de esperarse de ellos, trataron de delinear una ruta para enfrentar al madurismo que entretanto se regodea de sus fortalezas. Unas primarias con todos los que son o quieran ser o simulen también ser opositores. Ese sería el desiderátum a lograr y a eso se van a dedicar.

Opinaré con el derecho que me concede mi condición de ciudadano activo y desde luego, más que interesado en contribuir de alguna manera a la procura de un cambio urgentísimo que el país necesita y reclama conscientemente o inconscientemente pero que no puede dejar de admitir su pertinencia.

En efecto, hace tres semanas escribí sobre una hoja de ruta que en mi criterio procedía y haciéndolo, me consentí algunas observaciones y otras recomendaciones, y recibí de muchos amigos y de gente que me leyó pero con los que poco he compartido, comentarios favorables.

Alguien me dijo incluso que debíamos atrevernos a cambiar nosotros para que pudiéramos verdaderamente ser capaces de cambiar lo que hay que cambiar que es bastante. Esas notas las repetiré porque creo son y pueden ser útiles para el proceso que el país necesita abordar y llevar a cabo. Por favor, no lo hago por narcisismo ni nada parecido.

Quizá me mueve la angustia que siento de ver a los mismos haciendo lo mismo y, temo que solo obtengamos lo mismo. En ese artículo que titule, «Caminos de liberación» asenté: “No hay un liderazgo de nadie ni de algunos siquiera que no tenga un rechazo que triplique o cuadriplique a los que los aprueban o respaldan para ser candidatos a presidir el país y, sobre todo, a ganarle al continuismo que por ahora corre solo, falseando cómodo la verdad de su fracaso y manipulando a placer, sin oposición o muy poca.

«Forzar por unas primarias anticipadas, una selección de un compatriota no legitimado ni apreciado como genuina opción, es hacer las cosas sin entender lo que está pasando. Es hacer lo de siempre, sin considerar lo que hoy es distinto. Hay que postular no un nombre sino una política, una propuesta, un programa común de cambio y sustitución.

«La siguiente fase en mi modesto criterio, consiste en seleccionar y constituir una plataforma política y electoral integrada por las mejores voluntades disponibles para favorecer la ciudadanización, sin la cual no hay sino una posible derrota en ciernes. La huelga electoral sigue vigente y así lo prueban las encuestas. Este es un elemento estratégico sobre el que se debe meditar.

«Se encargaría también en una dinámica de consulta y elaboración de un programa salido de la ciudadanía consultando y aprendiendo desde ella y estructurado, como un plan o programa nacional de desarrollo y reconstrucción, a aplicarse apenas se recupere la soberanía y se inicie un gobierno auténticamente legítimo y constitucional.

«Estaría integrado por quienes no aspirarían sino a contribuir con la tarea arriba descrita, vale decir no serían candidatos a la elección de 2024 y dedicarían su fuelle a recorrer, sintonizar, sincronizar el país a través de contactos con todas las formas de organización social y política, lo que incluye a los partidos que deberán dedicarse por cierto y básicamente, a la noble y estratégica obra de armar desde ya un equipo ciudadano de control electoral que cuide cada voto de los venezolanos.

«Los partidos políticos actualmente están en el subsuelo, en el averno del desprestigio y la incredibilidad. Esta parte de la proposición que hacemos acompaña al proceso de ciudadanización que insisto es medular, esencial, fundamental para apoyar este deseo redentor.

«Los partidos deben entonces emprender su propia regeneración y para ello, tendrían que servir a la gente, acompañar a quienes necesitan su experiencia, participar en la protesta y la acción reivindicatoria como razón de ser, como instrumento que rinde un servicio a los ciudadanos y no como se les ve por lo pronto, inútiles y deshonestos. Estos dos años y meses serían para convalecer y sanar, con miras a jugar un papel estelar en el cambio ontológico que hemos de acometer en procura de reencontrarnos con Venezuela.

«El que aspire entonces a ser candidato y presidente, debe ganárselo, calificarse, salir de sus cuarteles a librar batalla, asistir a cada municipio para oír y ser oído, legitimarse y en la centrifuga de esa campaña para llegar a ser, separar de si lo que lo lastre, lo desfavorezca, lo ensucie y claro, persuadir a las mayorías con su discurso y su conducta.

«El que prevalezca en esas primarias abiertas, con doble vuelta para consensualizar y, suscribir un programa a llevar a cabo y no un ejercicio de fervores y caprichos personales o de alguna de las oligarquías que pretenda auspiciarlo, con el apoyo y la vigilancia de un movimiento ciudadano por y para la reconstrucción de nuestra patria que él sin embargo liderará”.

Hay nombres muy apropiados para esa plataforma que debería, con sus buenos oficios, escuchar, persuadir, reunificar, reunir, consensuar a los venezolanos y no a un puñado de aspirantes ambiciosos. Conversar con quienes le digan al país no solamente lo que quiera oír, sino lo que debe y tenga que escuchar y asumir como responsabilidad.

Pido a Dios nos ilumine porque más de Maduro es chapotear en el charco del desastre y la intrascendencia y sino reaccionamos ante la posibilidad de verlos y padecerlos por más tiempo, quizá sea luego tarde. Cuba es un ejemplo de lo que nos esta pasando y puede llegar a convertirnos y porque hay tanto en juego, me permití hoy estas consideraciones.

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@nchittylaroche

 

 

 

 

 

 

 

 


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