Gustavo Tarre

Después de ocupar prolongadamente un lugar privilegiado en el escenario noticioso mundial, Venezuela dejó de tener interés. Un mutismo similar a la quietud política interna, solo interrumpido por algún acontecimiento estelar como por ejemplo la captura de Alex Saab, cuyo prontuario al lado de la significación para el régimen de Maduro al punto de querer elevarlo a un estatus diplomático e incorporarlo a las negociaciones de México no podía pasar inadvertido.

En las últimas semanas el país ha vuelto a ocupar puntualmente algunas columnas de  opinión.  Comenzando el mes de octubre sorprendió la decisión del gobierno de los Estados Unidos  de intercambiar la libertad de 7 gerentes de Citgo , detenidos sin juicio de ninguna naturaleza desde 2017, por los hermanos Malpica Flores  sobrinos de la primera combatiente de ninguna batalla ,  detenidos en Haití por la DEA en 2015, quienes fueron condenados a 18 años de prisión en un caso que expuso aún más al chavismo a las acusaciones de sus vínculos con el narcotráfico en el más alto nivel. Sin duda un intercambio bastante desigual que ha sido objeto todo tipo de críticas y decepciones y que viene a reiterar que toda incondicionalidad de otro gobierno tiene sus límites, en el entendido de que los países no tienen amigos sino intereses y que una cosa son Ustedes y otra somos Nosotros.

Sin todavía haberse superado este trauma, el jueves 6 de octubre en la 52 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos se votó una resolución impulsada por Antigua y Barbuda y apoyada por Bolivia, México y otros 8 países, de revocar la aceptación del representante de Juan Guaidó, como miembro de la Organización, y a pesar de que no lograron los 24 votos necesarios para incluir el punto en el temario de discusión, la propuesta fue apoyada por 19 países, 4 votaron en contra y 9 se abstuvieron.

Es de notar que al tradicional apoyo al gobierno de Maduro de las islitas subvencionadas del Caribe y además de los incondicionales abiertamente como Bolivia, se sumaron los incondicionales menos abiertos como el México de AMLO y la Argentina de Alberto Fernández, que  hace ya tiempo vienen haciendo frente común a favor de Maduro, pero también Panamá, Chile y Colombia.

Se abstuvieron Jamaica, República Dominicana, Uruguay, Brasil, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guyana y Haití.

Y solo votaron en contra de la medida, o sea a favor de mantener la representación de Guaidó en la OEA, 4 países: Paraguay, Canadá, Estados Unidos y Guatemala.

Lo primero que salta a la vista es que la alternabilidad política regional, que ha venido girando hacia la izquierda, ha generado buena parte de la pérdida de apoyo en la región del gobierno interino , pero también es importante notar que entre los países que se abstuvieron encontramos a gobiernos abiertamente adversarios de Maduro como son Uruguay y Ecuador, y solo cuatro países, léase bien, solo cuatro, apoyan la permanencia del representante del gobierno de Guaidó y acabamos de percatarnos de sus límites  .

Más allá de especulaciones e interpretaciones una cosa parece quedar muy clara y es que el gobierno interino va perdiendo piso aceleradamente, y que más allá de que sea fundamental el apoyo internacional, mucho más si somos una pieza del complicado ajedrez internacional, la política interna no puede ser importada y hace rato que resulta urgente la reconstrucción de la oposición y la generación de una política propia, acertada y unitaria. Los intereses personales y las rivalidades han creado sordera y ceguera en la dirigencia política ante esta obviedad. He allí el dilema: O abrimos los ojos y nos unimos o seguimos peleando ciegos y sordos y nos hundimos.


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