Protesta contra el régimen de Cuba
Foto YAMIL LAGE / AFP

Así como Colombia es apreciada por los venezolanos como un país hermano a partir de una historia que nos une, lo que sucede en Cuba acelera los latidos de nuestro ser, lamentablemente acentuados en el siglo XXI por el saqueo y el dominio que ejerce la satrapía castrista sobre nuestro país, en detrimento de la condición de vida de la población venezolana.

Por tanto, los acontecimientos que se registraron el pasado fin de semana en varios pueblos de la isla y en la propia capital, La Habana, estremecen los cimientos de la dictadura más longeva y atroz del continente, que también figura en el ranking a nivel global. De allí que no pueden ser ignorados estos sucesos, pues su desenlace atañe directamente a nuestro destino como país.

Es curioso, los manifestantes pertenecen a diferentes generaciones de cubanos. Algunos vieron llegar a la guerrilla de barbudos del Movimiento 26 de Julio a La Habana el primero de enero de 1959, con Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, entre otros, como líderes de la rebelión del supuesto futuro de la humanidad. Pero también hay numerosos jóvenes que crecieron bajo un brutal adoctrinamiento en nombre de la revolución. Todos fueron en su momento pioneritos que crecieron recitando loas a Fidel y a un socialismo que presentaba a Cuba como un paraíso, a decir del cantor venezolano Ali Primera.

Pues bien, si el tango de Carlos Gardel susurraba que 20 años no es nada, cuánto podrán significar 62 años de opresión, de manipulación sobre los hombros de una población que se cansó de que le justificaran la falta de comida, electricidad, agua, vivienda, vestido, educación, salud, en fin, de que les arrebataran la ilusión de la vida en nombre de una revolución que “iba matando canallas con su cañón del futuro”, como solía cantar Pablo Milanés, otrora intérprete de la llamada nueva trova cubana. Pero en realidad habían condenado el destino de millones de seres humanos a soportar y sufrir los delirios del castrismo, de dos ancianos -Raúl y Fidel- flanqueados por una nomenclatura que mediante el terror pretende reprimir el clamor de cambio de un pueblo hastiado, con métodos similares a los que ahogaron en sangre las protestas del pueblo venezolano en 2014 y 2017, e igualmente a los manifestantes del pueblo nicaragüense en 2018.

Lo que presenciamos hoy en Cuba permite reafirmar que se rompió el hechizo de la estafa revolucionaria castrista, como lo vociferaba un joven manifestante: “Solo tienen dinero para construir los hoteles a los que llegan los turistas extranjeros y para nosotros solo hambre”. La ira popular obligó al actual mandatario Díaz-Canel a bajarse de la cúpula y descender a la calle para prometer mejoras en el servicio de electricidad, aun cuando llamó luego al combate y a la represión a sus brigadas contra el pueblo protestante.

Tras tres días consecutivos de protestas callejeras comienzan a aparecer las fisuras en el aparato del régimen, deserción de guardias especiales, posiciones encontradas en el ejército. Ha sido el estallido social de mayor magnitud en Cuba desde 1959. Su onda expansiva reivindica el sacrificio de las miles de víctimas, de los exiliados por el mundo y particularmente en Venezuela, de todos aquellos cubanos que han fallecido pensando en una patria libre, en su reencuentro con una Cuba de libertades.

Ha sido una larga noche de más de seis décadas para atreverse a superar el miedo, un poco menos que las siete décadas que tardó el régimen de la URSS en derrumbarse a inicios de los años noventa del pasado siglo, y un poco más que las cuatro décadas que tardaron los pueblos de Europa del Este de saldar cuentas con sus regímenes satélites del Kremlin.

Como podemos ver, la historia es caprichosa. Fue el 26 de julio de 1953 cuando se realizó el asalto al Cuartel Moncada, una fecha escogida por el régimen castrista como fragua de su movimiento político. Y ahora el 11 de julio de 2021, 68 años después de aquella nefasta acción, pudiera ser la nueva fecha histórica de redención del pueblo cubano, en busca de su libertad y mejor condición de vida, cuando por fin la larga noche quede atrás.

Para los venezolanos es un deber manifestar nuestro apoyo al heroico pueblo cubano, pues su victoria será la nuestra. Trabajadores, sociedad civil, universidades, empresarios y diferentes sectores sociales deben sumarse a estas jornadas cruciales por la libertad y la democracia en el continente, específicamente en América Latina.


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