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I

Era bien difícil para mi familia entender el trabajo que había escogido, siendo todos profesionales pero en el área de la medicina y la ingeniería. Yo escogí las ciencias sociales, y entre ellas, la comunicación. A propósito de los 78 años de este, el periódico favorito de mi papá y el que siempre se leyó en mi casa, me puse a hacer memoria de lo que significó para mí ser reportera.

Y me propongo contar algunas cosas porque, si en aquella época mis hermanos y mis padres no entendían mi ritmo de trabajo, en esta época actual los jóvenes periodistas pueden pensar que las dificultades que pasábamos los reporteros de mi época son puro cuento.

Lo primero que debo aclarar es que había “fuentes”. Para nosotros citar a un colega era imperdonable, significaba no haber hecho el trabajo. Y para más sorpresa, la fuente estaba abierta a los periodistas y, unas más que otras, entendía que estaban obligados a dar información. ¡Fin de mundo!

II

Imagínense llegar a las 7:30 am a la oficina de prensa (sí, había una oficina para los reporteros) de la sede de la Policía Técnica Judicial y encontrar allí ya a esa hora de la madrugada a Sandra Guerrero. El funcionario de prensa de la PTJ (periodista) abría como a las 6:00 am y copiaba minuciosamente el parte de la noche y la madrugada en un gran cuaderno. Luego lo dejaba en el escritorio para que cualquiera lo consultara. Allí se registraban muertos, balaceras y demás. Como una vez que leí: “Miércoles 6 de febrero, 4:30 am. Se consiguió una mano humana en un teléfono público ubicado en la esquina…”. No es invento.

Si uno como periodista (de antes o de ahora) quiere entender lo que significa manejar una fuente, solo hay que ver a la Guerrero trabajar, todavía ahora. Pero en aquel entonces, si ella se movía o su fotógrafo (de El Nacional) desaparecía, uno, principiante, debía entender que algún caso por allí despertaba el interés, y no era precisamente el de la mano, que nunca supimos a quién perteneció o quién la dejó al teléfono.

Siempre había grupetes entre los periodistas de una fuente, sobre todo por aquello del “tubazo”. Para que me entiendan, en esta época “digital” se compara con quién publica primero. Yo tuve la suerte de caerle bien a todos los grupos. Y Alfredo Cedeño (otro gran reportero pero de otras fuentes) agregaría que por mi cara de “pendeja bien administrada”. Pero me sirvió para aprender de los grandes, porque entonces Sandra me decía “Vente, niña”, y yo salía corriendo con mis tacones de varios centímetros detrás de aquella periodista que ya era una leyenda.

III

Me acabo de dar cuenta de que si quiero describir el ejercicio reporteril que me tocó, no me van a alcanzar los caracteres, pues cuando uno pasa al formato digital trata por todos los medios de no aburrir. Pero déjenme aclararles que las únicas herramientas de trabajo que teníamos eran la libreta, el bolígrafo y un grabador inmenso de cassettes (cintas magnéticas que graban sonido).

Lo que sucede es que en la fuente de Sucesos no valían de mucho los grabadores, pues para dar un tubazo había que tener “contactos” dentro de ese edificio inmenso de ocho pisos en frente de Parque Carabobo. Sandrita conocía cada comisario, pero también cada agente, aunque fuera de los más nuevos. Sabía del movimiento de las patrullas, o cuando traían a un detenido importante.

Los reporteros de los grandes periódicos tenían chofer y carro a su disposición, pero yo andaba con el mío y el fotógrafo asignado, así que si la Guerrero me decía “vente”, yo los seguía en mi propio vehículo como en las películas.

Así fui aprendiendo que las declaraciones en esta fuente no siempre son oficiales o dignas de grabación, que hay que prestar atención a lo que le cuentan en confidencia, que hay que buscar datos que corroboren la información de manera oficial y que para tubear a la Guerrero en Sucesos había que estar un paso delante de ella.

Para eso me sirvió la cara de pendeja de la que habla mi amigo Cedeño aún a estas alturas. No puedo decir lo satisfecha que estoy de haber aprendido de la grande. Pero eso apenas fue la fuente de sucesos. ¿Sigo contando?

@anammatute


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