Las contradicciones entre la oposición abstencionista y la electoral se manifiestan en una falta de unidad de criterios para acordar la vía que haga posible un cambio político en Venezuela. Los abstencionistas optaron por la vía insurreccional y violenta, los otros por la vía electoral y pacífica en condiciones muy desventajosas.

El Cucutazo, el conato de golpe de Estado del 30 de abril, la Operación Gedeón y la invocación al TIAR fueron parte de un atajo insurreccional que se convirtió en el camino más largo para lograr un cambio político en Venezuela. Quienes una y otra vez repitieron que solo negociarían con Maduro el salvoconducto que lo sacaría del país, finalmente se sientan en México a negociar con él una solución al conflicto venezolano y ese paso hacia una solución política y pacífica hay que celebrarlo.

Dice la sabiduría popular que “uno es esclavo de lo que dice y amo de lo que calla”. Los partidos que apostaron a la abstención repitieron una y otra vez que “en Venezuela se vota pero no se elige”, que “dictadura no cae con votos”, que “participar en las megaelecciones es convalidar la farsa electoral del régimen”. Los abstencionistas que ahora postulan candidatos quieren disfrutar los beneficios de ganar gobernaciones y alcaldías, pero sin pagar entre sus seguidores extremistas los costos reputacionales de retomar la ruta electoral. “Tanto nadar para morir en la orilla”, dice el refrán popular.

Guaidó dice que las megaelecciones del 21N son una farsa y a los partidos de la Plataforma Unitaria no se les siente plenamente convencidos de participar. En vez de apoyar la reelección de los gobernadores y alcaldes que ya tiene la oposición, han postulado otros candidatos que amenazan con dividir el caudal electoral del país descontento y facilitar así el triunfo de los candidatos oficialistas. Pareciera que su estrategia es provocar resultados muy reñidos para cantar fraude, desconocer los resultados, deslegitimar el proceso electoral, agravar la crisis de gobernabilidad y así lograr que se prolongue el reconocimiento internacional del interinato.

Le ha tocado a las organizaciones de la sociedad civil romper la inercia de los partidos políticos para poder recuperar la confianza en la institución del voto y retomar la ruta electoral. Pero los cuestionados partidos suelen ver en las iniciativas de la sociedad civil el fantasma de la antipolítica. En vez de mirarse como rivales, ambos están llamados a entenderse y enfrentar conjuntamente tanto las maniobras para intervenir los partidos y crear una oposición a la medida del gobierno, como también la criminalización de las organizaciones no gubernamentales e iniciativas de la sociedad civil. En vez de atizar conflictos por el liderazgo entre partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, se trata de articular esfuerzos, complementar capacidades y respetar los espacios naturales que a cada quien le corresponden. Escuche el análisis completo en el nuevo podcast de #LaRutaEsElectoral.  https://t1p.de/enywu

@victoralvarezr


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