“Quiera Dios que quienes han creado este conflicto absurdo no tengan motivos para arrepentirse”

Carlos Andrés Pérez (1993)

Han pasado más de 28 años desde que fue pronunciado este discurso, que si bien es cierto no fue el inicio del sufrimiento que hemos venido arrastrando en las últimas décadas, sin la menor de las dudas marcó un antes y un después en nuestras historia política, social y económica.

La construcción de la democracia en Venezuela fue algo que con mucho esfuerzo se logró durante el siglo XX, para cualquier joven en los años ochenta era impensable que en nuestro país pudiera existir una dictadura, o peor aún, que fuera necesario huir de su tierra porque la crisis económica fuera tan profunda, o más allá, existiera una crisis humanitaria, como podía existir en algunos países en África durante la época.

Paradójicamente, esos mismos jóvenes serían los padres de la generación que hoy por hoy ha sufrido situaciones de zozobra abrumadora. La juventud actual venezolana ha tenido que reinventarse, construir futuro lejos de su tierra y sus seres queridos. Cualquier venezolano puede detenerse en este momento y pensar todo lo que ha pasado frente a sus ojos, para luego reflexionar sobre cómo llegamos a esto.

Han sido años de luchas incansables, de etapas, de aciertos y desaciertos, de momentos buenos y momentos malos, pero sobre todo de aprendizajes. Los tiempos difíciles forman grandes hombres, y son esas las personas que con mucho orgullo hoy dejan en alto el nombre de nuestro país, pero que se hacen constantemente una pregunta en su mente: “¿Cuándo acabará esto?”.

Al igual que más de 30 de millones venezolanos me encantaría poder dar una respuesta, pero la realidad es que a pesar de saber que hemos avanzado, que hemos logrado acciones importantes, es imposible saber cuándo será el fin, pero estoy seguro de que el fin de esta etapa oscura llegará más temprano que tarde.

Hoy por hoy la lucha política venezolana se mantiene de pie, avanzando para lograr el deseo de todos, que es tener un país libre donde irse sea una decisión y no una obligación para muchos. La fe siempre es uno de los principales motores que nos permite seguir luchando desde cualquiera que sea nuestra trinchera. Cada paso que demos debe tener un propósito claro, un fin.

Cada venezolano es un sentimiento de lucha, es un amanecer, es una nueva oportunidad, por difícil que parezca, debemos seguir adelante, con fuerza en nuestra pugna. El país que vendrá muy pronto, abrirá un espacio para renacer y crecer en todos los sentidos. No permitamos que nos arrebaten nuestros sueños; al contrario, seamos garantes de crear el país que todos deseamos. Lo mejor está por venir y debemos construirlo en Unidad.


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