Ayer 19 de junio se escribió un nuevo capítulo en la historia de Colombia, es la primera vez que un candidato de extrema izquierda llega a la Casa de Nariño. Pero al margen de las ideologías políticas, hay muchas otras cosas que preocupan a la región tras estos resultados. Gustavo Petro es mucho más que un simple dirigente afín al pensamiento comunista, él arrastra la sombra de un pasado guerrillero y también tuvo amistad muy cerca con Hugo Chávez. Durante la campaña que lo llevó a la presidencia y de acuerdo con la información revelada por parte del medio Semana, contó con la asesoría de Vinicio Alvarado, un ecuatoriano que estaría prófugo de la justicia de su país y condenado presuntamente por corrupción. Además, el ahora presidente de los colombianos fue asesorado por el español Xavier Vendrell, quien está señalado por haber formado parte en una agrupación terrorista llamada Terra Lliure.

A juzgar por los antecedentes guerrilleros de Petro, por sus referentes políticos y por aquello que realmente lo respalda más allá de quienes le votaron, el panorama social y político que se prevé para Colombia resulta similar al de su vecina Venezuela, en donde la izquierda polarizó a la sociedad, destruyó a la economía, las instituciones, al Estado de Derecho y en resumidas cuentas acabó con la democracia y tomó el control absoluto de todo.

Petro había dicho que si perdía esta elección renunciaría a sus aspiraciones por ser presidente. Este fue su tercer intento por ser el gobernante de Colombia y finalmente logró cristalizar sus aspiraciones. Llama la atención que durante su campaña trató de desvincularse del chavismo, aunque realmente la evidencia apunta a que sus modelos de país son los ejemplos de Cuba y Venezuela.

En el ascenso de Petro a la Casa de Nariño fue fundamental su paso por la Alcaldía de Bogotá, esto  le ayudó a limpiar su imagen de exguerrillero del  M-19. Aunque la polémica en su gestión, los desaciertos, una destitución y su posterior reincorporación formaron parte de su carrera como funcionario, se valió de un discurso populista, del aparato de la propaganda política de la izquierda internacional y de diversas tretas como las que salieron a relucir en los llamados Petrovideos, para finalmente llegar al poder. Sólo con el tiempo se podrá esclarecer si hay algo más detrás de esa victoria.

El arribo de la izquierda a la presidencia de Colombia complica las posibilidades de desarticular la dictadura de Maduro en Venezuela y con ello también se dificulta la desarticulación de los grupos irregulares y las bandas criminales que en este momento operan en la frontera entre ambas naciones.

Colombia tiene hoy una de las democracias más estables de Latinoamérica, pero la llegada de Gustavo Petro al poder podría generar un retroceso comparable al que vive hoy Venezuela, en otrora la nación más próspera de la región, pero sufrió un hundimiento histórico tras el triunfo electoral de Hugo Chávez  en las elecciones presidenciales de 1998, quien a pesar de haber intentado dar un golpe de Estado en 1992  y ser simpatizante de la guerrilla, le vendió la imagen al país de ser un demócrata. No abandonó el poder hasta el día de su muerte y todos los procesos electorales en los que se midió después de su primera victoria, permanecen envueltos en las sombras de acusaciones de fraude.

Un nuevo capítulo se escribe en la historia del nuestros hermanos colombianos. El mundo despertó con la noticia del triunfo de Gustavo Petro en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. De acuerdo con los primeros resultados se ha impuesto con el 50,50% de los votos, frente al 47,16% que obtuvo Rodolfo Hernández, atrás quedó la propuesta del ingeniero y la posibilidad que el pueblo tuviese un presidente que sabe crear riquezas. Me pregunto y le extiendo esta interrogante a mis queridos lectores: ¿Cuál cree usted que será el futuro que le espera a Colombia en manos de Gustavo Petro?

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