La exaltación a los antisociales, la mala utilización del lenguaje, la normalización del delito y la cultura de lo obsceno, forman parte de la línea editorial de buena parte de los medios de comunicación venezolanos desde hace más de 30 años. Todo ello ha contribuido a un empobrecimiento cultural al que han ido alimentando con la propaganda chavista  —cargada de resentimiento social— difundida en los principales tabloides, páginas web, cadenas radiales y canales de televisión públicos y privados. El chavismo no hubiese pasado de ser una mera quimera de no haber tenido tanto apoyo mediático.

Corría la primera década del nuevo milenio cuando Marcos Reyes Andrade, uno de mis profesores de la carrera de comunicación social, nos explicó en clase que la telelenovela Por estas calles de RCTV, estrenada en 1992, fue diseñada especialmente para allanarle el camino a Hugo Chávez en su carrera política. Aquel docente era un respetado director, productor y guionista, con una trayectoria impecable y extensa en el gremio televisivo. No obstante confieso que en ese momento el  comentario no tuvo mayor impacto en mí. Han pasado varios años desde que el profesor Reyes Andrade falleció, tuve la gran oportunidad de mantener largas conversaciones sobre la política nacional e internacional con él, compartimos impresiones sobre el mundo artístico, hablamos de diversos personajes mundiales, y hasta intercambiamos algún libro. Muy especialmente recuerdo que después que me gradué me firmó una carta de recomendación para matricularme en una maestría de ciencias políticas  —camino académico del que tuve que apartarme— y aunque estoy totalmente agradecido con lo compartido y con sus enseñanzas, lamento  no haber profundizado más en aquello que nos dijo sobre la mencionada novela, aquella mañana en la que destacó que esa producción fue algo especialmente estudiado y diseñado para llevar al golpista a la silla presidencial en Miraflores. Ciertamente la evidencia ha arrojado que nada de lo que ha hecho el chavismo ha sido al azar, muchos hechos aparentemente aislados guardan relación.

De acuerdo con lo referido por Reyes Andrade el género de la telenovela tenía una influencia importante en el comportamiento de los habitantes de los países de Latinoamérica. Nos  explicó que por ejemplo en Brasil los productores habían comprobado que muchos ciudadanos intentaban imitar la conducta de sus personajes favoritos. En nuestro país, los dramáticos empezaron a exacerbar lo negativo que existía en la sociedad, enalteciendo al antihéroe como figura a imitar.

En los años 80 y 90 el estilo de vida moderno de la sociedad Venezolana fue generando que cada vez más niños se quedaran en casa solos, mientras los padres trabajaban.  La televisión nacional empezó a suplir esa ausencia, y pasó de ser un mero medio de entretenimiento a ocupar el rol prácticamente de “educador” de un grupo numeroso dela generación de los millennials criollos. El contenido de la programación mayormente estaba plagado de modismos y de un uso mediocre del lenguaje. Privó lo comercial por encima de lo cultural. En ese contexto fue tomando cada vez mayor participación la izquierda chavista. Todo aludía al “comandante” golpista y el entretenimiento fue dando paso a la política. El país había cambiado y parte de ese cambio fue impulsado por medios de comunicación que alimentaron a  la bestia que luego los devoró. La dictadura además cuenta hoy en día con numerosas plataformas comunicacionales propias, sustentadas por el Estado.

Ojalá en Venezuela los grandes empresarios y los políticos hubiesen tomado el ejemplo de Finlandia, en dónde los medios de comunicación se unieron a un esfuerzo de toda la población por despuntar en lo académico. En ese país transmiten en la tv programas educativos Internacionales, en la lengua original, pero con subtítulos para estimular la lectura de los niños. La iniciativa ha contribuido en la obtención de los primeros lugares de excelencia educativa de los finlandeses en el continente europeo. Hay un libro muy interesante escrito por Xavier Melgare llamado Gracias Finlandia, en donde el autor desarrolla en profundidad este tema.

En todos estos años por supuesto que en Venezuela se han hecho también buenas producciones, grandes programas y dramáticos de altura que le dieron gloria y fama internacional a nuestros talentos, pero gradualmente todo se fue eclipsando en los grandes medios y algunos empresarios se prestaron al juego de venderle al país la gran estafa que representó Hugo Chávez y su delfín Maduro. Muchos les mienten aún hoy a los venezolanos y tratan de lavarle la cara al régimen con grandes titulares en los que exhiben unas bondades inventadas que no tiene ni tendrá el actual régimen Venezolano. Aunque no se puede culpar a los canales de televisión, las radios, los periódicos y los medios digitales de todo lo que ocurrió y ocurre en Venezuela, una importante cuota de participación han tenido en la crisis nacional. No hay que olvidar que el poder mediático cuando se lo propone es capaz de elevar al poder hasta al más idiota de los individuos.

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