Carlo Cipolla definió las cinco leyes de la estupidez

Una duda existencial que podría plantearse cualquier filósofo, pensador o investigador serio, imparcial y acucioso, es: ¿por qué hay tanta inequidad, pobreza y sufrimiento en el mundo, donde existe abundancia de recursos y de personas dotadas de inteligencia, sabiduría y racionalidad?

La respuesta a esta pregunta no se puede encontrar en las ciencias naturales y menos aún en las ciencias exactas y por lo tanto hay que explorar las dimensiones metafísicas.

El filósofo griego Epicuro de Samos (342 a.C. – 270 a.C.) planteó el problema del mal, siendo que a ese pensador se le atribuye la pregunta ¿por qué si Dios existe, se permite la existencia del mal? Y a esta pregunta y sus respuestas se les conoce como la paradoja de Epicuro.

Existe una frase célebre de Albert Einstein: “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo, y no estoy seguro de lo segundo”, lo cual indica que para ese genio de la física lo único infinito era la estupidez.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la estupidez es la torpeza notable en comprender las cosas y aunque a veces se usa idiotez como sinónimo de estupidez, se considera que la idiotez reviste un mayor grado de incapacidad mental que la estupidez, aunque en la Grecia antigua, la palabra idiota se usaba para calificar a quienes solo se ocupaban de lo propio y no se involucraban en asuntos públicos.

El ensayo satírico llamado Manual del perfecto idiota latinoamericano publicado en 1996, cuyos autores son los intelectuales Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, refleja un modo de pensar de los políticos e intelectuales latinoamericanos (los idiotas), quienes después de arruinar con populismo a los países culpando a los demás por sus errores, terminan por entregarle el poder a un caudillo, a quien consideran que puede resolver los problemas de sus naciones.

Sobre la estupidez han investigado y escrito grandes filósofos y pensadores desde tiempos remotos, pero existe una Teoría de la estupidez propuesta por el historiador económico y catedrático italiano de la Universidad de Berkeley llamado Carlo María Cipolla (1922-2000), quien publicó en 1988 un interesante ensayo satírico llamado Allegro ma non troppo (Alegre pero no demasiado).

Para clasificar a los seres humanos según una visión económica, este autor se basó en los beneficios o pérdidas que un individuo se causa a sí mismo o a los demás y utilizó un plano cartesiano compuesto por 4 cuadrantes que son:

  • Inteligentes   (I): benefician a los demás y a sí mismos.
  • Incautos      (II):  benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.
  • Estúpidos    (III): perjudican a los demás y a sí mismos.
  • Malvados     (IV): perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.

Además de esta taxonomía, también expone 5 leyes fundamentales de la estupidez. La quinta indica que “una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que pueda existir” y afirma que el grupo de la gente estúpida es más poderosa que grandes organizaciones, pues sin necesidad de líderes ni reglamentos, ejerce grandes y perversos efectos sobre la humanidad.

Aplicando la teoría de la estupidez de Carlo Cipolla diríamos que algunos entes están ubicados en el cuadrante de los malvados, que para lograr sus objetivos económicos hegemónicos financian y promueven a algunos líderes y grupos políticos localizados en el cuadrante de los estúpidos, quienes a su vez manipulan a los incautos, siendo que esos tres grupos conjuntamente ignoran, desprecian y repudian a quienes pertenecen al primer cuadrante de los inteligentes. Entonces, pudiéramos deducir que quizás esa sea la causa real del fracaso reiterado de las naciones, donde las democracias se han convertido en caquistocracias, que son los gobiernos de los peores ciudadanos, para beneficiar solo a los malvados.

El modus operandi utilizado para que unos pocos malvados dominen a las grandes mayorías se basa en el uso de dicotomías para manipular, dividir y enfrentar a la gente tales como son: dios/demonio, pobre/rico, amo/esclavo, blanco/negro, liberal/conservador, nacional/extranjero, izquierda/derecha, productor/especulador, machismo/feminismo, capitalismo/socialismo, heterosexualismo/homosexualismo, etc, siendo que discriminaciones por este tipo de etiquetas las sufrieron nuestros ancestros y hoy también las padecemos los ciudadanos contemporáneos.

Las manipulación de las masas es un fenómeno que no todos logramos entender, porque se han utilizado medios de información y mordazas a la libertad de expresión para mantener en la ignorancia a las poblaciones, a través de campañas y programas promotores de estupideces. Mientras, los grandes especuladores como Mr. George Soros, por citar uno de los más reconocidos, no escatiman esfuerzos ni recursos para crear organizaciones de manipulación y división de las masas, bajo el uso y abuso de causas nobles pero ficticias, tales como la filantropía, la libertad, la igualdad, la paz o la democracia y por eso financian indiscriminadamente a actores de cada uno de los bandos en que dividen a la gente, de donde reclutan a políticos, intelectuales famosos, catedráticos e investigadores de instituciones reconocidas, encuestadores, influenciadores, publicistas, periodistas, etc, para que sirvan de apóstoles de la división, la manipulación y el enfrentamiento de la gente, mientras que los malvados que son expertos en malas artes, usan diversas técnicas non sanctas, para apropiarse del tiempo, los recursos y los activos, que son patrimonio de las naciones y de los ciudadanos objetos de la manipulación.

Es una costumbre que los malvados prefieran reclutar, financiar, promover y llevar al poder a personajes del cuadrante III despreciando a los mejores líderes disponibles, para poder manipularlos y así mantener su hegemonía parasitaria y expoliatriz, mediante el uso de lisonjas y diversas estrategias, algunas de miel y otras no tan dulces, como fueron entre otras muchas las siguientes dos trampas:

Un líder político del siglo XX que fue presidente en dos ocasiones de un país latinoamericano, a quien un grupo de banqueros y empresarios llamado “los doce apóstoles” financió sus campañas electorales, recibió un llavero en su cumpleaños de parte de una joven enviada por el grupo y luego que el funcionario mordió el anzuelo y se enamoró de ella, usaron la influencia de esa dama por muchos años, para obtener beneficios con la cercanía al poder, logrando acciones tales como: eliminar la moneda nacional del país que estaba respaldada por oro, nacionalizar el petróleo para pagarle a las empresas concesionarias por unos activos que pasarían al estado en el corto plazo al vencer la concesión, enviar las reservas de oro al exterior como garantía en la obtención de préstamos en divisas, que mediante el uso de figuras crediticias se repartían entre ellos y para finalizar sus malas praxis, implantaron el keynesianismo puro y duro, que es una teoría económica fracasada, porque promueve expansiones de liquidez y devaluaciones, envileciendo la moneda y arruinando a los ciudadanos y al país y “de esos polvos y malas prácticas continuadas por todos los sucesores vienen los lodos, que mantienen a ese país sumido en crisis eterna”.

Por cierto, el líder mencionado en párrafo anterior terminó enjuiciado, destituido del cargo, preso y finalmente en el exilio, mientras los beneficiarios de los negocios que se hicieron durante su mandato, viven en el exterior libres y disfrutan de sus fortunas mal habidas, sin que nadie les investigue el origen de sus patrimonios ni les bloquee sus cuentas.

La aplicación de las herramientas propias del keynesianismo como son las expansiones astronómicas de liquidez y las devaluaciones recurrentes, solo sirven para quebrar a los ciudadanos y a las empresas públicas o privadas y así poder adquirir a precios de remate los activos de una nación arruinada o robarse los depósitos e inversiones nacionales en el extranjero con la excusa de los bloqueos, mientras que algunos individuos desde el exterior, financiados y mantenidos por corruptos, especuladores y delincuentes financieros, alcahueteados por algunos bancos y gobiernos foráneos, cual sicópatas, sociópatas o sádicos, no cesan de promover: bloqueos, bombardeos, invasiones y todo tipo de castigos, que solo hacen sufrir a los ciudadanos comunes e inocentes, sabiendo que con esas acciones no se logra ningún cambio de políticas ni de políticos, como se ha demostrado en otros casos, con dictaduras longevas de más de 50 años, como las de Cuba o Corea del Norte por citar solo dos, que solo han servido para atornillar a los dictadores y justificar el genocidio de los habitantes de esas naciones, que son realmente las víctimas inocentes de los malvados tanto internos como externos.

Para no extenderme más, ahora resumiré la historia de un país del Medio Oriente y su dictador megalómano y extravagante, con grandes reservas de petróleo, gas, agua subterránea y depósitos e inversiones en el exterior, donde ese dictador estuvo a cargo del gobierno por más de 4 décadas y mientras era útil para suministrar combustibles a Europa e invertir y depositar las reservas internacionales en bancos del extranjero, manteniendo en calidad de custodia 120 toneladas de oro en el exterior, era recibido con honores, lisonjas, regalos y con alfombra roja en palacios presidenciales, tronos de reyes y entes internacionales, pero en la llamada primavera árabe y a cuenta de ofrecer: “democracia, paz, igualdad y libertad para los ciudadanos de esa nación”, la ONU aprobó en el año 2011 una “intervención humanitaria con bombas y misiles” y así tumbaron al dictador pero se desaparecieron o confiscaron: inversiones y reservas internacionales, oro, yacimientos de crudo, gas y agua, mientras bajo diversos gobiernos sucesivos de incapaces, ahora ese país está arruinado, dividido, en guerra y además sus ciudadanos mueren ahogados en el Mediterráneo, tratando de llegar a Europa para escapar de la violencia, la guerra y la hambruna, que después de 10 años de la “supuesta ayuda humanitaria”, aún subsisten en ese país, bajo la mirada complaciente de la opinión internacional, el silencio de los medios y la vista gorda de la ONU, organismo que  había ofrecido: paz, libertad y democracia, para justificar un cambio mediante la invasión.

Ojalá que la historia del país descrita en el párrafo anterior, no sea el destino que le espera a Venezuela, donde es necesario que se imponga la racionalidad y la inteligencia, para que los cambios necesarios se produzcan mediante negociaciones y diálogos serios, honestos, sinceros, constructivos y eficaces, no solo entre los políticos para distribuirse los cargos públicos, pues en mi opinión, algunos de ellos sin tener las aptitudes requeridas para conducir los destinos del país, solo quieren un “quítate tú para ponerme yo” al estilo de viejos caudillos, como fue don Luis Alfaro Ucero del partido AD, quien fue postulado para competir en unas elecciones presidenciales sin tener las aptitudes para el cargo y luego de que perdió fue expulsado de su partido, siendo que para cualquier futura elección, es necesario proponer líderes capaces, que logren motivar a los electores, si no se desea perder.

Los diálogos nacionales para que sean productivos y eficaces, deben incluir a los diversos sectores nacionales como son la iglesia, las universidades y los empresarios entre otros, para que se analicen las causas profundas de la crisis y se propongan soluciones y liderazgos reales y estables, libres de politiquerías estériles, que puedan resolver en equipo los problemas nacionales, mediante la participación de los ciudadanos más capaces, honestos e inteligentes, para reconstruir la nación y la democracia verdadera, donde el voto sirva para elegir, superando las malas praxis del pasado y a los promotores de incapaces, quienes solo buscan continuar con más de lo mismo, para no verse obligados a reintegrar lo que se han apropiado fraudulentamente, cuando se trate de recuperar lo robado por los corruptos y se levanten las sanciones a la nación, que en mi opinión son “trampas ineficaces impuestas por los malvados para engatusar, manipular y estafar a los incautos y estúpidos, según la taxonomía hecha por don Carlo Cipolla, sin que se produzcan cambios reales” en su famoso ensayo Allegro ma non troppo.


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