I ¿Qué hace América Latina con sus economías?

En América Latina existen numerosos problemas políticos, económicos y sociales que parecieran multiplicarse, en virtud que los países, en su mayoría, a pesar de los convenios que firman, así como integran organizaciones como la Organización de Estados Americanos (OEA), o la llamada Comunidad Económica Latinoamericana y del Caribe (Celac), con presidencia temporal de Xiomara Castro de Honduras (2024), en ambos casos son dos organizaciones donde cada una parecieran que sólo aglutinan intereses políticos particulares, y lejos de beneficiar el progreso regional, lo dividen, y peor, ante mínimas de esas diferencias políticas, parecieran que éstas se agudizan, y por ende, lo que menos se ejecutan en la praxis son aquellos convenios por el orden y beneficio de los aspectos que revitalizan la economía y el progreso de las distintas sociedades.

En efecto, que los problemas de desequilibrios económicos y sociales dejen mostrar naciones que han hundido sus territorios en determinantes pobrezas y miserias que han conducido a la mayoría de sus ciudadanos a emigrar de éstos, aunque algunos de ellos tengan numerosas riquezas naturales y naturales, así como envidiables ubicaciones geográficas en sus conexiones con sus salidas hacia los océanos -Pacífico y Atlántico -como la mayoría de naciones de Centroamérica; la realidad continúa generando millones y millones de seres humanos sin posibilidades de consolidar niveles de vida que permitan a sus familias, los gastos humanos de alimentación, salud y recreación; y menos que haya en tales naciones, el acceso de servicios públicos de calidad, y por ende, que la educación y el trabajo sean recíprocamente generadores de bienestar, y no de frustración social, como está ocurriendo en densos espacios de este continente.

Entonces, ante tal realidad surge una interrogante: ¿Qué hace América Latina con sus economías? Y desde esta connotación surgen otras: ¿Quiénes son los responsables en que tal región no pueda generar bienestar económico y social para la mayoría de su población? ¿Cuáles son las políticas públicas que han restringido los posibles avances en materia económica? ¿Se ha respetado el conjunto de normas jurídicas, desde el andamiaje constitucional para garantizar que los países sean receptores de inversiones? ¿Dónde han estado los errores políticos que no han permitido la consolidación del desarrollo económico de Latinoamérica?

II Inaplicabilidad de la burocracia con las políticas públicas

Una de las grandes mentiras que los gobiernos de turno han desembocado sobre las sociedades de América Latina ha sido el nivel de sus ingresos contra sus egresos. Los bancos centrales se han convertido en financiadores de ese gasto público que, en la mayoría de los casos al ser improductivo y creado financieramente de manera artificial, solo puede ser manifestado como se dice de manera popular: “terminó siendo peor el remedio que la enfermedad”; porque la inyección de dinero de tales características aumenta desproporcionadamente la inflación, y por ende presionando el alza de los precios de los bienes y servicios, lo cual de manera cíclica se convierte en una pesadilla económica.

Además, los Estados sigue empleando definiciones económicas como la del Producto Interno Bruto (PIB), que lleva una exagerada carga de engaño en la aplicabilidad de las políticas públicas, cuando se menciona de equis cantidad de “puntos” de ese PIB, que en relación con presupuestos deficitarios o simplemente inaplicables para solventar las inmediatas necesidades de la población en áreas de educación, salud o servicios públicos, todo concluye en escenarios periféricos de seudo soluciones que no gravitan en una praxis productiva, sino en la mayoría de los casos de subsidios o ejecución de planes circunstanciales, que nunca podrían ser de corto, mediano ni largo plazo para el desarrollo de las economías.

Verbigracia; cuando los Estados ni siquiera son capaces de cubrir sus propios gastos, por la vía ordinaria, además de imprimir el denominado dinero inorgánico, recurren con los impuestos buscando solapar tales montos, que en muchos casos son de enjambres burocráticos, lo cual presiona con más fuerza en contra de los ciudadanos y las empresas quienes con sus compras y actividades de producción, comercio o servicios deben subvencionar a esas estructuras de “Estados” quienes al no tener recursos para inversiones, menos pueden generar empleos, y en aquellos espacios que pueden hacerlo, generalmente sus contratistas terminan siendo vinculados con sus grupos afines, o hasta familiares, lo cual concentra el poco dinero en pocas manos, desatando en ese nepotismo los hechos de tráfico de influencias y corrupción; lo cual, por supuesto, desmorona aún más los condicionamientos inhumanos sobre la población, con el desbordamiento de las crisis económicas, la inflación, y la recesión económica.

Ante ello, no es posible generar riqueza económica, y tampoco sería viable hablar de políticas públicas sensatas donde las leyes solamente son escurridizas en favor de supuestos leguleyos de sistemas de gobiernos, que no tienen mínima aplicabilidad en cada acción desde los Estados, porque precisamente las políticas públicas deben responder con planes articulados de inversión, que a su vez de multiplican en distintos escenarios, que al lograr los aumentos de capitales en sus diversas áreas de producción y servicios, continúan amplificando los espacios de actividades económicas, y por ende, el aumento en el número de empleos conforme sea cada uno de sus proyectos, los cuales, se materializan en beneficios para la sociedad, y que solamente pueden ejecutados, en su mayoría por la empresa privada como fuentes constantes de transparente inversión y desarrollo.

O sea, que un Estado generador de políticas públicas positivas, no está en el “cómo ellos invertir”, si no, en el facilitar que esas inversiones vayan a puerto seguro a través de leyes, ordenanzas y reglamentos que aseguren y consoliden tales acciones a través del tiempo, mientras los gobiernos de turno, continúan dedicadas a fortalecer aspectos esenciales para la población como servicios básicos – agua, salud, gas – educación, salud, vías de comunicación, y aspectos de idiosincrasia y cultura, que son los que determinan una ciudadanía cumplidora de sus derechos y obligaciones, los cuales junto con sus espacios de inversión privados, son los que concatenan los éxitos en políticas públicas. Caso contrario, todo sería inaplicable por alcanzar crecimiento económico y desarrollo social.

III Crisis en América Latina ¿Pueden las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) generar desarrollo?

Desde mediados de los años 50, las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico se convirtieron en escenarios fundamentales de lo que fue la antigua Europa, y ahora convertida en Unión Europea, y que fueron los motores de inversión para que desde finales de los 70, los principales países de Asia, y sobre todo China, revitalizarán sus economías con grandes desequilibrios sociales, entre ellos, la pobreza y la migración de sus habitantes.

Por supuesto, que, en China, el firmamento de las Zonas Económicas Especiales (ZEE), fue lo que marcó el inicio de su impactante desarrollo económico y social,  y tal cómo lo señala Álvarez (2023): “Fueron creadas entre 1978 y 1980 cuando el entonces mandatario Deng Xiaoping implementó una serie de reformas económicas y políticas conocidas como “la política de reforma y apertura”. Para poner en ejecución dicha política se crearon cuatro Zonas Económicas Especiales en Shenzhen, Zhuhai, Shantou y Xiamen. Estas zonas ofrecieron una serie de atractivos para los inversores extranjeros tales como: beneficios fiscales, exención de impuestos y aranceles, regulaciones más flexibles en comparación con el resto del país, infraestructura de alta calidad, servicios financieros eficientes y fuerza laboral capacitada (…) Lo más destacable de las ZEE en China ha sido la creación de empleo, la reducción de la pobreza, favoreciendo una mejor calidad de vida y bienestar social de la población en las regiones en las que se encuentran. Asimismo, han impulsado la competitividad del país, diversificando la economía y facilitando la transferencia, el desarrollo tecnológico y la modernización industrial”. {1}

En tal contexto, si la Unión Europea, Asia y sobre todo China encontraron en las ZEDE en despegue, el desarrollo, el fortalecimiento y la consolidación de sus economías, que derivaron hasta niveles mínimos sus cifras de pobreza; y han generado extraordinarias cifras de crecimiento económico, vinculadas con sustentables áreas de producción y tecnología que han señalado el camino del progreso y el bienestar del siglo XXI: ¿Por qué tendrían que ser las ZEDE enemigas del desarrollo en América Latina? ¿Qué podrían juzgar Estados y gobiernos para negar que tales iniciativas pudieran ser importantes apéndices de inversiones para el progreso, y la generación de empleos en la región?

Desde esa permeabilidad de lógica económica y social, y más aún, en un estudio de economía comparada, sólo habría que ver lo que sigue siendo América Latina con sus recursos y bellezas naturales, desde antes que las naciones mencionadas en los continentes respectivos han alcanzado con grado sumo para la consolidación de sus economías y los beneficios sociales para con sus ciudadanos; y mientras ellos, eliminan barreras arancelarias y apartan las barreras ideológicas en los términos de inversiones y generación de empleos, Latinoamérica, por el contrario atiza las diferencias ideológicas del “capitalismo contra socialismo”, y lo que ha devenido está en aumento significativos de la miseria, el hambre, y el abandono de las personas de sus países de origen.

Así que negar que las ZEDE en América Latina puedan ser mecanismos indispensables para contrarrestar las cifras económicas y sociales negativas de las últimas décadas, sería negar el cómo éstas mismas figuras de innovación productiva, tecnológica y de servicios, han sido, son y serán, los ejes fundamentales del siglo XXI, todo dentro de un escenario donde el éxito alcanzado se ha multiplicado por el respeto sobre las inversiones, y un conjunto de normas que brindan seguridad jurídica a todas las inversiones; incluyendo en países como China de ideología comunista; es decir, el gigante asiático comprende y entiende que allí está su fortaleza, y en consecuencia, que sus dominios de poder económico están en las inversiones de la empresa privada, donde las ZEDE – ZEE para ellos –  son la columna vertebral de semejante desarrollo.

IV Ejemplos de ZEDE en América Latina

Hablar de las ZEDE en la región es mostrar espacios que mucha gente desconoce, tal vez porque resulta apabullante la generación de desinformación que grupos del crimen organizado como “Internacional Progresista” y similares –estructurada en América Latina, Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos – y sus ramificaciones en las llamadas redes y medios de comunicación, sólo las vinculan con el típico discurso de “explotadores del pueblo”, “pérdida de la soberanía”, “contaminación ambiental”, “violadores de derechos humanos”, monsergas que sólo evidencian en todos los casos, el cómo semejantes “ONG” o “fundaciones” o similares quienes intentan por todos los medios impedir el desarrollo y la ejecución positiva de acciones económicas que, así como han sido éxito en Asia y la mayoría de naciones del llamado antiguo continente, también comienzan a mostrar sus virtudes en los territorios donde se han instaurado con máxima de inversiones, empleos y equilibrios sobre los derechos ambientales, y obviamente, ejemplos de sociedades de bienestar, crecimiento y desarrollo.

Zonamerica en Uruguay y Colombia

Una de las exitosas ZEDE en América Latina es Zonamerica con sedes en Uruguay y Colombia. En el caso de la nación charrúa, bastaría ver las imágenes para conocer el gran polo de desarrollo integral que se está llevando cerca de Montevideo, donde más de 500 empresas generan más de 7.000 empleos, así como más de 31% de las exportaciones del país, y con una contribución de 2,5% del PIB de Uruguay {2}; lo cual desmiente la retórica de los grupos anti-ZEDE para la región.

Esta ZEDE también se ubica en Cali, donde sus operaciones productivas y de servicios, así como de integración de inversiones y capitales, han contribuido que esa urbe sea la tercera economía en la nación neogranadina, donde el conocer que 80 vuelos internacionales son el complemento de esa ciudad revela la importancia de las ZEDE como vanguardistas en sus esquemas de negociación que colocan a los países donde se encuentran en pilares fundamentales para su desarrollo integral y social. {3}

Próspera en Honduras 

Sin duda que la más importante ZEDE de América Central, que ha sido considerada por los expertos como la ciudad de futuro del continente, es Próspera, la cual ubicada en la isla de Roatán en Honduras no es sólo un proyecto turístico; porque es precisamente el sentido de esa variable de importantes acciones humanas, la que se recrea para que esta importante inversión lleve adelante una articulación de actividades de producción y servicios, que al igual que Zonamerica se lleve a cabo en los más altos niveles de satisfacción que superan el 96% de aceptación de sus inversionistas, usuarios y trabajadores.

Por ello, el lema de Próspera: “Construir nuevas ciudades. Maximizar la prosperidad humana”, es lo que ha sido el sentido de las mayorías de las ZEDE en escala mundial, donde esta excepcional iniciativa nos indica en su leyenda que tiene como inspiración lo aplicado “con éxito en Singapur, Dubai, Hong Kong y Shenzhen” {4}. Además, Próspera es un proyecto a gran escala que ha colocado el mercado emergente del bitcoin como su moneda principal de transacciones, lo que facilita las operaciones comerciales y financieras, y multiplica las posibilidades de inversión con mínimos riesgos y máxima facilidad de trámites en los contextos de negociaciones nacionales e internacionales.

Ahora bien, este exitoso proyecto que cuenta con una moderna infraestructura de servicios turísticos, así como otros en su fase final de construcción –Torre Duna– {5}; y con una inversión que supera los 100 millones dólares; son muy pocos los que actúan en contra de su consolidación, quizás orientados por la ignorancia del significado de las ZEDE para Honduras y América Latina, así como lo que han sido estas inversiones en el mundo; lo que tácitamente echa por la borda cualquier pésima astracanada con libretos construidos por fanatismos políticos; mientras las ZEDE en Honduras generan más de 3.000 empleos directos, y la connotación de sus nativas y trabajadores quienes con sus testimonios e historias se han convertido en los auténticos protagonistas {6}, lo que reitera la significancia de Próspera en más que un contexto económico, porque esa innovación y múltiples posibilidades de lo turístico, producción, educativo, financiero, ciencia e investigación, desarrollo ambiental, y generación de identidad hondureña para sus visitantes nacionales e internacionales.

En síntesis, las ZEDE representan para América Latina las principales oportunidades de desarrollo, inversión y sostenimiento económico que tiene la región para encontrar la vía del progreso y la modernización de todos sus componentes de diversificación productiva. Negarlo es no ver en la historia, lo que han alcanzado las naciones más desarrolladas con las ZEDE. Sería la negación de encontrar en estos caminos la erradicación de la pobreza y la migración. Uruguay, Colombia y Honduras son apenas una muestra de lo que aún está por venir, y el porvenir para América Latina está en las ZEDE.

@vivassantanaj_

* Dr. en Educación

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{1} https://www.larepublica.net/noticia/zonas-economicas-especiales-zee-en-china-motor-del-desarrollo-y-la-creacion-de-empleos

{2} https://web.zonamerica.com/conozca-zonamerica/

{3} https://web.zonamerica.com/colombia/

{4} https://es.prospera.co/

{5} https://twitter.com/Prosperahn/status/1702388735281865192

{6} https://twitter.com/Prosperahn/status/1777383837179466164


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