Todo me parecía fugaz, transitorio, inútil, impreciso”  (Ernesto Sábato)

Los medios de comunicación hablan estos días de una aplicación digital poderosa que ha causado un gran revuelo mundial. Esa aplicación de origen ruso nos permitiría ver el futuro; podríamos decir que alguien pone a disposición de cualquiera la posibilidad de verse a sí mismo dentro de unos años. Cualquier usuario de Internet que descargue la aplicación FaceApp en su smartphone y ceda voluntariamente imágenes de su cara gozará del privilegio de la adivinación y conocerá la apariencia de su rostro envejecido, como Dorian Gray observando su retrato pintado por Basil Hallward. En el caso del guapo Dorian Gray hay que matizar que lo que él veía –y no le agradaba en absoluto, por cierto– era su verdadero rostro desnudo, su alma podrida. Por el contrario, su cara y su cuerpo permanecían jóvenes y frescos a pesar del paso de los años.

Leo Messi

Esta aplicación virtual es posible gracias a la utilización de Inteligencia Artificial desarrollada por un equipo de informáticos. Quien escribe estas líneas no quiere empezar a hacerse preguntas acerca de la relevancia del factor humano en una sociedad entregada al artificio y lo digital. La prensa y la televisión advertían de los riesgos predecibles para los usuarios demasiado despreocupados con la cesión de imágenes personales, al igual que la propia aplicación rusa que –en honor a la verdad– informa de la posibilidad de compartir datos a terceros. Pero y esto, ¿a quién le importa? Hoy por hoy, todos los niños, adolescentes, jóvenes, adultos y mayores somos usuarios de Internet, llevamos un smartphone encima, nos hacemos selfies a todas horas, compartimos fotos de platos de comida y viajes por WhatsApp. Algunos incluso tienen cuenta en Instagram, que es la mayor pasarela de fotografía del mundo, el culto al yo, la presunción de belleza ideal de uno mismo.

Pablo Casado

A veces nos comportamos como críos y nos lo tomamos todo a broma. En nuestro país ya se han empezado a compartir fotografías de personajes famosos, políticos, deportistas y artistas que han utilizado la herramienta mágica y el resultado más curioso es el de un conocido político con cara de niño que sale casi con idéntico aspecto después de filtrarse su fotografía por la dichosa aplicación de envejecimiento.

Lo más triste del uso de esta aplicación revolucionaria es que cualquiera puede acceder a ella en un instante, con un simple toque de dedo en la pantalla del smartphone, desconociendo los límites de la estupidez, creyéndose todopoderoso como un dios.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!