Ya nadie duda que estamos en la revolución de la comunicación, lo que significa que la Revolución Industrial no le sucedió otra de carácter material sino un concepto, una idea, en definitiva, algo metafísico, no tangible, como es la comunicación. De hecho, en los años sesenta casi se daba por hecho el advenimiento de la revolución atómica.

Así como la máquina hiladora inventada por James Hargreaves en 1764 fue considerada el símbolo emblemático de la irrupción de la Revolución Industrial, en mi criterio la caída del Muro de Berlín fue el equivalente simbólico de la revolución de la comunicación.

También, a mi juicio, la clave del desencadenamiento de la revolución de la comunicación es el hecho de vivir en tiempo real cero, es decir, que cuando se produce un hecho significativamente importante este es conocido inmediatamente en todo el mundo, ya estés en una gran ciudad, en un barco de vela en mitad del océano Pacífico, en la selva de Darién de Panamá o en el Polo Norte.

Pero lo más importante hoy es que ese hecho desencadena inmediatamente una contestación, un apoyo, una ampliación o cualquier otra reacción que, si es suficientemente relevante, termina llegando al origen del hecho inicial y puede provocar en el mismo otra nueva reacción que lo complementa y modifica y así una cadena de infinitas reacciones que producen una continua retroalimentación.

Ahora se vive en tiempo real cero en la totalidad del globo terráqueo. A principios del siglo XV, un hecho significativamente importante tardaba días en llegar a zonas próximas al lugar en el que se producía, posiblemente años para que se conociera a una distancia de 1.000 km y decenas de años e incluso siglos para llegar a otras zonas de la Tierra, hasta el caso de que en América tuvieron que esperar a la llegada de Cristóbal Colón.

Ahora todo se sabe de forma inmediata, todo el mundo conoce, o al menos tiene acceso a la información, para saber lo que ocurre en cualquier región del planeta y seguir la evolución de todo lo que ocurre en el mundo.

Con un simple teléfono móvil nos podemos comunicar con todo el mundo y con un coste prácticamente gratis. La era de la comunicación digital nos permite enviar y recibir mensajes hablados, escritos, documentos, videos, desde cualquier sitio del mundo a cualquier sitio del mundo, de manera instantánea, es decir, en tiempo real cero. Podemos estudiar carreras universitarias, consultar cualquier documentación, informarnos sobre una enfermedad, sobre un medicamento, traducir textos de cualquier idioma a cualquier otro idioma.

Vivir en tiempo real cero y la revolución de la comunicación genera, entre otras cosas, la globalización, lo que significa el debilitamiento de fronteras y la interrelación de todos con todos. Aunque la globalización fue en una época muy criticada por sectores de la izquierda radical, sobre todo por las pesimistas consecuencias económicas que decían traería a los países menos desarrollados, la realidad es que ha generado a través del mundo digital la casi total democratización del conocimiento.

Hace ya 40 años me introduje en el mundo de la investigación y de la sociología intentando conocer las actitudes y pensamientos de los ciudadanos sobre cualquier tema, tanto de mercado como de opinión pública, basado sobre todo en encuestas cuantitativas y cualitativas, así como en la recogida de todo tipo de datos y estadísticas.

Hoy estamos a punto de conseguir esa información de una manera casi instantánea y a bajo coste gracias al Big Data, que no es otra cosa que recoger datos, grandes volúmenes de datos es decir millones o miles de millones de datos y opiniones que debidamente estudiados y organizados nos pueden inferir a través de determinados algoritmos que, con cierta precisión, nos dicen cómo piensa la gente y por qué. Precisamente al poder saber lo que la gente piensa se puede hacer más efectiva, eficiente y rápida, tanto del mercado económico como del mercado de las ideas.

Todo esto va a toda velocidad y si ahora el Big Data funciona, en cierta medida, en poco tiempo, seguramente será totalmente preciso y podremos tener algún día encuestas certeras sin ningún nivel de error. Pienso que el funcionamiento de la mano invisible de la sociopolítica, que siempre ha existido en mayor o menor medida, con la llegada del Big Data tiene un importantísimo apoyo para su desarrollo y su perfeccionamiento.

Casi todos somos usuarios de Waze o de Google Maps, navegadores que nos dicen con todos los detalles, y cada vez con más precisión, cómo podemos ir de un punto a otro en el sistema de transporte que queremos usar, cuál es el camino más rápido, más económico el de menor recorrido, incluso nos informa de los problemas que nos podemos encontrar en el trayecto. Este sistema, prácticamente gratuito, nos ahorra tiempo, gastos, hace más eficientes los desplazamientos de los ciudadanos en términos de tiempo y coste, por lo que contribuyen a la sostenibilidad del planeta.

Pues en la misma medida que estas app ayudan y hacen la vida más cómoda a los ciudadanos, tanto vivir en tiempo real, el Big Data, las redes sociales y la revolución de la comunicación facilitan sin duda el funcionamiento e incrementan la fuerza de la mano invisible de la sociopolítica y del mercado de las ideas, así como contribuye al avance de las libertades, el respeto de los derechos humanos y el asentamiento desarrollo y ampliación de la democracia en el mundo.

Y de la misma manera que el Big Data funciona, desde la opinión individual de uno, hasta la de millones de ciudadanos, las ideas que fundamentan y conforman la mano invisible de la sociopolítica, las opiniones y los conceptos sobre el mundo que se generan constantemente, se basan en el pensamiento de todos, lo que implica que entre todos construimos las ideas. Nunca antes en la historia del mundo se había construido algo con la participación e implicación de toda la humanidad, es por eso que el mercado de las ideas es imparable, por encima de rígidas leyes, normas y costumbres ancestrales, hoy día, gracias a la comunicación digital y a la eliminación de fronteras en el fluir de la información, todos somos creadores de ideas.

http://carlosmalodemolina.com/


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