Varios años antes de que se oyera hablar del coronavirus de Wuhan, ya Venezuela había entrado, primero, en el terreno de la crisis humanitaria; y después en el de la catástrofe humanitaria. Y ahora, en este país destruido, con un «sistema de salud» hecho escombros, se abate con toda su ferocidad el covid-19. Yo no sé nada de medicina o de epidemiología, pero sí algo de lógica elemental: si el paso del covid-19 ha sido y es tan dramático en países organizados con sistemas sanitarios bien establecidos, tipo Italia, España o la misma China; ¿qué puede esperarse en un país destruido como Venezuela? Me parece que la respuesta no es difícil de discernir. La muy trágica respuesta.

Mientras en todos nuestros países vecinos, y en otros muy cercanos, el coronavirus empezaba a propagarse, Maduro y los suyos se ufanaban de que aquí no pasaba nada. Eso por lógica era altamente improbable. Y de pronto, de un día para otro, la pandemia envolvió a nuestra patria. Otra opción lógica altamente improbable. Crasa y supina irresponsabilidad es lo que ha habido y hay de parte de los mandoneros que todavía controlan el poder en Venezuela. He escuchado las opiniones de venezolanos que son expertos reconocidos en salud pública y algunos lo han demostrado, no solo en la academia, sino en la planificación y ejecución de políticas públicas; y lo que plantean es en extremo alarmante.

En este país destruido, los mandoneros del poder no informan sino que hacen propaganda. De manera que la población carece totalmente de información oficial que sea veraz y oportuna. Por eso los rumores y las especulaciones circulan como cascadas. No obstante, lo que sí se presume, y con plena justificación, es que la situación de la pandemia es mucho más grave de lo que Maduro y los suyos reconocen. No solo en términos de propagación y gente afectada, sino también en términos de ofrecer servicios médicos que puedan enfrentar la realidad. Sencillamente no existen. Lo que había, sobre todo en el ámbito público, fue destruido por la negligencia y el dolo de estos mandoneros.

Y volviendo a la lógica básica: si en la Venezuela de estos años de mengua han rebrotado con intensidad muchas enfermedades que habían sido erradicadas hacía décadas, ¿qué puede pasar con una epidemia para la cual no hay defensas ni vacunas? Tampoco es difícil encontrar la respuesta. Repito: la muy trágica respuesta. El poder establecido reacciona como siempre: con operativos militares que son parte de la propaganda política. Operativos estos, militares o seudomilitares, que también han contribuido con la profundidad y extensión de la destrucción venezolana. ¿Ahora será distinto? No veo por qué.

La llamada «cuarentena social» puede ser útil o hasta indispensable en países que cuentan con instituciones públicas y privadas que tienen la capacidad de asistir a las personas y las familias, durante el período de aislamiento. Nada de eso existe en Venezuela de forma efectiva, salvo el enorme y sacrificado esfuerzo social que hace la Iglesia, y otros sectores de voluntariado comunitario, en todos los rincones del país, con un alcance limitado, desde luego, por la escasez de recursos. Y hasta eso está siendo prohibido en la supuesta cuarentena colectiva. Un absurdo, no tanto delirante, sino criminal.

Mucho antes del coronavirus de Wuhan, ya la abrumadora mayoría de los venezolanos hacía de tripas corazón, para sobrevivir día a día: atrapados en la hiperinflación, con los servicios públicos colapsados -luz, agua, transporte, con la red hospitalaria y ambulatoria en condición desastrosa, para decirlo con levedad- y, en general, con un país sumido en una catástrofe humanitaria. A la cual se suma, ahora, una cuarentena que, en mi opinión, tiene más de imposición político-militar que de prevención sanitaria. ¿Se podrá sostener la cuarentena? No lo sé. Lo que sí sé es que estamos desprovistos de medios humanos para enfrentar la pandemia, como debería ser enfrentada.

Maduro dijo en una cadena que si no se hacía lo que él decía, el coronavirus abatiría sin clemencia al país. Pero es que el país ya ha sido abatido sin clemencia, mucho antes del coronavirus. ¡Y los que lo han abatido, depredado y envilecido, son los mismos que ahora pretenden salvarlo!… Lo siento, eso no es que sea altamente improbable. No. Eso es imposible. La peor tragedia de Venezuela no es el covid-19, es la hegemonía roja. Ojalá y los venezolanos, en nuestra lucha muy cuesta arriba para superar la pandemia, también nos demos fuerza para esa otra lucha, la necesaria para superar la hegemonía.


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