Corina desarrolló su carrera académica en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue profesora de distintas materias de pre y postgrado en el área de Filosofía y Humanidades. Entre 1981 y 1992 se desempeñó como coordinadora académica de la Escuela de Filosofía, cuya dirección ejerció desde ese año hasta 1998. Desde 1997 hasta 2015 dirigió la Maestría en Filosofía y también Cuadernos UCAB, revista universitaria de investigación, entre 2004 y 2015. Desde 2007 hasta 2011 coordinó el área de Humanidades y Educación de la Dirección de Posgrado. Como es posible advertir su vida universitaria se repartió entre la docencia, la investigación y cargos académico-administrativos.

Fuera de la UCAB también dictó diversas materias, especialmente en la Universidad Simón Bolívar, en la Universidad Nacional Abierta, en la Universidad Central de Venezuela, en la Universidad José María Vargas, en la Universidad Metropolitana y en el Seminario Arquidiocesano Santa Rosa de Lima.

Ha sido secretaria general de la Sociedad Venezolana de Filosofía (1997-2000) y su presidenta durante cuatro quinquenios desde 2000. Además, preside la Sociedad Venezolana de Lógica desde 2006 y desde 2013 se desempeña como vocal de la Sociedad Interamericana de Filosofía. Es también miembro de la Academia Mexicana de Lógica desde 2007, miembro de la International Étienne Gilson Society desde 2012 y vicepresidenta para América del Sur de la Red Iberoamericana de Filosofía desde 2018. Corina ha obtenido un gran reconocimiento nacional e internacional en sus quehaceres académicos.

La nueva numeraria de la Academia Venezolana de la Lengua ha desarrollado como principales líneas de investigación y reflexión la lógica, la filosofía política, los estudios culturales, la argumentación y la filosofía del lenguaje, en especial sobre aspectos referidos a la política y más recientemente del Derecho. El balance académico de Corina Yoris Villasana se puede expresar en las cifras de sus publicaciones: cuatro libros, dos volúmenes editados, 27 artículos y 17 capítulos en libros, además de numerosas monografías incluidas en publicaciones periódicas. Durante varios años fue columnista del prestigioso diario El Nacional, de Caracas. Con una perspectiva humanista logró hacer una síntesis de los aportes de disciplinas hermanas, hermanas reitero en vez de compartimientos estancos, como son los estudios literarios, la lingüística, la historia y la filosofía en todas sus ramas, combinadas con el pensamiento y los guarismos matemáticos.

Hoy, profesora titular emérita, que sigue impartiendo clases y organizando cursos y talleres, muchos de ellos a distancia, Corina disfruta del bucólico paisaje de su casa en Los Altos mirandinos. Desde allí, desde esa casa de muros ora envueltos de neblina y garúas, ora resplandecientes bajo el sol, la dueña de la quinta “Cori”, además de compartir a diario con sus amigos fotos de las vistas de la montaña y de capullos, flores, hojas y tallos del jardín, de su mascota Odín, repasa los clásicos antiguos y aquellos más cercanos en el tiempo, y se pregunta incesante las razones de la existencia, del ser social y del ser individual en sus dimensiones afectiva, ética y colectiva.

Así la ecuánime comprensión de la política que tiene Corina Yoris Villasana parte, primero, de vivencias personales, recuerdos y memoria familiar; luego de sus pesquisas para su tesis doctoral sobre ese período tan complejo del golpe de estado del 18 de octubre de 1945 y de su prolongado pensamiento filosófico. De allí que la visión de Corina sobre la actualidad venezolana sea de una gran profundidad no solo meramente circunstancial o coyuntural, sino estructural basada en patrones recurrentes que ha podido aprehender de sus estudios históricos y de su reflexión teórica. No quiere decir esto que vea la historia como un fenómeno cíclico o repetitivo sino el pasado y el presente como resultado de complejos condicionantes sociales, económicos e ideológicos.

En mayo de 2020, comentando un excelente artículo suyo sobre aspectos políticos de la antigua Grecia y su proyección actual, recordamos, en relación al llamado «estado nacional», que era posible asumir los «oikos» o “unidades familiares” y la «polis» o “ciudad-estado” como categorías abstractas y aplicables a otras realidades fuera del mundo griego. De esa manera se podía aludir a niveles locales-aldeanos y regionales o incluso probablemente “nacionales”. Sin embargo, en especial para el caso de América Latina, un gran error de los “estados nacionales” y de sus proyectistas iniciales, antiguos y contemporáneos ha sido el excesivo énfasis en asumir, imaginándola, una única “polis” como “nacional”, precisamente. En otras palabras, ha sido una forma de desconocer que los países estaban y están conformados, albergaban y todavía albergan «oikos» e incluso «polis» intermedias diversas que requerían y requieren de un tratamiento plural y no unitario ni centralizado, en contraposición a las visiones de la «unicidad» nacional que han prevalecido, muchas veces como excusa y trampa ideológica. En otras palabras, muchos países latinoamericanos, para no decir todos, y muy en particular Venezuela, no son estados nacionales en el sentido de una “polis” única, sino plurinacionales. Lamento que el sentido más profundo del término haya podido ser desvirtuado por demagogos de postín. Gran parte de las crisis que vivimos en Venezuela y América Latina es, en mi opinión, una consecuencia de las cegueras de los fundadores de los «estados-nacionales» y, recientemente, de sus acríticos defensores a ultranza y de quienes haciendo gala de un pragmatismo exacerbado exageran la centralización como forma de reprimir la verdadera libertad y esencia de la descentralización y, por tanto, de la federación y el federalismo, el verdadero protagonismos de las “oikos”, segmentos diferenciados o pueblos, el país profundo, que es, a fin de cuentas, la verdadera democracia.

No es casualidad, ni mucho menos apresuramiento, que doña Corina Yoris Villasana haya dedicado su discurso de incorporación a la valoración de algunos de los predecesores del sillón letra O que desde ahora por justo merecimiento pasa a ocupar, como la primera dama en hacerlo, lo cual no es mérito menor. Se detuvo en personajes tan importantes para la vida intelectual y literaria de Venezuela, política e incluso educativa, como Eduardo Blanco, cantor de la Independencia seis décadas después de haberse consumado; Laureano Vallenilla Lanz, un positivista con pasión de sociólogo y filósofo social que trataba de justificar la autocracia y el autoritarismo como vías para mantener la paz en un país plagado de caudillismos y revueltas (otra vez el “oikos” y la “polis” mal entendidos) y Rómulo Gallegos, el novelista que denunció mediante ficciones muy bien documentadas las penurias del pueblo venezolano (el “oikos» arrasado por la “polis”, aunque Gallegos mismo no lo entendiera del todo así) y don Ramón González Paredes, atildado trujillano, narrador, poeta y ensayista que, por años, ejerció con galanura y puntualidad la secretaría de la Academia Venezolana de la Lengua. Su sucesora ha hecho un justo y hermoso panegírico del Dr. González Paredes, cuyo recuerdo permanecerá en la memoria de la institución.

Corina Yoris en su discurso, a partir del contraste de las concepciones sobre democracia de Vallenilla Lanz y Gallegos, ha propuesto una reflexión sobre el animal político aristotélico, sobre el ser social venezolano. Al efectuarlo como lo hizo, leyó en la ficción literaria y en el ensayo político y filosófico claves para entender la sociología venezolana, como lo quiso el doctor Rafael Caldera Rodríguez, destacado numerario de esta corporación y su decano por muchos años, presidente de la República y tribuno sin sosiego.

La pasión filosófica de doña Corina la ha acercado a la historia, a la lingüística, a la literatura y a las realidades venezolanas. La recuerdo como estudiante ucabista de la carrera de Filosofía difundiendo la Revista Venezolana de Filosofía, órgano de la sociedad homónima, y entusiasmando a otros estudiantes a leerla. Conservo todavía una colección de los primeros números, con portada de color azul celeste, que doña Corina me vendió o quizá me obsequió con su gran generosidad, cuatro décadas y media, casi, atrás.

Sin duda, la lógica ha sido una de sus materias preferidas y a la que más tiempo le dedicó en sus años de docencia formal o sostenida. Resultado de ello es un libro de texto con un problemario de lógica. Esa pasión epistemológica, a la que se suman la Filosofía del Lenguaje y la lingüística misma, han quedado evidenciadas en la claridad expositiva del discurso que acabamos de escuchar. Sus méritos son sobrados para pertenecer a la Academia Venezolana de la Lengua, una corporación del buen y bello decir.


Fragmentos del discurso de contestación en el acto solemne de incorporación de Corina Yoris Villasana, celebrado en el paraninfo del Palacio de las Academias, en Caracas, el miércoles 24 de abril de 2024.

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