Me recuerdo de mis clases de desarrollo económico en la UCAB, con el profesor José Antonio Abreu, donde él presentaba las ideas de W.W Rostow en su conocido libro Las etapas del crecimiento económico. Bajo este contexto, nuestro profesor nos narraba y explicaba que ya Japón había alcanzado la más elevada etapa del desarrollo económico, que no era otra sino del “alto consumo en masa”; también mi memoria se remonta a la época del gobierno de Raúl Leoni, donde un Informe Económico del BCV presidido en aquel entonces por Alfredo Machado Gómez, nos ilustraba con el hecho de que Venezuela había iniciado la llamada etapa del despegue en el desarrollo económico. En definitiva, nos embargaba un optimismo casi sin límites sobre lo que el futuro deparaba a Venezuela y en general a la casi totalidad de los países latinoamericanos.

En aquellos años Corea incluso era superado por Venezuela y Argentina, por citar dos ejemplos.

De esta manera en la década de los sesenta, este país asiático estaba sumido en la corrupción, era altamente dependiente de la ayuda de Occidente. Vivía en la inestabilidad, apoyado en una economía agrícola poco avanzada, con un fuerte control de precios agrícolas y además con una política industrial proteccionista. Pero en los siguientes veinte años comenzó con un proceso de transformación industrial que al resto le ha llevado más de cien años.

Pero ya en los años noventa, este país asiático que resistió en la Segunda Guerra Mundial la colonización por los japoneses, actualmente constituye la 14° economía más grande del mundo y está clasificado como país desarrollado tanto por la ONU, el Banco Mundial y el FMI.

En lo que se refiere a los avances tecnológicos y de comunicaciones, podemos decir que es nada menos que el tercer país con mayor número de usuarios de Internet de banda ancha entre los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). De igual modo, es uno de los líderes mundiales en la producción de aparatos electrónicos, dispositivos semiconductores y teléfonos celulares (móviles), y además posee una de las industrias de construcción naval más grandes del mundo, constituida por empresas de la dimensión de Hyundei Heavy Industries.

Así mismo, el sector agrícola en Corea del Sur solo hace una contribución insignificante al PIB del país (1,8%) y empleando apenas al 4,8% de la población activa en 2021 (Banco Mundial, 2022). El arroz es el principal cultivo agrícola. La cebada, el trigo, el maíz, la soja y el sorgo se cultivan de forma extensiva. El sector también incluye la ganadería a gran escala. Se cultiva menos de una cuarta parte de la Tierra. Los recursos minerales de Corea del Sur se limitan al oro y la plata.

El sector de servicios es el sector económico más grande y que crece más rápido, puesto que representa el 57,1% del PIB y emplea al 70,2% de la población activa (Banco Mundial, 2022), especialmente en tiendas departamentales, cadenas de tiendas y supermercados. El turismo es uno de los sectores con mayor expansión, con un aumento del 14% en 2019 según la Organización de Turismo de Corea, aunque el número de turistas chinos cayó drásticamente en los últimos años debido a la prohibición de viaje de Beijing, que no ha sido revocada del todo. Desde 2020 el país está a la espera de que las fronteras del mundo se abran de nuevo a los viajes internacionales.

¿Cómo nos sobrepasaron?

En el cuadro 1 de arriba podemos verificar cómo en 1950, año de la guerra de Corea, Argentina superaba en PIB por persona ampliamente a Corea como a Venezuela. En lo que va de los años 1970-1980, década de elevados precios del petróleo y otras materias primas, Corea del Sur ya crece a una tasa interanual promedio de 8,19% mientras que Venezuela tuvo 3,64%, su tasa más elevada entre los años 1970-1980.

En cuanto a la pobreza, este país que no se cansa trabajando, ¡puesto que en 1980 tenía la semana laboral más larga del mundo!, se encuentra en los porcentajes más bajos del planeta.

En el cuadro 2, podemos apreciar que Corea del Sur tiene una de las tasas más bajas de pobreza del mundo, apenas Estados Unidos muestra un nivel de porcentaje de pobreza en su población inferior a la del pujante país asiático.


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