Tanta bazofia política lanzada en siete años, para al final de 2019, y comienzos de 2020 aplicar en criollo el refrán: “Tanto nadar para morir en la orilla”, para ver al madurismo abrazados con el dólar y la aceptación del capitalismo más salvaje como única forma de salvación política.

En efecto, así ha sido el triste final de un “socialismo” que aplicado por el madurismo destruyó a la sociedad en todos sus espacios económicos y sociales, y cuyo saldo ha sido una emigración impresionante que pudiera situarse hacia finales de 2020 en aproximadamente el 25% de una población que había sido estimada para este tiempo en unos 30 millones de habitantes, lo cual no sólo revela el nivel de destrucción social, sino de querer tomar hegemónicamente el total dominio de una Venezuela que aún resiste con una erospásmica política cómo única herramienta de lucha, o terminar cediendo con ella ante unos delincuentes cuya coprofilia ha resultado ser la praxis esencial de sus actos, al ver que todo lo que han tocado y usurpado ha sido devorado en esa magnitud de orgía y fetichismo político, sin mínimo remordimiento, sino por el contrario, en máximo placer.

Durante 2019 si algo estuvo en el contexto político, tanto por parte del madurismo como de una fragmentada oposición fue un discurso de asechanzas entre ambos grupos políticos que al final derivó en la sociedad como única y principal víctima de la barbarie en derechos humanos. Por ello, no resulta casualidad cuando Ingenieros (1917) escribió: “La hipocresía es más honda que la mentira; ésta puede ser accidental aquella es permanente. El hipócrita transforma su vida en una mentira metódicamente organizada (p. 90).

En ese contexto, tenemos a un Jorge Rodríguez, quien al tener las herramientas tecnológicas que no existían en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, ya superó con creces a Joseph Goebbels, lo cual coloca a este individuo de profesión “psiquiatra”, y quien se hace llamar “doctor” sin tener tesis doctoral, y además denominado en su entorno político alías “el psicópata” tenga máxima disgregación de la realidad política y social, y de allí que hemos catalogado su patología como prosopagnosia política, en virtud de que sus capítulos de alexia llega hasta asegurar que una diputada suplente quien jamás ha tomado una pistola de juguete en su vida, puede desestabilizar al régimen con dos policías y tres supuestos fusiles de asalto como “argumento” para perseguir a quien se les ocurra en su malignidad, resulta obvia la desesperación por intentar valorar ante sus receptores, per fas et per nefas, un oxigonio de gazmoñería, aculalia y hasta de exégeta. Es más, “el psicópata” quien fue el creador oficial del término “falsos positivos” como sinónimo de fake news, cada vez que nos cuenta las “verdades” del régimen éstas terminan siendo un auténtico canard, que si éste aplicara en la supuesta condición “revolucionaria” sería la mejor palabra de empleo comunicativo, pero hasta para ello conjuga su hipocresía.

Por ello, el madurismo es hipócrita. Incluso, el propio Ingenieros (ob. cit) señalaba que una palabra de los hipócritas hasta permitía separar a dos amigos o distanciar a dos amantes. Basta una sospecha para envenenar la eudaimonia. Incluso no es casualidad en que alias “el psicópata” tenga en una de sus características físicas la calvicie; debe ser porque Ingenieros (ibídem) sobre esto decía: “El poder de los hipócritas es la peluca de la calvicie moral” (p. 97).

Es más, resulta curioso que toda esa cúpula corrupta del madurismo que tanta paja habla de “inclusión e igualdad” esté integrada por toda una albocracia: Jesús Faría, Tarek William Saab, Elvis Aromoso, Nelson Merentes, Héctor Rodríguez, Rafael Torrealba, Delcy Rodríguez y su hermano psicópata, Tareck El Aissami, Pedro Carreño y una prostituida red de generaluchos que han vendido la patria a irregulares extranjeros, y conformado junto con ellos,  un grupo de paramilitares integrados por los asesinos de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), colectivos armados, milicianos, y disidencias de la guerrilla colombiana, lo que ha terminado por definir al madurismo como el grupo nigérrimo en toda la concepción de violaciones en los derechos humanos y constitucionales de nuestra historia contemporánea.

Entonces, si bien la población conoce de cerca todo esto, sin obviar las penurias sociales que vivimos como pueblo, surge una oposición traidora la cual demuestra que sus intereses personales están por encima del país, lo que también origina que esas fisuras vayan sobre la población, permitiendo con ello que el madurismo con 20% de “apoyo popular” termine apabullando al 80% que lo rechaza en sus diferentes manifestaciones de hacer política y acciones de control social, como el denominado “carnet de la patria”.

Y más allá de lo que ocurra el 5 de enero de 2020, y la disgregación política que se acentuará más allá de esa fecha, pregunto a los venezolanos ¿Qué van a hacer? ¿Ir a votar ante unas seguras elecciones de la Asamblea Nacional? ¿Abstenerse? ¿Esperar la invasión? Pues, bueno, les puedo adelantar que si la respuesta de un importante grupo está en las dos últimas interrogantes, no sólo el madurismo arrasará con el 20% que lo apoya, sino que implementarán su nueva “constitución” con la cual se eliminarán gobernaciones y alcaldías, se impondrá el llamado “Estado comunal”, las universidades autónomas serán tomadas para conformar la “Gran Universidad Bolivariana y Revolucionaria”, y Venezuela se unirá con Cuba en un suerte de “Estado Asociado Latinoamericano” donde los votos de los cubanos serán añadidos al registro electoral de nuestro país en los siguientes eventos “presidenciales” de ambos países.

Si la patria es entregada a la neodictadura por una miríada de venezolanos que adversan esta basura de crápulas políticas, o bien por seguir la extrema derecha que grita una invasión extranjera, o centrarse en seguir a quienes en estos cinco años han desechado toda esperanza y usted prefiere seguir que el país se desmorone, pues, es obvio que usted éste dentro o fuera de Venezuela será un apátrida más, con tanto o más responsabilidad que la seudodirigencia política que gobierna y dice ser “opositora” al régimen.

El madurismo sufre de agorafobia. Por ello, ni siquiera asisten a una escuela sin estar rodeados de una claque de escoltas y panegíricos. Ante esa condición necesitamos de máxima presteza para salir de la desesperanza cuya responsabilidad está en una abulia que se impregna en el día a día.

Construyamos desde este 2020 en cada espacio del país o fuera de nuestro territorio, una nueva forma de pensar, sentir y dinamizar que si nos unimos desde una plataforma que permita ir dando un próximo escenario de una forma distinta de hacer política en donde todos seamos protagonistas de esos cambios, en los cuales podamos tener en el corto y mediano plazo las bases para ir transformando al país. Si, por el contrario, se continúa pensando en que nada será posible, olvídese de Venezuela como patria, porque su abandono contra ella, será parte de la coprofilia que terminará por someterla tanto en la Asamblea Nacional y como nación en violación de los psicópatas aunque la erospásmica haya sido un medio de defensa natural. Alea jacta est.


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