El principal soporte de Nicolás Maduro no es Cuba, pues con un soplido de Trump los larga lejos; es Rusia, es China, y estas lo son no por simpatías políticas sino por las inmensas cantidades de dinero que tienen comprometidos en Venezuela en préstamos mediante contratos absolutamente ilegales que ahogan al país y cuya seguridad de pago marca sus políticas sobre el apoyo a la dictadura. Resumiendo el tema, en reciente discurso en Lima el pasado 6 de agosto, John Bolton les recomendó: “Le decimos a Rusia, y especialmente a aquellos que controlan sus finanzas, no suban las acciones en una mala apuesta. A China, que está desesperada por recobrar sus pérdidas financieras, la ruta más fácil para cobrar su deuda es apoyar el nuevo gobierno legítimo”

El equipo designado por Guaidó para negociar deudas

El presidente Juan Guaidó nombró a un grupo de venezolanos para tratar el tema de la deuda, Ricardo Villasmil, Alejandro Grisanti, Ricardo Hausmann, Omar Barboza, Andrés Eloy Camejo y José Ignacio Hernández, a ellos en especial dirijo estas letras. 

Requisitos de legalidad

Dos condiciones son fundamentales para que un gobierno de Venezuela celebre contratos internacionales válidamente: uno es el control institucional que ha de realizar el Parlamento para su aprobación, y otro es mantener la soberanía de jurisdicción según la cual las diferencias que surjan en esos acuerdos deben resolverse en tribunales nacionales. Por ese tamiz debe pasar la consideración de los préstamos que alegremente China y Rusia han otorgado, primero a Chávez y después a Maduro, sin respetar la legislación interna y solo destinados a alimentar la corrupción pues todo se lo han robado. Estamos hablando de más o menos 120.000 millones de dólares.

El respaldo chino

Desde el comienzo de su mandato Hugo Chávez fijó en China su apuesta para desplazar a Estados Unidos como el principal socio comercial de Venezuela, política seguida y profundizada por Nicolás Maduro, comprometiendo ilimitadamente las finanzas públicas que están entre dos escenarios de riesgo para estos acreedores. Uno es que ciertamente el dictador no puede pagar, y otro es que el nuevo gobierno por venir niegue hacerlo dada la ilegalidad de dichos compromisos, y entre esos dos el que ofrece mejor posibilidad a los asiáticos es el aludido por Bolton en Lima.

No se puede alegar la propia torpeza

Desde que iniciamos el primer año de estudios de Derecho, los abogados aprendimos este aforismo o “latinazo”, como le decimos: Nemo auditur propriam turpitudinem allegans. Es un principio universal no solo de Derecho sino fundamentalmente de lógica, pues resulta absurdo reclamar a otro por lo que es la falta propia. Cuando una persona va a un banco a pedir dinero prestado no solo le ponen garantías de pago, sino también demostración de un mínimo de condiciones, por ejemplo, si es casado le exigirán el consentimiento de la esposa como requisito para la validez de la operación. Si el préstamo es para edificar una obra, se exige la demostración de haberse ejecutado una etapa de la construcción para que le entreguen el dinero y así continuar la etapa siguiente, además le ponen fiscales para constatar que se está ejecutando el plan bajo el cual se dio el financiamiento.

Ahora bien, en el caso de los préstamos a un país lógicamente aplican controles aún más estrictos que han de incluir en primer lugar constatar si el gobierno que pide el préstamo cumple con los requisitos de sus leyes internas. Eso es lógico por básico.

Sobre la jurisdicción nacional

Llegaron al colmo del abuso en esos contratos de préstamos que los pusieron bajo la denominación de “privados” o de “secretos”, según ha trascendido a la prensa porque información oficial, cero. Así hicieron en la Argentina de Kirchner, donde se reveló que en  contratos similares, que allá celebraron, colocaron cláusulas para someter cualquier conflicto que al respecto se presentara a los tribunales de Inglaterra, lo cual es muy probable que hayan repetido con los firmados por Chávez y Maduro en flagrante violación del artículo 151 constitucional que mandatoriamente niega tal posibilidad.

Cómo China dio esos préstamos a Chávez y a Maduro

Lo hizo irresponsablemente. China tenía que haber visto las violaciones que a nuestras leyes se hacían cuando se comprometía al país en contratos de interés nacional, sin el visto bueno del Poder Legislativo como manda la Constitución. Tampoco observaron que no hubo una actuación proba del órgano contralor del Estado. Por otra parte, se fueron creando organismos incontrolados como el Fondo de Cooperación Chino Venezolano, el Banco de Desarrollo Económico y Social Bandes, la CVA, Cavemin, entre otros, a través de los cuales se diluían corruptamente esos capitales para obras que no se ejecutaban y también para adquirir bienes como aquellos autobuses que al poco tiempo estaban inservibles. China, además de que daba los préstamos irresponsablemente, se beneficiaba de que se los robaran, pues cobraba fuertes comisiones sobre esos dineros. Mientras más daban más cobraban y se hacían los pendejos ante la corrupción bajo la que todo eso se manejaba.

Todo esto concluye en que no tenemos por qué pagarles a quienes solo contribuyeron al desastre venezolano, y si lo hacemos será por razones de conveniencia política, pero nunca sin condiciones.

Condiciones para pagarle a China

En primer lugar, hay que reajustar las cantidades, eliminar las numerosas, injustificadas y onerosas comisiones que aumentaron esa deuda. Luego, hay que adecuar los pagos en un programa de desarrollo, esto es que en la medida en que nos recuperemos iremos cancelando sin que ello ahogue nuestra recuperación. Tendrán igualmente que comprometerse los gobernantes chinos a ayudarnos a recuperar los capitales robados y también a perseguir a quienes hicieron fiesta con ese vendaval de corrupción que se implantó en Venezuela. Condición muy importante será exigir -como ya ha sido propuesto- que los dineros que se vayan pagando sean simultáneamente invertidos en bienes, servicios y obras en Venezuela. Esto sería la aplicación del enunciado conocido como “ganar-ganar”. 

Mensaje al presidente de China

Señor Xi Jinping, “quien cede el paso ensancha el camino” -ese es un proverbio de su país que aplica para ambas partes en este caso-, retire el apoyo al dictador Nicolás Maduro, que con él ni con ninguno de ellos podrá recuperar esos dineros ilegalmente invertidos; respalde el cambio de Venezuela hacia la libertad, que nosotros sí le pagaremos, pero con las observaciones del caso. Así China ensanchará el camino y será una opción de desarrollo sano para nosotros y para este continente.

 


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