El comandante estratégico operacional, Remigio Ceballos, tan proclive a las declaraciones políticas, no responde aún al planteamiento comprometedor que el 29 de septiembre le formuló Hugo “el Pollo” Carvajal desde la cárcel en Madrid.

@ceofanb ¿Detección de 54 aeronaves estadounidenses en territorio venezolano? Jajaja”, escribió en Twitter el ex jefe de inteligencia, con fama de que “lo sabe todo de todos”.

Y enseguida lanzó este misil que puso otra vez a temblar a más de uno: “Curiosamente, estos radares sirven para detectar aeronaves estadounidenses pero no para detectar aeronaves del narcotráfico auspiciado por Maduro”.

“El Pollo manejaba toda la inteligencia del país, tanto la civil como la militar. Conoce todas la rutas por donde pasa la droga para acabar en Europa y Estados Unidos”, ha dicho la juez Mildred Camero. “Tiene la lista de todos los militares narcotraficantes”.

Esa trama de la droga, que involucra también a dirigentes del chavismo y sus testaferros, incluye lazos con las guerrillas de las FARC para introducir droga en Estados Unidos vía Venezuela y México.

VTV difundió el lunes declaraciones de Vladimir Padrino López según las cuales 58 aviones de exploración estadounidenses violaron el espacio aéreo venezolano, algo que el ministro de la Defensa atribuyó a la “arrogancia imperial, en su estrategia de asedio”.

Pero Padrino López, afectado también por la risa del Pollo –tal vez tan perturbadora como la del Joker– tampoco respondió por qué el Comando de Defensa Aeroespacial Integral, tan hábil en detectar aeronaves de “inteligencia estratégica”, no capta las del narcotráfico que llevan entre 240.000 y 300.000 toneladas de droga que transitan al año por territorio venezolano.

En su tuit de finales de septiembre el Pollo contó que en 2007 se ordenó capacitar personal en tecnología antiaérea rusa, pero cinco años después el ministro de la Defensa de entonces, que no mencionó por su nombre, decidió que se adquirieran radares chinos. “Debido a ese desorden –añadió– la operatividad y el mantenimiento de los famosos radares se da a duras penas”.

Esta declaración permite conjeturar que el hombre fuerte de la inteligencia durante más de una década en Venezuela calla, pero amenaza en relación con otra fuente de corrupción, el siempre codiciado negocio de las armas –que suele aliarse con el de la droga– y que seguramente va más allá del “desorden” que por ahora le atribuye el mayor general retirado.

De manera que con la ayuda de la memoria del Pollo –en este caso prodigiosa–, su experiencia como hombre de inteligencia y buena disposición para hablar, podrían quedar al descubierto secretos corrosivos para los jerarcas del régimen.

Carvajal tiene grandes incentivos para colaborar con la justicia, y el ex embajador de Estados Unifos en Caracas William Brownfield ha pedido a su país que converse con el ex jefe de inteligencia por toda la “información de valor” que atesora. El diplomático habló convencido de que “hay que hacer un contrato con el diablo”.


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